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La CELAC está para fotos y furcios, no para hablar en serio de democracia

Entre metidas de pata, Alberto Fernández sólo tuvo a Lula para las fotos. Sergio Massa se albertiza. Cristina Kirchner no está bien.
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25 de enero de 2023 a las 09:15

*Ricardo Roa es editor general de Clarín

Para el presidente Fernández es muy sencillo: la democracia está en riesgo y no un riesgo pasajero sino definitivo. Y ese riesgo proviene de un solo e identificado lado: la derecha recalcitrante. Lo acaba de decir en su CELAC.

En cambio, gobiernos como los de Cuba, Venezuela o Nicaragua son una garantía de democracia. Cualquiera puede verlo. Están en manos de izquierdas contemporizadoras, flexibles, muy democráticas. Perfectamente democráticas.

En Cuba, hace décadas que la gente no puede protestar sin ir presa. Ni irse, si quisiera.  La gobierna una dinastía de partido único, como una monarquía. De su economía, nosotros, que mejor no hablemos, podríamos hablar.

En Venezuela, que mandó afuera unos 7 millones de sus 28 millones de habitantes abundan parapoliciales muy democráticos y patrióticos que han matado miles y torturado a otros tantos. No lo dice la contra, lo dijo Michele Bachelet, de la que Fernández se dice amigo. Y en Nicaragua se completó la farsa electoral: todos los jefes opositores fueron presos.

Cuba, Venezuela y Nicaragua, tres violadores sistemáticos de los derechos humanos, son los que pesan en la CELAC, una mini OEA sin Estados Unidos ni Canadá. La foto tan buscada por Fernández para su álbum de grandes intervenciones internacionales se le veló. Maduro, su gobierno, también usó la excusa de la derecha. Ausente a último momento.

Pero lo tuvo a Lula para fotos y los súper anuncios de rigor, como una ilusoria moneda única en el Mercosur. O uno nuevo: un crédito para que le compremos más a Brasil, con reservas de algo menos de 400 mil millones, contra 4 mil nuestras.  O un superávit comercial con el mundo de más de 60 mil millones, contra 6 mil de nosotros. Nuestro déficit comercial con Brasil volvió en 2022 al rojo, habitual desde 2004 y sólo ausente en 2020 y 2021, años pandémicos.

Lula, contento. El 19 de febrero estará con Biden. Igual que en el 2005, cuando del Alca de Mar del Plata viajó para recibir a Bush. El rival de Lula, López Obrador, ausente, con excusa haragana: “Tengo mucho trabajo”. De él nunca se sabe cuándo viene y cuándo va. Usa la CELAC pero no la preside porque prefiere que otros hablen contra Estados Unidos, su conveniente socio.

Discursos de Fernández y de Lula y escenografía, previsibles viejazos burocráticos y políticos. Y de pronto, los furcios. Fernández cree que está inaugurando la Cumbre de las Américas y en el medio se corrige. Se aburre y aburre con el discurso y Lacalle Pou no lo disimula. Y no se calla porque tiene con qué: su democracia de alternancia y de izquierda democrática. “Hay países acá que no respetan la democracia”, dice.

Boric, de Chile y la hondureña Xiomara Castro, izquierda presente. Boric no dice esta boca es mía sobre  el escándalo de Bielsa, que habla sin saber y cuando habla nos hunde, con la canciller Urrejola, también presente. Y Castro ayuda a Cristina para estar como fuere en esta azarosa cumbre. Cristina sube un video-relato de su reunión con Xiomara en el que  todo el tiempo le habla a una bandera hondureña. Xiomara casi no aparece. No está bien la vice.

Pero la política exterior es quizás el único tema del que Fernández puede hablar sin que lo rete Cristina. Animado como profesor en clase,  aportó su segunda metida de pata: la inflación está, porque está en la cabeza de los argentinos. Dice: “La gente ve en los diarios que va a subir el combustible y empieza a aumentar por las dudas”.  Habría que probar con que los diarios digan que van a bajar los combustibles y empezarían a bajar por las dudas. Seguramente, Massa tomó nota. Podría tratarse de un mecanismo extensivo al dólar, que se fue a  381.  

Dejemos en paz a Massa, que se albertizó, y a su papelón con los uruguayos a los que trató de hermanos menores. Recibió devolución: Lacalle aludió a una Disneylandia.  Ocurre que antes hubo un papelón mayor, el de Horacio Pietragalla, híper K secretario de Derechos Humanos, que se fue sin suficiente piné a las Naciones Unidas  a denunciar que a su jefa Cristina le violan los derechos la Justicia, los medios y sectores empresarios.

En apenas un par de horas le contestaron más o menos lo mismo que había advertido de modo informal el gobierno norteamericano:  mejor que el país asegure la plena independencia de jueces y fiscales. Esto es, división de poderes, que es democracia. Escoltaron a Pietragalla  el acomodaticio embajador Villegas Beltrán y Andrea Pochak, funcionaria e integrante del CELS de Horacio Verbitsky.  Todo tiene que ver con todo.

Poblada por islas caribeñas dependientes del petróleo venezolano barato, la CELAC tiene ahora a una de ellas a la cabeza, San Vicente y las Granadinas, con apenas 100 mil habitantes y un primer ministro, el camarada Ralph Gonsalves, a la medida de la CELAC: lleva 22 años en el poder.

Algo está muy claro: para el kirchnerismo y buena parte de la izquierda de la región, la democracia es solamente la propia. Cansa tanto cinismo: querer hacer creer que  Maduro, Díaz-Canel, Ortega y otros son por poco Dios y la derecha el mismo Diablo.

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