La historia de Sri Lanka, esa bella isla que es como una lágrima al sur de la India, parecía ser la de una resurrección tras décadas de pesadilla. Tras 30 años de guerra civil venía la paz, el turismo, la inversión y el crecimiento. Pero hace un año ingresó en una pesadilla, por una decisión del gobierno de volver al país “orgánico” por decreto. La decisión de prohibir la importación de agroquímicos y fertilizantes desató un espiral desastroso que tiene al pueblo movilizado reclamando la destitución del presidente mientras la sombra del default, la inflación y el hambre se ciernen sobre el paraíso tropical.
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