Por Jorge Castro Volpe
Estimado Juan Samuelle,
Muy interesante su artículo sobre el impacto que esta teniendo la abrupta suba del tipo de cambio en las distintas actividades del sector agropecuario.
Quisiera remarcar algunos aspectos que neutralizan ese posible beneficio y otros que están ligados a la capacidad de Uruguay de aprovechar esta oportunidad para obtener una real baja de costos en las actividades que conlleven una mejor competitividad de los sectores productivos y con ello un crecimiento sostenido de nuestra economía
Soy un empresario mediano agropecuario de Soriano con un mix equilibrado entre agricultura y ganadería, cuyos costos al 85% están denominados en dólares. Con la variación de 20% del tipo de cambio desde inicio del año los costos de la compañía se han ajustado en un 3% en moneda dura. En el mismo período el índice de precios agrícola-ganadero experimentó una pérdida de más del 15%, una situación que agrava la que teníamos en 2019 sin empezar a considerar los posibles efectos de la sequía del verano ni el cambio en la estructura mundial de commodities que traerá aparejada la crisis del covid-19.
Ahora bien, lo que me hace reflexionar sobre la capacidad del país de bajar su costo estructural para ser competitivo, y con ello mejorar la calidad de vida, es la rigidez extrema de todos los operadores a aceptar una baja de sus ingresos en dólares
El sector en el que participo está dolarizado, no solo por los insumos importados que consume, lo que es lógico, sino también por todos los componentes que son en moneda nacional y que deberían bajar en un contexto de mayor tipo de cambio, también lógico.
Los insumos agrícolas y ganaderos tienen un gran componente importado del orden de 50-60%, pero la administración, el movimiento, los impuestos, y el packaging no, por lo que es difícil entender porque sigue teniendo el mismo valor en moneda dura, una mejora clara de márgenes para el productor de insumos.
El flete no hay duda que tiene la incidencia del valor del vehículo y repuestos de origen importado pero no así el combustible ni la mano de obra de operación y reparaciones. Es por ello que un flete a puerto de 300 kilómetros es aquí 100% mas caro por tonelada transportada que en Argentina y Brasil y 200% mas caro que en Estados Unidos, países que forman la referencia de precios a los que Uruguay vende.
Los honorarios profesionales no tienen insumos importados pero abogados, contadores, ingenieros, electricistas, entre otros, facturan sus servicios en dólares americanos, tanto con el dólar a $20 y soja de US$ 450 del 2012 o el dólar a $45 y soja a US$280.
La devaluación no soluciona los problemas de competitividad de Uruguay debido a la rigidez de una economía dolarizada pero cerrada, solo una acción conjunta de todos los actores incluyendo el nuevo gobierno podrán corregir esta situación y ser en algún momento un país competitivo.
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