Cartas de los lectores > OPINIÓN

La dura realidad que esconde la “inmunización progresiva”

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27 de abril de 2020 a las 05:00

Por Leonardo de los Santos

Se han escuchado opiniones de todos los tenores acerca de la pandemia que nos aqueja. Particularmente interesante es lo que explican los profesionales expertos, por su cercanía y por el obvio conocimiento que se asume deben tener de nuestra particular realidad. 

Hemos hecho el esfuerzo de tratar de comprender en profundidad lo que han dicho al respecto varios médicos infectólogos de nuestro medio. Se infiere (porque no se explicita) de la gran mayoría de ellas que la estrategia de “achatar” la curva es la única aparentemente viable para nuestro país. Esta implica espaciar las infecciones, pero no cortar su propagación y, sinceramente, no escuché a nadie que planteara una hipótesis de trabajo diferente. 

Las estadísticas de países que pertenecen al “primer mundo” indican que la morbilidad del virus se ubica en el entorno del 3%. Es un dato que varía dentro de un rango –como toda estadística–, pero nadie ha publicado ninguna cifra que se sitúe por debajo de –por ejemplo– el 1.5%. 

El virus no va a cambiar su morbilidad por más que progrese lentamente, lo que conduce a asumir que en el mejor de los casos, un 1% de los uruguayos van a fallecer por una neumonia a punto de partida de una infección por covid-19. 

Estamos hablando de un mínimo de 30.000 personas. Ya se sabe que seguramente y a medida de que la muestra sea mayor, la tasa se termine ubicando en el entorno del 3%, por lo que probablemente ¡la cifra final estaría acercándose a las 90.000 personas!.  

Por tanto, hablar de la “inmunización progresiva” se parece a utilizar un eufemismo que esconde la dura realidad a la que nos enfrentaría. Es obvio que inmunizarse sin vacuna implica padecer la infección y tirar un dado de 100 caras con dos o tres cruces en él. Claro: este triste cálculo está hecho sobre una servilleta de papel y no considera todos los factores positivos que puede acarrear un gran “achatamiento de la curva”. Pero de todos modos, la cifra es escalofriante y nos plantea dudas acerca de si la estrategia de la inmunización progresiva de la población (que aparece en los manuales de infectología) no admite, en este momento histórico y con las herramientas de testeo y comunicación con las que contamos, por lo menos, el planteo de una objeción. 

Sabemos que China no siguió esa estrategia: si lo hubiese hecho, la cifra final de víctimas de esta pandemia en aquél país hubiese llegado a rozar los 42 millones de personas. Tampoco fue la estrategia de Corea del Sur. 

Creo que aun estamos a tiempo de no bajar los brazos, pues todos sentimos que las cosas se han hecho bastante bien. 

El gobierno ha tomado medidas que han demostrado ser efectivas, por lo menos hasta ahora que los contagios se han circunscrito a determinados clústeres (si bien a medida que pasa el tiempo, las excepciones son cada vez más frecuentes).

Me gustaría que pudiéramos advertir de la encrucijada en que nos encontramos, pero el tiempo es corto. Aun es posible plantear un cambio de estrategia: estaría bien que pasados los años no nos quedase la duda por no haber explorado otras alternativas.

Pero si no se hace ahora que la situación está bajo determinados parámetros, no se va a poder hacer luego cuando los contagios sean masivos y “la curva se dispare”.

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