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La manipulación de China en el conflicto de Hong Kong

La propaganda de Pekín sobre la crisis es mal vista en el extranjero
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25 de agosto de 2019 a las 05:00

Imágenes de matones enmascarados que se congregan en las calles de Hong Kong. Acusaciones sin pruebas de que los manifestantes son manejados por la CIA. Comparaciones entre los activistas y los nazis.

A medida que las protestas siguen su curso en las calles de Hong Kong, la maquinaria propagandística dirigida por el Estado chino ha forzado la marcha para persuadir al mundo de que los manifestantes radicales de Hong Kong han puesto en peligro la ciudad. Mediante las redes sociales y otras plataformas digitales, mensajes en inglés desde China han retratado una imagen de una diminuta minoría de rufianes con influencia extranjera que está intimidando a una mayoría silenciosa de habitantes respetuosos del Estado de derecho.

Sin embargo, en vez de favorecer la postura de China, la torpeza con la que Pekín ha manejado sus esfuerzos internacionales ha generado poca influencia en la opinión pública del mundo. El lunes 19, China recibió otro golpe, cuando Facebook y Twitter eliminaron cientos de cuentas que, según las redes sociales, parecían iniciativas respaldadas por el Estado para sembrar desinformación y discordia en Hong Kong.

Tal vez de una forma más significativa, Twitter fue un paso más allá al prohibir que los medios informativos dirigidos por el Estado pagaran para promover sus tuits con el fin de aparecer en un lugar más prominente en los historiales de los usuarios. Los medios que dirige el Estado chino como el periódico en inglés China Daily y Xinhua, la agencia oficial de noticias, han usado tuits promocionales para poner su propia versión de los disturbios en Hong Kong.

Llamémoslo una falla del “poder blando” de China: término acuñado por el politólogo Joseph S. Nye Jr., quien lo define como hacer que otros quieran lo que tú quieres. China quiere un poder blando pero, a juzgar por la propaganda de Pekín, no sabe cómo lograrlo.

El contraste ha sido impactante. El domingo pasado, cientos de miles de manifestantes pacíficos atascaron otra vez las calles de la ciudad para exigir a los líderes de esta que cedan ante sus demandas y le den más voz a la gente en un sistema político controlado por Pekín. Los manifestantes —los organizadores mencionan la cifra de 1,7 millones— ofrecieron una narrativa más favorable de la que el mundo vio la semana anterior, cuando estallaron enfrentamientos en las protestas ocurridas en el aeropuerto de Hong Kong.

Por otro lado, en días recientes, los medios del Estado chino han mostrado imágenes de oficiales de policía paramilitar de China realizando ejercicios para diseminar multitudes a lo largo de la frontera con el territorio continental. El lunes 19, la cuenta de Twitter de Global Times, un tabloide nacionalista bajo el control del Partido Comunista chino, publicó un video en el que apoda a cuatro figuras prodemocracia de Hong Kong “La banda de los cuatro”, un término que hace referencia a los otrora líderes chinos que fueron culpados de haber sumido al país en la desastrosa Revolución Cultural (el tuit desapareció desde entonces).

En Australia, Canadá y Europa, también aparecieron activistas pro China, exhibiendo muestras nada respetuosas. El domingo pasado en Toronto, manifestantes a favor de China continental gritaron palabras como “traidor” y “perdedor”, así como epítetos vulgares, a una multitud de simpatizantes de Hong Kong. Un video que tuvo una gran circulación mostraba cuatro autos deportivos llamativos acelerando sus motores con banderas chinas que se ondeaban fuera de las ventanas. “La peor película de Rápido y furioso de la historia”, comentó una persona en Twitter.

A final de cuentas, las tácticas de China podrían funcionar en Hong Kong, aunque hasta ahora los manifestantes parecen indomables ante las amenazas de una represión. Y en el continente, donde las fuentes independientes de noticias como The New York Times están bloqueadas, la estrategia propagandística de China parece tener una efectividad impresionante. Muchos usuarios de internet en China reaccionaron con indignación frente a las imágenes de la semana pasada donde se muestra a un reportero de Global Times al que golpearon los manifestantes en el aeropuerto. Las redes sociales chinas están inundadas de rostros ensangrentados de oficiales de la policía y fotos cuestionables de extranjeros que los medios del Estado han acusado —a menudo de manera errónea— de ser líderes secretos de las protestas.

China está usando las mismas tácticas en el extranjero pero, en la mayoría de los casos, no funcionan. Entre estas se encuentra la comparación de los manifestantes con cucarachas y un rap antidemocracia que da vergüenza ajena. “¿Quién eres? / ¿Quién se esconde tras bambalinas?”, dice la letra de un rap que difundió el brazo internacional de Televisión Central de China, la televisora del Estado. “Lo único que veo es un sueño hermoso que se convierte en pesadilla”.

Bajo el mandato de Xi Jinping, su máximo líder, China ha recurrido a una amplia gama de iniciativas para atraer al mundo junto con sus ideales y su cartera. El “sueño chino” visualiza un mundo pacífico en el cual China tiene un papel principal. Proyectos como la Iniciativa del Cinturón y la Ruta de la Seda y el Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura buscan mostrar los beneficios de la creciente riqueza de China.

“Es fácil desestimar ese discurso llamándolo ‘diplomacia de consignas’”, escribió en 2015 David Shambaugh de la Universidad George Washington. “No obstante, Pekín le da una gran importancia”.

“Deberíamos aumentar el poder blando de China, ofrecer una buena narrativa china y comunicar de una mejor forma los mensajes de China al mundo”, señaló Xi no mucho después de convertirse en presidente en 2013.

En 2016, durante su discurso más importante sobre política de medios, Xi dio la instrucción a altos funcionarios de organizaciones mediáticas que aprendieran a contar historias chinas convincentes y que construyeran medios informativos insignia en lenguas extranjeras con influencia mundial. Xinhua, CCTV, Global Times y el resto han apuntalado su presencia en Estados Unidos y otros países, y se han acoplado a los mismos servicios de redes sociales que Pekín bloquea en China, como Facebook y Twitter. Algunas cuentas han amasado más de diez millones de seguidores.

Sin embargo, las protestas de Hong Kong han sugerido que Pekín sigue conociendo mucho mejor el poder duro que el blando. En vez de ofrecer una narrativa competitiva en la que Hong Kong pudiera prosperar bajo el mandato chino, se ha retratado a sí mismo como un bravucón.

Aunque el Ejército no ha cruzado hacia Hong Kong, imágenes que los medios informativos de China han distribuido por todo el mundo muestran a personal fuertemente armado que se está preparando para un conflicto urbano. Pekín está obligando a los negocios, tanto a nivel mundial como local, a que sus empleados en Hong Kong se mantengan en línea o a correr el riesgo de quedar fuera del vasto mercado chino. El domingo pasado, Pekín anunció una nueva política para fortalecer la ciudad socialista de Shenzhen, ubicada justo del otro lado de la frontera, para que pueda competir cara a cara con el capitalismo de Hong Kong.

Algunos chinos continentales están tan alterados con el fervor nacionalista que están utilizando programas de software para evitar a los censores chinos y poder conectarse a Facebook, Twitter e Instagram a fin de criticar y avergonzar a las personas que apoyan a Hong Kong. Aunque esto pudo haber surtido algún efecto en estudiantes chinos que viven en el extranjero, más bien ha tenido poco impacto.

Si continúa por el mismo camino retórico, China corre el riesgo de erosionar el poco poder blando que le queda. Como lo explicó Nye alguna vez a estudiantes universitarios de China: “La mejor propaganda no es la propaganda” porque, durante la era de la información, “la credibilidad es el recurso más escaso”. 

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