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21 de septiembre 2023 - 13:01hs

La sequía sigue pasando factura y la última boleta llegó con el dato del Producto Interno Bruto (PIB) del segundo trimestre del año. El sector del agro y la energía lo vieron claramente reflejado, a lo que se sumaron otros factores: los precios internacionales, las menores exportaciones y el desfasaje cambiario. Es cierto, en el período el consumo jugó a favor, pero gracias a los bolsillos domésticos porque a nivel público el incremento fue bastante menor. El gobierno mantiene su previsión de crecimiento cercana al 1% este año y lo sustenta en las inversiones que se concretarán de aquí a diciembre. ¿Cuáles? Hablemos de eso en esta nueva entrega de En Suma.

Una economía reseca: el dato del PIB y el trampolín para fin de año

Las comparaciones son odiosas pero útiles, especialmente en materia de números. La evolución de las cifras, como unidad de medida, reflejan comportamientos y tendencias. El informe de Cuentas Nacionales que trimestralmente publica el Banco Central ―con un rezago de 75 días respecto al período informado― mostró en su última edición que la economía uruguaya retrocedió un 2,5% en abril-junio en comparación con el mismo período de 2022 y que cayó un 1,4% frente al primer trimestre del año. Y aunque los especialistas esperaban datos negativos, no tanto.

Si se analiza desde la perspectiva de los sectores de la economía, la actividad agropecuaria cayó un 27,4%; y la producción de energía, un 11,8%. La ausencia de agua afectó especialmente a los rendimientos de la soja en el primer caso ―a lo que se sumó una menor faena de ganado― y la generación hidroeléctrica en el segundo, al punto que Uruguay debió importar energía de Brasil, cuando suele exportar sus excedentes.  

Los mismos sectores en el primer trimestre del año tuvieron un comportamiento interanual negativo, pero no tanto: -4,3% en el agro (donde amortiguó la celulosa) y -0,7% en producción de energía, siendo entonces los únicos sectores con retrocesos, amén de las actividades de administración pública, que cayeron un 2,4%. A nivel general, en el primer trimestre el PIB creció un 1,5% interanual, de acuerdo con cifras actualizadas del BCU.   

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Aunque la última foto trimestral nos muestra abril-junio y la crisis hídrica quedó atrás, sus efectos aún persisten, especialmente por la falta de agua en algunos puntos del país como el sur y suroeste. Así lo manifestó el ministro de Ganadería, Fernando Mattos, al comunicar este miércoles la extensión de la emergencia agropecuaria hasta fin de año para apuntalar a los productores, especialmente en materia de financiamiento.

Desde la perspectiva del gasto, fue el consumo de los hogares el que se puso la causa al hombro, con un incremento de 4,8% explicado por la compra de bienes durables con un dólar favorable en ese sentido (la otra cara de la moneda del atraso cambiario) y la demanda en pasajes para cruzar el charco aprovechando, en este caso también, el tipo de cambio favorable frente al debilitado peso argentino. Mientras, el gasto del gobierno se incrementó un tímido 0,7%.   

Donde la cosa se puso complicada fue en la inversión, que cayó un 8,7% interanual. En lo que tiene que ver con infraestructura la explicación principal es la finalización de las obras de la planta de UPM en Pueblo Centenario, que ya está operativa, y del Ferrocarril Central, que comenzaría a funcionar a fin de año. Sobre este capítulo, el gobierno sostiene que la situación se revertirá en los cuatro meses que le restan al año con la consolidación de inversiones que estaban en agenda.

¿Cuáles? El podio lo ocupan proyectos de hidrógeno verde que, estiman, sumarán 7.000 millones de dólares en un escenario de máxima. Dos en el interior (Paysandú y Tacuarembó) y uno en la zona metropolitana. ¿Qué producirán? gasolina sintética, refinamiento de hidrógeno y energías renovables. A esto se suma una inversión en el sector tecnológico y las obras previstas en el Puerto de Montevideo por unos 600 millones de dólares, que tras la aprobación de una habilitación ambiental comenzarían a la brevedad. Todo esto con un derrame directo en el mercado laboral ―especialmente en el interior― mejorando el nivel de empleo y desempleo, que fue de un 8,2% en agosto con 152.000 personas desocupadas.  

Pero si hablamos del PIB la imagen se completa con datos sobre el intercambio de bienes y servicios. Las exportaciones vienen mal y así lo anticipan los datos mensuales de la Unión de Exportadores y de Uruguay XXI, que registran un año de caídas consecutivas, explicadas en buena medida por una menor demanda de China y los precios internacionales de los alimentos que vienen normalizándose tras el incremento que generó la guerra en Ucrania. En la misma línea, según el BCU, en el segundo trimestre las colocaciones en el exterior cayeron un 6,3% interanual, principalmente por menores ventas de soja y carne, lo que fue en parte contrarrestado por la venta de servicios en tecnologías de la información y profesionales. 

Las importaciones, por su parte, aumentaron un 7,5% explicadas por los viajes de los uruguayos al exterior, la adquisición de bienes semi duraderos, alimentos y bebidas; así como las compras de energía a los países vecinos ante la emergencia hídrica. 

Las autoridades confían en que el dato al cierre del año se acerque al 1%, mientras que los analistas lo ponen en duda tras las últimas cifras conocidas. Tanto el gobierno como el mercado fueron ajustando sus previsiones a la baja en este 2023, dejando atrás hace rato cifras más optimistas que rondaron el 3%. Las fichas están puestas en el 2024 con estimaciones de crecimiento entre un 3% y 4%. 

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