Eduardo Espina

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La noticia deportiva del año

El colombiano Egan Bernal logró una hazaña que por más de un siglo pareció imposible
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31 de julio de 2019 a las 05:00

Quienes amamos el ciclismo y hemos crecido encima de una bicicleta, mejor dicho, que tuvimos a la bicicleta como la primera gran novia, hemos sabido desde siempre que los colombianos son capos a la hora de pedalear. Son los mejores de América, incluyendo en la definición, al Norte, al Centro y al Sur. Allá por fines de la década de 1960, cuando el sueño de muchos era poder comprarse una Liggie en la bicicleteria de Primo Zucotti en la calle 8 de Octubre y queríamos más que a ninguna otra semana del año, a la Santa, porque se corría la Vuelta Ciclista del Uruguay, fuimos varios quienes encontramos en un mítico colombiano al primer ídolo deportivo de fuera,  uno al que seguíamos, de la misma forma que los hacíamos con Walter Moyano, Juan José Timón, Rubén Etchebarne, Rodolfo Villanueva, René Deceja, René Pezatti, Walter Tardáguila, los hermanos Saúl y Carlos Alcántara, en fin, tantos a los seguíamos en repechos y bajadas, y los seguíamos incluso cuando surgía la expresión “rezagados en la cola del pelotón principal” y los imaginábamos abandonando la carrera por razones que nunca quedarían claras.

Fue en ese entonces que empezamos a seguir también a Martín Emilio “Cochise” Rodríguez (1942- ), protagonista de las rutas durante las décadas de 1960 y 1970 y quien tuvo sus últimos y tenues destellos a principios de la de 1980, porque los ciclistas, como los boxeadores, no solo quieren ganarles a los desafíos de la carreteras, sino a los que les impone el paso del tiempo. Hay algunos que pareciera que se olvidan de la edad (aunque la edad no se olvida de ellos).  

Cochise ganó cuatro veces la vuelta de Colombia y también etapas del Giro de Italia, además de varias medallas de oro en competencias internacionales de primer rango, triunfos que sirvieron para tenerlo de manera frecuente en los titulares de las páginas deportivas, en tiempos en que estas le prestaban más atención al ciclismo.

Sin embargo, su logro más grande lo consiguió en 1975, cuando salió 27º en el Tour de France, en un año de altísima competitividad, en el que el francés  Bernard Thévenet impidió que quien posiblemente fue el mejor ciclista de la historia, el belga Eddy Merckx, ganara su sexto Tour de France (el último lo había conseguido el año anterior). Lo de Cochise fue una proeza, siendo el único ciclista no europeo en culminar la carrera en esa ocasión, en la cual compitieron una cantidad de ciclistas legendarios, todos ellos monstruos en la montaña y en el llano.

Recordé los inolvidables tiempos de Cochise, en los que yo vivía para andar en mi bicicleta usada y para escuchar en Radio Sport CX 18 a Isidro Zaccara y Ruben Cóppola, genios del periodismo deportivo, en los días previos al domingo de Pascuas, viendo emocionado el triunfo de Egan Bernal en el Tour de France. El triunfo del extraordinario ciclista colombiano, inteligentísimo para saber esperar el momento correcto para llevar a cabo la embestida, es y será sin duda la noticia deportiva de 2019, pues ha llevado 106 largos años para que finalmente un ciclista latinoamericano ganara la competencia más gloriosa y difícil de todas, mucho más que un mundial de futbol, o cualquier competencia olímpica. Hay que tener un cuerpo de acero para recorrer bajo lluvia, sol que raja la tierra, viento en contra y subidas que incluso haciéndolas en un auto cansan, los 3.460 kilómetros repartidos en 21 etapas que conformaron la edición recién finalizada y en la que participaron 176 ciclistas.

A los 22 años, con una vida encima de la bicicleta por delante, Bernal se ha convertido en un deportista de elite. Es la nueva figura a la cual habrá que seguir a partir de ahora. Además, en tiempos en que muchos deportistas célebres se creen dioses y ven la realidad desde una nube de arrogancia vana, su humildad se agradece. A poco de cruzar la meta, luego de la entrada triunfal a la capital francesa a través de los Champs-Élysées, donde hasta el Arco de Triunfo hizo reverencia ante su paso, comentó: “No puedo creer que haya ganado, todavía no lo puedo creer”. Nosotros tampoco.

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