A nadie se le escapa que estamos en un momento muy especial. Ya falta muy poco para que las vacunas contra COVID 19 estén disponibles. Por fin se vislumbra el final de la odisea, la ansiada luz al final del túnel. Hasta hace muy poco y durante casi ocho meses, entre todos, pero liderados por el Poder Ejecutivo, mantuvimos la pandemia bajo control. La evidencia comparada demuestra que esto estaba lejos de ser sencillo: no lo fue, por ejemplo, para Argentina y Chile, pero tampoco para países más desarrollados como España o Suecia. Lo que logramos hasta ahora (limitar la circulación del virus manteniendo la economía abierta y minimizando el impacto en desempleo y pobreza) debe ser calificado como una verdadera hazaña cívica. Pero, hoy por hoy, es obvio que la salud pública en Uruguay pende de un delgado y cada vez menos visible hilo epidemiológico. El gobierno, siempre bien asesorado por un selecto grupo de científicos (GACH), adoptó recientemente algunas decisiones orientadas a disminuir la movilidad para volver a aplanar la curva de contagios. Pero no es posible saber, a priori, si estas medidas darán resultado. Hoy más que nunca es preciso el máximo esfuerzo, en todos los planos. Para mi gusto, todo hubiera sido más fácil si gobierno y oposición hubieran sido capaces de cooperar mucho más. Están (estamos) a tiempo de hacerlo..
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