Las emociones de Bauzá y el mojón del Mundial 2010: los secretos de Sudáfrica

Durante 38 días en Sudáfrica asistimos a uno de los momentos más importantes de la historia del fútbol uruguayo –sin comparar cuál fue mejor en los 120 años de la AUF–, y descubrimos que con los valores humanos que engrandecen a los grupos, la organización, el convencimiento, el amor propio y los objetivos claros, los uruguayos podemos ser capaces de todo.

El Mundial 2010 fue para mí mucho más que ese tsunami de emociones durante la estadía en tierras sudafricanas.

Fue la soledad del viaje a Perú, en mi primer partido de las Eliminatorias en junio de 2009 como presidente de la AUF, que incluyó una derrota en Lima y el descreimiento general sobre las posibilidades de clasificación de Uruguay.

También fue el sufrimiento hasta el final para ganarle a Ecuador, en Quito, con aquel agónico gol de Forlán, tras el penal que en la hora le cometieron a Cavani.

Fue el repechaje con Costa Rica, y ganar con los dientes apretados.

Fueron los viajes en ómnibus con la delegación en cada partido, donde todos los jugadores me hicieron sentir uno más de aquel grupo.

El Mundial fue todo lo que vivimos en Sudáfrica. Los sufrimientos, los silencios, los abrazos y los festejos, que hicieron de aquellos meses de junio y julio de hace 10 años, el invierno más cálido que pudo disfrutar el pueblo uruguayo.

Sudáfrica 2010 fue la convivencia en Kimberley. La elección que hizo el Maestro de aquella concentración en una ciudad que había quedado herida porque no fue seleccionada como sede mundialista y encontró en Uruguay la oportunidad de disfrutar el ambiente del Mundial de cerca. De esa ciudad que se hizo hincha de nuestra selección, y que para nosotros fue el escenario perfecto, por la tranquilidad.

Diego Battiste

Kimberley representa para aquella delegación y aquel momento de Uruguay, en Sudáfrica 2010, un lugar especial. El kilómetro cero de los sueños en tierras africanas, al punto que le pedimos a FIFA que nos permitiera quedarnos una fase más, hasta cuartos, porque se había transformado en nuestra casa.

Sudáfrica 2010 fue los días compartidos con el grupo de dirigentes que nos acompañó en aquella inolvidable experiencia. También los asados del mediodía del día después de los partidos.

Recuerdo que el presidente de la República, José Mujica, nos quiso llevar a Torre Ejecutiva para rendir homenaje a la selección, y le dijimos, después de hablar con los jugadores, que el lugar era el Palacio Legislativo. Y allí disfrutamos de un cierre en donde el pueblo brindó un inolvidable homenaje a los jugadores que hicieron historia.

En una entrevista para El Observador, al día siguiente del triunfo ante Ghana comenté: “Hay que mirar para adelante y debemos darnos cuenta que tenemos que salir juntos. Juntos todos. Toda la familia del fútbol, los periodistas, los jugadores, los dirigentes. Porque en Uruguay el fútbol es algo más que un deporte, y me di cuenta cuando miraba la tribuna en el partido del viernes y veía a los hinchas de Ghana aplaudir en los penales y a los de Uruguay llorar. Tenemos que aprovechar esto para cambiar cosas que son fundamentales para trabajar como debemos”.

Hoy, a una década de aquella expresión en medio de la euforia que generaba lo que estaba sucediendo, vuelvo a detenerme en ese concepto y reafirmo que los uruguayos tenemos un plus que muy pocos ostentan y que si sabemos canalizarlo adecuadamente nos permitirá seguir viviendo experiencias como las de Sudáfrica 2010. Porque lo viviremos más allá del triunfo circunstancial, lo viviremos conceptualmente desde la solidaridad y el compromiso, como organización en el fútbol y como sociedad. Y el partido que le estamos ganando al covid-19 es un ejemplo más que los uruguayos juntos podemos lograr cosas muy importantes.

* Presidente de la AUF en el Mundial de Sudáfrica 2010