Nos encontramos en pleno mes de diciembre. En el lenguaje cotidiano hablamos de las próximas fiestas. Para los cristianos los días que se aproximan tienen un sentido profundamente religioso, como lo es el Yom Kippur en el judaísmo o el Mulud para los musulmanes. En este mundo nuestro globalizado nos respetamos mutuamente. No en vano quienes profesamos una creencia u otra sabemos que “fiesta” es un día que se celebra con mayor solemnidad que otros. Las fiestas cristianas son Navidad, Año Nuevo y Reyes.
Avanzará el mes de diciembre y con él llegarán también para mi los recuerdos. Vienen a mi memoria las tardes calurosas en los “Los pinos”, la casa de mis abuelos. Nueve días antes del ocho de diciembre sonaban las campanas de la parroquia cercana. Siempre había una flor para todas las niñas y niños que asistíamos a ella. Con voces, que ahora me parecerían desentonadas, avanzábamos cantando por el pasillo central los sencillos versos de “venid y vamos todos con flores a María”.
Tenía yo seis años, y no olvido mi primer árbol navideño. Fue con una rama de casuarina cuando la familia de las coníferas no estaban todavía en mi cabeza. La había cortado en un terreno baldío y con ella caminé llevándola en triunfo.
Los niños no sabíamos medir bien el tiempo. Las horas entre la cena y la media noche nos parecían interminables y eran solamente tres.
Llegó el momento de los regalos que estaban puestos al pie del arbolito. Hoy sé que simbolizan las ofrendas de unos hombres sabios y el cariño de unos sencillos pastores. Unos habían seguido una estrella y fueron a adorar a Jesús. Otros recibieron la gran noticia por boca de los ángeles mientras cuidaban sus rebaños. Un filósofo contemporáneo explica que el ser humano solo se realiza plenamente cuando se regala, cuando entrega a quienes tiene a su alrededor y cuando acepta los obsequios que le hacen quienes lo quieren.
Un villancico expresa maravillosamente el sentido de los regalos. Se trata de un hombre que no posee nada para llevar al recién nacido. Entre lágrimas percibe el latido de su corazón y se lo ofrece enternecido “para que le sirva de pañales”.
En el tiempo de navidad acostumbramos a visitar a nuestros familiares y amigos. “Muchas felicidades” son las palabras que utilizamos y al hacerlo les deseamos un bien.
Es lindo felicitarnos y es linda, también, nuestra alegría. En Japón, los cristianos festejan también la Navidad. Son pocos en comparación con toda la población. Sin embargo, ellos se visten con las mejores ropas y se reúnen en Noche Buena. El veinticinco de diciembre es un día laborable en la tierra de los cerezos.
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