El mundo del trabajo está pasando raya para tener claro qué modificaciones que trajo la pandemia quedarán en el tiempo y cuáles serán más de corto plazo. El rol del teletrabajo sigue siendo trascendental incluso en estos meses, cuando los datos dicen que todo se encamina hacia la nueva normalidad.
El sector que manejó mejor este aspecto fue el tecnológico, porque ya venía con experiencia en la aplicación del trabajo remoto.
Las firmas más tradicionales fueron las que debieron cambiar su modo de pensar y mostraron más reticencia. Esto es un desafío ahora, cuando muchas están decidiendo si vuelven a la presecialidad total o se encaminan a un régimen híbrido.
La fundadora de la consultora argentina Whalecom, Paula Molinari, explicó que las transformaciones más grandes se darán en cuanto al uso del tiempo y el espacio. Para la experta en recursos humanos, estos dos conceptos se han resignificado desde la perspectiva de las empresas y sus empleados.
Tras la pandemia, la mayoría busca más tiempo para poder articular la vida personal y el trabajo. “Hay mucha gente que quiere tiempo y no tanta plata”, dijo Molinari.
Puso como ejemplo que en algunas tecnológicas, el tiempo está apareciendo como un beneficio que se equipara con bonos de dinero. Agregó que conoce compañías que, dependiendo del desempeño del trabajador, le regalan algunos meses sabáticos para que pueda vacacionar. “Esto es porque la tendencia de bienestar no ha parado de crecer desde hace por lo menos 15 años”, explicó Molinari.
La pandemia aceleró este efecto de la mano del trabajo remoto, porque ahora el tiempo de trabajo de un empleado ya no es de la empresa, sino de la propia persona.
Al estar trabajando desde su casa, puede manejar sus tareas dependiendo de lo que tengan que hacer y coordinando también según otras actividades que vayan surgiendo, que pueden ser ajenas a su labor.
Ahora es cuando las empresas están decidiendo si vuelven al régimen anterior o siguen apostado al trabajo remoto.
Molinari comentó que, a su entender, lo mejor es dejarlo a consideración de los empleados y que no exista una determinación vertical por parte de los mandos altos.
Esto último es otro de los aprendizajes de la pandemia, porque las compañías se han vuelto “mucho más horizontales” que antes y eso es saludable mantenerlo.
No solo resulta atractivo para los nuevos empleados, que ingresan con la impronta de las generaciones más jóvenes, sino que la empresa gana dinamismo y le permite tomar decisiones con más agilidad que antes.
“Antes era al revés. Había una cuestión protocolar que hacía que los privados sufrieran por su propia burocracia. Hoy en día eso está cambiando”, detalló Molinari. En este proceso de ganar dinamismo, un valor fundamental es la autonomía que puedan ganar los empleados.
Si en líneas generales esto se logra, Molinari proyecta que en los próximos 20 años la región vivirá una importante reestructura en el empresariado.
Este punto viene aparejado de la forma de liderazgo que cada una de las compañías pueda lograr, ya que llegado el momento se verá si fue un acelerador o logró frenar la transformación.
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