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Lecueder: "Sería bueno que vinieran argentinos a Uruguay, pero todavía no se ven”
Puro ruido y pocas nueces; al menos, por ahora. Así lo reflejó el empresario Carlos Alberto Lecueder, director del estudio Luis E. Lecueder (Montevideo Shopping, Portones, Terminal Tres Cruces, Plaza Italia, WTC) cuando se refirió a la venida de los argentinos a Uruguay.
“Sería bueno que vinieran argentinos a Uruguay, pero todavía no se ven. Se habla mucho, pero yo todavía no tengo ninguno que venga a invertir debido a esta situación (de crisis sanitaria y económica)”, señaló Lecueder a El Observador.
Aclaró que sí están hablando con los argentinos que han invertido "siempre" en sus proyectos, “pero no como resultado de ninguna onda”.
Sus declaraciones ocurren en un momento en que, según las autoridades uruguayas, unos 25 mil argentinos ingresaron a Uruguay entre mayo y agosto, y en el que el cónsul uruguayo, José Luis Curbelo, reconoció en radio Mitre el incremento en las solicitudes de residencia por parte de los argentinos, ante lo cual el gobierno uruguayo intenta entregar unos cien permisos por semana.
El presidente de la Cámara Inmobiliaria de Uruguay está alineado con ese flujo de noticias al augurar que el segundo semestre de 2020 será el mejor de los últimos tres años en cuanto a las ventas, aunque va a contrapelo de la crisis generalizada en la región. Fundamenta que están recibiendo consultas en proyectos inmobiliarios de Montevideo, Colonia y Punta del Este.
Por citar ejemplos, dos de los varios proyectos de Lecueder tienen potencial de atracción de los argentinos en este momento: el “Carrasco Boating”, que es un proyecto de viviendas de categoría (dos torres y seis villas) en la zona del aeropuerto de Carrasco sobre el lago La Botavara, en el que se han invertido cerca de US$ 30 millones y cuya finalización se proyecta para mediados de 2022. Y el World Trade Center (WTC) de Punta del Este, cuyo movimiento depende en alto grado del turismo.
Los pies en la tierra
Muchos empresarios piensan que es lógico proyectar movimientos de nuevas inversiones o de gente que venga a vivir a Uruguay, porque este país es estable (a diferencia de una convulsionada América Latina), históricamente ha respetado las reglas de los compromisos económicos y de las inversiones, y ha hecho un buen manejo de la pandemia. No obstante, reconocen que este tipo de proceso es lento y multifactorial.
De hecho, Argentina ha sumado cepos a su compleja realidad. Las nuevas medidas cambiarias del Banco Central de Argentina representan más restricciones para su gente a la hora de acceder al dólar. Los gastos en divisas con tarjeta en el exterior pagarán un adicional de 35% a cuenta del Impuesto a las Ganancias o de Bienes Personales, más el 30% del “impuesto país”. En cuanto al cupo de compra de US$ 200 mensuales por persona se mantiene, pero los pagos en dólares que los argentinos realicen por compras en el exterior con tarjeta de crédito o débito pasan a computarse dentro del límite del cupo mensual.
Estas y otras medidas en Argentina no solo son un azote al turismo en Uruguay, sino que incrementan la especulación sobre el cambio y la devaluación, afectando a los negocios.
Por cómo vienen los vientos, la temporada no será masiva ni mucho menos. Uruguay deberá idearse para flexibilizar el ingreso de extranjeros manteniendo los logros que ha alcanzado en materia sanitaria y generar políticas y estrategias para captar recursos extranjeros y, sobre todo, que se concreten. Porque eso de que los negocios se hacen cara a cara, y no a la distancia, se mantiene.
En ese sentido, el gobierno uruguayo ya ha establecido ventajas tributarias para inversores extranjeros que cumplan determinados requisitos, entre otras medidas.
Llegado el momento, sí es claro que el turismo que venga, lo hará para investigar lugares para vivir o para invertir, más que para descansar o pasear.
