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Libertad y responsabilidad

Las reacciones de los gobiernos y de los ciudadanos son vitales para la mitigación o enlentecimiento de la propagación del virus
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22 de marzo de 2020 a las 05:00

Estos conceptos han aflorado en muchas oportunidades en estas columnas. No ha sido casualidad. Son parte del ADN de El Observador, tanto en su política periodística como en su accionar empresarial. Defendemos firmemente la libertad de todos y  consiguientemente pedimos y asumimos la responsabilidad que ello conlleva.

Esta no es una reflexión abstracta. Se aplica sin más y por completo a la situación actual que vive el país y el mundo. Uruguay es una isla en el mundo igualmente agitado. Pero no agitado por igual, ni Uruguay ni el mundo. La pandemia no afecta a todos por igual. Basta ver las cifras: Italia superó este jueves a China en número de muertos por el coronavirus, con 427 nuevos decesos en 24 horas que llevan a un total de 3.405, según un recuento de la AFP a partir de cifras oficiales.

Italia se convierte así en el país con más muertos por el covid-19, delante de China (3.245), Irán (1.284) y España (767). Italia, que registra 41.3035 casos, había registrado sus primeros decesos por la enfermedad el 22 de febrero.

Hace una semana, Italia tenía 1.016 muertos. Ese número se ha triplicado desde entonces. El país registra 56 muertos por cada millón de habitantes, delante de España (16 muertos por millón). China de su lado tiene 2,2 muertos por millón de habitantes. Por otro lado, está Alemania con 12.327 casos reportados pero solo 28 muertos, un 0.2% frente al 7.9% de Italia. Hipótesis muchas, quizá demasiadas pero una que surge es que Alemania tiene gran capacidad de hacer testeos, ya sea por vía pública o vía privada y eso le permite conocer más casos y más leves y tratarlos antes.

¿A que viene todo esto? A que cada país responde de una manera distinta y que los resultados son distintos. Y que los ciudadanos se comportan de maneras distintas y por ello hay resultados distintos. También los sistemas sanitarios son distintos y algunos colapsan y otros no. Como patrón de conducta se puede concluir, por ahora, que el testeo rápido y extensivo es fundamental (y en ese aspecto Uruguay viene retrasado porque el gobierno saliente dejó 100 kits y probablemente regaló algunos a China en esa ceremonia de ayuda que encabezó el Dr. Vázquez en el mes de febrero). Y el nuevo gobierno no tuvo ministro designado de Salud Pública hasta muy poco antes de asumir.

De ahí que las reacciones de los gobiernos y de los ciudadanos son vitales para la mitigación o enlentecimiento de la propagación  del virus. Y en ese sentido, la reacción del gobierno ha sido muy prudente a la vez que firme. El gobierno ha ido adelantando fases aunque la situación no era “tan grave”. Ha sabido “curarse en salud”, aunque hubiera podido ir más rápido en algunos casos como controles o protocolos aeroportuarios. Y ha sabido manejar el distanciamiento social sin imponer cuarentenas que no son soportables por mucho tiempo y que causan un grave impacto económico a quienes quieren proteger sanitariamente. Un país no puede vivir en cuarentena salvo que tenga un gobierno autoritario o un gobierno populista.

Hasta ahora el gobierno ha manejado muy bien la delgada línea roja entre las medidas sanitarias y sus efectos en la economía. Y debe seguir haciéndolo. No es tarea fácil pero sí posible. Es necesario proteger a la población pero mantener los motores económicos en marcha, aunque sea más lento, para que cuando pase la crisis se pongan a caminar más rápidamente.

Pero este grado de libertad que el gobierno seguramente también mantiene hasta por filosofía, requiere una gran responsabilidad de la ciudadanía. Requiere recluirse lo necesario para no afectarse uno ni afectar a lo demás. No puede haber más acciones como las del casamiento ni la del pasajero de Buquebús.

Manteniendo ese equilibrio entre libertad y responsabilidad, aplicando las medidas económicas prudentes que viene anunciando sin precipitarse el gabinete económico y extendiendo el testeo acopiando ventiladores para respiración asistida, probablemente se pueda superar estas fases de expansión del virus. Obviamente que dejarán huella, sanitaria y económica, pero es preciso lograr que la huella sea la menor posible. El gobierno puede hacerlo sin recurrir a medidas draconianas ni demagógicas si la ciudadanía actúa responsablemente y con solidaridad. Algunos escépticos dirán que es difícil. Pero es el eterno equilibrio entre libertad y responsabilidad. 

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