Opinión > EDITORIAL

Los desacuerdos en democracia

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24 de enero de 2020 a las 21:56

El funcionamiento saludable de una democracia se puede medir por la arquitectura institucional y leyes que sean garantía para la pacífica disputa política, algo que, por supuesto, depende de valores y normas de tolerancia no escritas que forman parte de la cultura política. Por ello es razonable que puedan surgir desacuerdos, como los que se hicieron evidentes esta semana, tanto entre los partidos que integran el futuro gobierno de coalición como en el Frente Amplio que, en muy poco tiempo, se convertirá en la principal fuerza de la oposición.

No es una tragedia, y no hay que dramatizar, que surjan desavenencias entre partidos políticos que se asocian para gobernar o una coalición de izquierda que todavía está procesando internamente la salida del gobierno nacional luego de 15 años continuos en el poder.

Pero ello no significa que haya que dejar pasar por alto controversias políticas que, si bien forman parte del juego democrático, pueden ser un caldo de cultivo para la inestabilidad si son mal gestionadas.

Es notorio que algunos partidos o sectores que integran el futuro gobierno “multicolor” tienen cierto recelo con Cabildo Abierto, que lidera el excomandante del Ejército, Guido Manini Ríos, cuya fuerza electoral lo convirtió en un socio importante del gobierno que presidirá Luis Lacalle Pou.

En estos días, hubo reacciones negativas del Partido Independiente y de sectores del Partido Colorado a una eventual candidatura de Manini Ríos como intendente de Montevideo. Y durante la campaña electoral hubo otras desavenencias por mensajes electorales de Cabildo Abierto.

Nos parece que el presidente electo tiene que estar muy atento a que no se marchite antes de tiempo la convivencia entre los socios de la futura coalición.

Hoy no hay certezas acerca del grado de entendimiento de los cinco partidos socios ni de cómo reaccionarán ante situaciones difíciles, por ejemplo, debido a cierta desconfianza entre algunos de ellos. 

Un gobierno sin mayoría parlamentaria necesita de socios que aceptan el riesgo en función de intereses propios, pero que se pueden horadar sin la confianza mutua.

No hablamos de sentimientos de afectos propios de una amistad, pero sí de la cordialidad para tender puentes y consustancial a un proyecto en común. Y ello es muy difícil sin un mínimo de confianza clave para el grado de profundidad de la cooperación.

Por el lado del Frente Amplio, se ha planteado una fuerte puja electoral interna por la influyente candidatura a la Intendencia Municipal de Montevideo, que en parte está reflejando el resultado electoral del balotaje, y los movimientos internos de un conglomerado que empieza a proyectar nuevos liderazgos.

De cómo la coalición de izquierda resuelva la postulación en la capital, del propio resultado de las elecciones municipales de mayo, y del debate interno de los próximos meses sobre el golpe electoral del balotaje, dependerá su estrategia política como partido de oposición. Y no es algo para subestimar por su fortaleza parlamentaria en el próximo período de gobierno en un país dividido en dos mitades.

El disenso es propio de una sociedad plural, pero las desavenencias con síntomas de patología, nos estaría hablando de una democracia enferma. Y eso es lo que hay que evitar que ocurra.

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