Eduardo Espina

Eduardo Espina

The Sótano > OPINIÓN

Los lectores que saben criticar, y los candidatos a la presidencia con poco sentido de autocrítica

La columna de hoy la escriben quienes a diario la leen
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14 de junio de 2019 a las 05:03

Tal como lo he repetido infinidad de veces, lo mejor que tiene esta columna, que en unas semanas cumple 15 años de publicación ininterrumpida, son los comentarios de los lectores. No los que dejan al final de la nota, porque ahí el espacio y el apresuramiento impiden el diálogo con ideas cualitativas, sino lo que mandan a mi correo personal, [email protected]. En todos estos años he contestado a absolutamente todos los correos. Ahí me pueden mandar correcciones, observaciones, discrepancias, agregados a lo dicho en la nota, etc. En fechas recientes han llegado unos cuantos correos, y buenos (gracias).

Un lector minucioso, con observaciones válidas, Jaime Página, escribió (lo copio entero, pues vale la pena, y abajo respondo): “El motivo de mis líneas es sobre tu artículo bajo el título "El peor fracaso de Tabárez". Si bien sobre el fútbol tenemos opiniones múltiples y personales que nos llevan a debates y discusiones muchas veces estériles, quería hacer una oposición a un pasaje del artículo en el cual comentás sobre la selección de 1970. Según tus palabras "...como la selección mayor en el mundial de México 1970, la cual, con un elenco carente de grandes figuras pero con una gran defensa, llegó lejos y estuvo cerca de eliminar a la mejor selección de la historia, la de Brasil en ese mundial." Si algo no era esa selección era carente de figuras, Rocha, Mazurca, Matosas, Cubilla, Cascarilla Morales, Ancheta, Mujica, Maneiro, Montero, Caetano, Cortés, Ubiña, jugadores que tenían varias finales de Libertadores entre 1961 y 1970 en la espalda, o sea, no podés decir que no había figuras, paseaban su fútbol por Sudamérica y en giras por Europa. Te digo más, para mí, fue el plantel más fuerte que vi en una selección, solo pudiéndosele comparar en fuerza y técnica a la de 1986. Podés preguntarle a cualquier periodista que haya conocido la época, nunca Uruguay tuvo tantos jugadores buenos reunidos en un mismo plantel”.

Página acierta en su observación. Yo debería haber contextualizado mejor mi comentario. A lo que aludía, en verdad, era al efecto de celebridad que tiene el plantel celeste actual, en relación al de 1970. No me refería tanto a estrellas en la cancha, sino a estrellas fuera de esta. Ninguno en ese plantel, tenía el estatus de iconicidad internacional que tienen varios integrantes del seleccionado actual. Concuerdo en que “Rocha, Mazurca, Matosas, Cubilla, Cascarilla Morales, Ancheta, Mujica, Maneiro, Montero, Caetano, Cortés, Ubiña”, eran figuras, pero eran poco en comparación con las actuales. Pruebas al canto.

En marzo pasado tomé un taxi en Londres, y el chofer, de Albania, me preguntó de dónde era. Cuando le dije que era de Uruguay, enseguida me dio el nombre de ocho futbolistas uruguayos, ocho, sic, que juegan actualmente en Europa. El albanés, hincha del Arsenal, comentó que Emery (entrenador del club londinense), era un ‘idiota’ por no poner siempre a Torreira de titular. En la actualidad, la selección uruguaya cuenta con uno de los mejores planteles de futbolistas talentosos del mundo. Pasará mucho tiempo antes de que pueda repetirse un grupo de uruguayos con tanta celebridad y reconocimiento global.

También llegaron varios comentarios relacionados a la columna reciente “En el Uruguay donde de eso no se habla”, respecto al descenso de los niveles de autocrítica en los actores de la vida nacional, desde la política hasta el fútbol. Los comentarios de los lectores han coincidido respecto a que el Uruguay de antes, modelo José Enrique Rodó, tan crítico con todo, está desapareciendo. Han escrito lectores de todos los partidos políticos, lo cual me parece sensacional, pues detesto, aborrezco, y rechazo la politización sectarista de los problemas nacionales. La desigualdad económica, la marginación social, la falta de acceso al mejor sistema de salud y de educación, la inseguridad, son problemas de todos, por lo que las soluciones deberían venir del consenso, de la buena fe, y de una visión de estado, no de partido o partidismo político. 

Lectores del Frente, del Partido Nacional y Colorado, me han escrito diciendo que “el descenso de los niveles de autocrítica” es un problema serio y en aumento, a cuyo agrandamiento ha contribuido también el periodismo actual, pues hay lectores que perciben que los periodistas han entrado en la farándula, ya que solo informan y que aportan pocos elementos para fomentar el desarrollo de la autocrítica colectiva, ese bien que debemos recuperar cuanto antes. Un lector, I. M., le pone la frutilla a la torta al afirmar: “Yo también perdí sentido de autocrítica. Antes era muy crítico con todo, pero ahora me he dejado llevar por lo que pasa a mi alrededor, hoy soy como todos los uruguayos”.

Quizá, sugiere al sesgo este columnista, deberíamos tratar de implementar un plan colectivo, con participación principalmente de quienes hoy aspiran a la presidencia del país y en los cuales no veo nada, absolutamente nada de autocrítica. Si la comenzaran a ejercer ya mismo, con rigor y persistencia, tal vez les creeríamos un poquitito más y el debate tendría ideas y argumentos, no solo meras opiniones a nivel de superficie.

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