La Fundación Pérez Scremini dirige el servicio de hemato-oncología que es un IMAE

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Pérez Scremini: los líos personales y políticos que derivaron en despido de un oncólogo; padres de pacientes se resisten

Un grupo de padres reclama que el oncólogo pediátrico Gustavo Dufort vuelva a realizar los trasplantes, él señala que su despido fue ilegal y arbitrario, ASSE le asignó un nuevo cargo; y la fundación y Castillo defienden lo actuado
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19 de agosto de 2021 a las 08:17

El despido del oncólogo pediátrico Gustavo Dufort y Álvarez de la fundación Pérez Scremini, resuelto en enero de 2020, sigue siendo hoy fuente de reclamos por el trasfondo que tiene el caso.

Dufort era el jefe del Servicio de Hematología y Oncología Pediátrica del Hospital Pereira Rossell desde diciembre de 2018 y había sido designado por la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE). El servicio es un Instituto de Medicina Altamente Especializada (IMAE) cuyos tratamientos son financiados por el Fondo Nacional de Recursos (FNR) y se rige por el derecho privado pese a funcionar en un hospital público. 

De ahí la complejidad de este caso que tiene como protagonistas además de a Dufort; al anterior jefe del servicio y fundador de la Pérez Scremini Luis “Ney” Castillo y a la comisión directiva de la fundación; a las autoridades de ASSE y del hospital Pereira Rossell; y a un grupo de padres que comenzó a movilizarse para pedir que el médico vuelva a atender pacientes y a hacerse cargo de los trasplantes que se realizan en el IMAE.

La desvinculación del especialista ocurrió dos meses antes del cambio de gobierno, y suscitó una serie de reclamos, planteos y una denuncia de Dufort ante ASSE que terminó archivada. Al asumir el nuevo directorio, presidido por Leonardo Cipriani, se encontró con el problema, y le asignó un nuevo cargo dentro del hospital en el área hemato-oncológica pero desde ese lugar no puede atender a los pacientes que están bajo la égida de la fundación

Los primeros en reclamar por el despido, al día siguiente, fueron los colegas del hospital Pereira Rossell que presentaron una carta en la que destacaron su “proficua carrera en el área de la hemato-oncología pediátrica”, su “gran dedicación y capacitación, así como excelente relación con pacientes, familias, colegas y colaboradores en sus tareas asistenciales” y que “ha contribuido a salvar la vida de centenares de niños uruguayos afectados por enfermedades graves de difícil tratamiento”. También la Sociedad Uruguaya de Pediatría pidió explicaciones a la fundación. 

Por su parte, un grupo de padres cuyos hijos son o fueron pacientes de la fundación, comenzó a movilizarse para pedir explicaciones y reclamar que el médico sea restituido. Esos padres entregaron una carta a El Observador en la que afirmaron que “la decisión arbitraria de la fundación de desvincular al Dr Dufort atenta directamente contra la salud” de los niños. “Entendemos que no se priorizó la importancia del rol que desempeñaba dicho profesional ya que es la persona con mayor formación en el área hemato-oncológica, además de contar con una vasta experiencia en trasplantes de médula ósea”, dijeron y apuntaron a que logró con “repetido éxito, mejorar la calidad de vida en niños y adolescentes”.

El Observador consultó a una decena de padres y argumentaron su molestia en que no se les dieron explicaciones sobre la salida del médico, que se enteraron al ir a la consulta donde los atendió otro profesional, que la atención ha decaído desde entonces y que falta atención y apoyo psicológico a los pacientes y a las familias.

Soledad Vilche, mamá de Juan Gabriel Martínez, fallecido el pasado 5 de abril, contó desde Minas (Lavalleja) que su hijo había empezado con el tratamiento en 2007 cuando tenía 3 años y le diagnosticaron un tumor neuroblastoma, cerca del riñón. Fue trasplantado en 2008 por Dufort. “Salió impecable hasta que tuvo una recaída en 2017. Siempre que estuvo Dufort se preocupó por él, y me apoyó, estaba en los mínimos detalles. Lo llamaba a cualquier hora y me atendía aunque estuviera de vacaciones en cualquier parte del mundo. Cuando lo despidieron y se enteró Juan Gabriel, que había tenido la tercera racaída, se le llenaron los ojos de lágrimas. Le pregunté a Castillo por qué lo habían echado y me dijo que tenía mal genio y no se llevaba con el grupo. Me dijo: 'Hice este hospital bloque sobre bloque no para que una persona me lo tire'”.

Vilche también reclamó más apoyo psicológico, y contención a las familias. Afirmó que la médica que trataba a su hijo le dijo que no había más nada que hacer y que “lo iba a poner a dormir”. Después de eso insistió en llevárselo a Minas y vivió tres semanas más en las que pudo hacer paseos, estar con los primos y divertirse.

En la misma línea de la falta de contención se expresó Pablo Campoleoni, papá de Ciro, quien falleció a los 13 años el 16 de marzo pasado. Campoleoni puso énfasis en que ha decaído el trato humano de los profesionales. Contó que su hijo había pedido que lo atendiera una enfermera en particular y las otras se ofendieron y se negaban a atenderlo. ”Quise que entrara una psiquiatra para que lo viera y no me dejaron, solo lo pudo ver una psicóloga”. “Esta es mi causa porque yo quiero que Dufort vuelva”, dijo tras explicar que lo despidieron seis meses después del trasplante de Ciro.
 
Campoleoni fue uno de los voceros que fue escuchado el miércoles 13 por la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados, junto a Dufort, para exponer el caso. Allí contó que Dufort los acompañó en un recurso de amparo que presentaron ante la Justicia para pedir un medicamento a Estados Unidos, porque la quimioterapia no había funcionado. “Si no hubiera ido él conmigo a pedir ese recurso de amparo, hubiese sido imposible para mí. Ello se logró y él hizo el trasplante; fue milagroso. Y, después, nos enteramos de que él no iba a estar más. ¡Fue tremendo!”, dijo. 

Los padres también se reunieron semanas con el director del hospital pediátrico Álvaro Galiana, a quien le plantearon que la atención de la fundación ha decaído desde el alejamiento de Dufort. Por otra parte, quienes dirigen el CTI del hospital se quejaron por problemas en el relacionamiento con los médicos de la fundación desde que no está el especialista a cargo del servicio. Galiana confirmó la existencia de ambas reuniones y el contenido pero prefirió no hacer declaraciones. Según supo El Observador, habló con la directiva de la fundación y con las autoridades de ASSE para que tomaran cartas en el asunto.

El ascenso y la caída

Dufort, que tiene en su haber unos 400 trasplantes de niños y adolescentes y es uno de los especialistas que más ha trabajado el tema en Uruguay, accedió al cargo de jefe del servicio por concurso organizado por la dirección del hospital. Castillo que ocupaba ese puesto había cumplido los 71 años y a los 70 los médicos deben retirarse de la actividad pública. 

En mayo de 2018 el Hospital Pereira Rossell lanzó el llamado. En ese momento el director del hospital era Federico Eguren y el director del hospital pediátrico Rodrigo Barcelona. Ambos fueron citados a declarar por las denuncias de ASSE por la empresa de ambulancias que operó en Bella Unión, aunque la Justicia no los encontró responsables como a su exsocio Marcos García. 

Castillo admitió que Dufort era su sucesor natural. Había sido su mano derecha casi 30 años y él mismo lo impulsó ante la directiva –”Yo influí para que la directiva lo considerara”, dijo–. “Por la capacidad de trabajo, por los méritos, por lo que había estudiado, porque tenía buena relación con los pacientes, Gustavo era muy probablemente el sucesor. El tema fue otro… Yo comprendía que él iba a dirigir y yo iba a estar al lado, impulsándolo”.

Pero eso no pasó.

Dufort afirmó que primero Castillo “intentó frenar el llamado”, y luego le propuso “mantener la estructura jerárquica”, es decir que él se mantuviera al frente. “Yo le dije que no. Que había cosas que quería hacer. El me dijo 'ya veremos'”, relató. Según Dufort, él quería darle otra “proyección” al servicio, “desarrollar la especialidad de la academia, formar gente”. Según Castillo, el problema estuvo en que él quiso actuar solo y no ser parte de un equipo.

En la denuncia presentada a ASSE en marzo de 2020, luego de ser despedido, Dufort dijo que desde que asumió el cargo, se dieron “una serie de apartamientos” al convenio interinstitucional suscrito con ASSE. “Desde entonces se me ha obstaculizado progresivamente por parte de las autoridades de la Fundación, o del personal contratado por esta (en particular por el Dr. Luis Castillo), el adecuado desempeño de las funciones propias de mi cargo”.

Ese convenio, al que Dufort hizo referencia, fue suscrito el 9 de enero de 2013 cuando Castillo se separó de la Peluffo Gigguens. En aquel momento diferencias de Castillo con el entonces presidente de la Peluffo, Jorge Bartesaghi, generaron la formación de la fundación Pérez Scremini y ASSE debió hacer un nuevo convenio, ya que el 99% de los médicos, entre ellos Dufort, siguió a Castillo. 

Según establece ese convenio, el jefe de Servicio será designado por la Dirección del Centro Hospitalario Pereira Rossell, y deberá ser funcionario dependiente de ASSE. Por su parte, la fundación financiará al personal necesario para el funcionamiento del servicio y se regirán por el derecho laboral privado, no obstante las personas que tengan cargo que dependan de ASSE se regirán por las normas de la administración pública (Tofup y otros). Según informó Cipriani a El Observador, por los servicios que presta la fundación ASSE le transfiere $7.752.383 mensuales (unos US$ 200 mil). A su vez, la fundación cobra un variable por los trasplantes del FNR –se realizan 1,5 trasplantes por mes– que paga entre $ 2 millones y $ 3,5 millones por trasplante, de los cuales el 35% va para la fundación y el 65% para el hospital.

Cipriani dijo que al asumir se encontró con este problema sin resolver por el anterior directorio y le quedaban dos alternativas: echar a Dufort de ASSE porque su contrato estaba a punto de vencerse, o buscarle otro lugar dentro del organismo. Por ley (articulo 256 de la ley 18.834) los contratos de ASSE se realizan mediante contrataciones provisorias que deben ser revisadas cada 18 meses por lo que podían haberlo desvinculado. Sin embargo, señaló, evaluando su capacidad y formación, decidieron mantenerlo. Por resolución del 13 de agosto de 2020 se lo designó adjunto profesional a la dirección del hospital pediátrico en el área de la Hemato-Oncología Pediátrica. “En realidad lo ascendimos porque pasó a ser adjunto a la dirección y acordamos con él y con la dirección que él viera a los pacientes que se atienden en el hospital”, dijo el jerarca.

Presidente de ASSE Leonardo Cipriani

Ante el planteo de que justamente no puede atender pacientes porque tiene prohibido el ingreso al área de la fundación, Cipriani dijo que "tiene toda la potestad de pasar visita y atender a los pacientes". “Acá desgraciadamente lo que pasó –y no podemos meternos– es un problema entre colegas. Si él accede o no a realizar los trasplantes tendrá que solucionarlo con la fundación. Una relación personal no puede tirar abajo los vínculos institucionales y no se puede romper el convenio con la fundación por un tema personal de alguien”, afirmó.

Por eso defendió la salida que se encontró porque de lo contrario "ASSE podría haber cortado el vínculo con la fundación lo cual no era beneficiario para los pacientes”. También respaldó el trabajo de la Pérez Scremini. “Nosotros nos quedamos tranquilos porque los pacientes están bien atendidos, acá no hay omisión de asistencia, los pacientes están correctamente tratados”.

Sobre el pedido de los padres, aseguró que los entiende. "No juzgo a los padres ni nos incomodan, al contrario. Es entendible por la relación médico-paciente que se genera y entiendo al doctor Dufort por el amor que tiene por los pacientes y por la profesión". 

Dufort dijo que valora el cargo pero extraña su trabajo. “Estoy en un cargo administrativo, no atiendo pacientes, apago incendios. No es lo mío, se me caen las lágrimas de firmar papeles", manifestó.

Además según su visión el área que dirigía “es un servicio de ASSE que se ha transformado en una empresa privada que tiene un dueño que se llama Ney Castillo y que tiene un consejo directivo que son sus amigos y que hacen lo que él dice". "Es un imperio donde él domina todo. Lo que no puede dominar son los terrenos que yo me gané”, afirmó.

Castillo dijo al respecto que “una vez en la cancha no dio la talla como líder”.  "Él era y es un tipo controvertido en cuanto a las relaciones humanas. Le decían el grado 6”, ironizó.  "No entendió que si la directiva no junta la plata y toma las decisiones que toma, no podemos funcionar. El equipo somos todos. El funcionaba prácticamente solo. Hubo muchas cosas... Empezó a decir que mi reducto, la oficina que tengo en internación, la iba a desmontar y que iba a ir él. Yo no tenía ningún problema pero no me podía enterar por los demás. Empezó a hacer nido con los más jóvenes y le dejó de hablar a los mayores, gente de 50 años".

Luis "Ney" Castillo era el jefe del Servicio pero al cumplir los 70 años se debió retirar

El presidente de la Pérez Scremini, Horacio Fernández Ameglio, quien fuera ministro de Salud Pública en el gobierno de Jorge Batlle (2000-2001) dijo que Dufort no comprendió que la comisión directiva de la Pérez Scremini es la que marca el rumbo. "Nunca fue un comité figureti, somos activos y estamos arriba de las cosas”, dijo. Agregó que Castillo “siendo el prócer de la cosa quiso que mandaran otros”. En cambio, Dufort  "pretendió apartar a Castillo, quien pese a estar retirado por edad no se iba a ir para la casa, cuando es la persona que más sabe del cáncer de niños". 

El presidente del consejo de administración de la fundación cuestionó el llamado de 2018 y dijo que fue “armado” por “el club de amigos” de Dufort, en alusión a la simpatía de los directores anteriores y de Dufort por el Frente Amplio. 

Castillo respondió que en su momento no lo vio así pero luego reconoció que el llamado “era prácticamente con nombre y apellido” y “no le daba la misma oportunidad a todos”. Los requisitos para presentarse eran tener un posgrado de pediatría y experiencia en el campo de la hemato-oncología, y según dijo, no le daba ventaja al que había hecho más posgrados. Igualaba a todos”.

El exgerente general de ASSE del momento en el que se hizo el concurso, Alarico Rodríguez, desmintió esas afirmaciones. “Era obligatorio hacerlo y se hizo con todas las garantías”. Uno de los tres miembros del jurado del concurso que pidió no ser nombrado, contó que se presentaron Dufort y el pediatra Julio Lorenzo y que se evaluaron varios ítems, se hizo un desglose por cada ítem y la diferencia de puntaje fue a favor de Dufort.

Según Fernández Ameglio la actitud de Dufort encendió las alarmas y motivó un planteo de su parte al entonces presidente de ASSE, Marcos Carámbula, en octubre de 2018, cuando todavía no se había firmado la designación de Dufort. Según su versión, Carámbula coincidió en que eso no podía pasar y se abrió una instancia de negociación para buscar una solución que permitiera mantener a Castillo. Carámbula no atendió las consultas de El Observador.

Para ese entonces la directora del hospital era Victoria Lafluf, quien había ingresado por concurso, y fue la encargada de llevar a cabo la negociación. Finalmente se firmó un acuerdo por el que se nombraba a Castillo médico asesor del servicio. 

Según el acuerdo de diciembre de 2018, ambos (el jefe de servicio y el médico asesor) debían reportar al consejo de administración. El médico asesor, en acuerdo con el jefe de servicio, tendría entre sus cometidos “planificar, coordinar e implementar el modelo de atención médica”, “asesorar al personal médico en casos complejos” y participar con el jefe del servicio en tareas de formación e investigación.

Dufort aceptó a regañadientes. “Cuando leí mis funciones y las de él claramente se superponían e incluso él tenía más poderes, era más de lo mismo. En ese momento tuve un enfrentamiento con la directiva”, relató. 

Lafluf señaló que se trató de un proceso "muy doloroso" que abarcó a dos administraciones y se extendió en el tiempo. Pero coincidió con Cipriani en que la salida fue acordada con las partes y la manera de evitar perjudicar el servicio. Además dijo que ve como "una fortaleza" tenerlo adjunto a la dirección y una muestra de cuánto se lo valoró.

Ante la consulta de cuáles son las tareas concretas que realiza dijo que es "un referente técnico" y que como tal debe "supervisar el servicio de hemato-oncología". Servicio al que no puede ingresar. 

La gota que derramó el vaso

El punto de quiebre para el despido de Dufort fue un planteo que realizó en junio de 2019 para integrar el servicio de cuidados paliativos del hospital a la fundación. Ese servicio es dirigido por la pediatra Mercedes Bernadá, quien además es esposa de Jorge Quian, subsecretario de Salud Pública en ese momento.

Dufort dijo que lo hizo "absolutamente convencido". "No hay nadie que esté dentro de la medicina que pueda discutir el papel que juegan los cuidados paliativos. Yo quería utilizar la estructura del hospital que es muy buena y formar a una de las médicas que trabajaba con nosotros para que fuera la que mediara ahí… Castillo se levantó y me quiso agarrar a las piñas”, relató.

Castillo admitió que se levantó indignado porque era un tema que ya se había discutido internamente y “estaba resuelto”. Fernández Ameglio dijo que “el grupo de médicos de la Pérez Scremini –no sólo Ney– los doce médicos habían definido, con Dufort presente, que los cuidados paliativos los hacía la fundación y nadie externo. Fue desagradable, yo le pedí perdón en nombre de la directiva, Ney me pidió perdón a mí. Él fue a hacer la denuncia a la dirección del hospital…”

Castillo opinó que con ese planteo Dufort "trató de ganarse la simpatía de Quian y Bernadá, de los que estaban en el poder". "Para mí fue la gota que derramó el vaso. Le dije que era un traidor porque no fue lo que habíamos convenido. Me paré a los gritos porque no esperaba eso”, relató.

“Acordamos que tenemos los mejores cuidados paliativos. Dijimos: ‘además de lo que nosotros hacemos vamos a tratar de hacerlo mejor, tenemos los recursos y habíamos mandado a una médica al Saint Jude (Estados Unidos) a hacer el mismo curso que hizo Bernadá. Tenemos psicólogos, asistente social y nuestro psiquiatra, recursos para ir al domicilio de los pacientes todas las veces que sea necesario. Tenemos cuidados paliativos y los hacemos con mayor certeza del conocimiento de la hemato-oncología pediátrica. La enfermera que ellos tenían no tiene idea de lo que es la oncología”, zanjó. 

Después de las disculpas por el episodio acordaron seguir trabajando. Pero –hay coincidencia de los implicados– ya no fue lo mismo. No volvieron a reunirse y el vínculo se fue deteriorando, hasta que el 29 de enero la directiva lo convocó para comunicarle el despido.

El especialista entendía que al tener un cargo público la fundación no podía despedirlo y fue a hablar con el directorio de ASSE. Se reunió con Carámbula, Marlene Sica y Alarico Rodríguez. “Ellos me dijeron que me iban a respaldar, que yo había hecho el camino legítimo de llegar a un cargo de jefatura. Y aparte el convenio si hay una cosa que deja clara es que al jefe de servicio lo pone ASSE y lo saca ASSE”, explicó Dufort.

ASSE convocó a la fundación y sus jerarcas les comunicaron que no darían marcha atrás. Sobre esa reunión hay distintas versiones. Fernández Ameglio y el gerente de la fundación Guzmán Nion aseguraron que ASSE los respaldó. Alarico Rodríguez dijo que se “respaldó a Dufort" pero admitió que la directiva planteó dificultades de relacionamiento por lo que hubo que establecer "un mecanismo de funcionamiento”. “Era un cargo de ASSE, pero hubo que llegar a un acuerdo por el que Dufort no era el director total”, admitió.

Con el respaldo de ASSE, Dufort volvió al hospital y continuó trabajando seis meses más. “Iba a pasar visita, llevaba adelante los trasplantes, llegué a hacer algún ateneo. Pero después empezaron los otros mensajes, tenía reuniones con el equipo y me decían que no podían venir porque no los dejaban reunirse conmigo. Ahí empezó el mobbing”.

Nion cuestionó esa afirmación. "No hubo ni acoso laboral ni mobbing, era una situación incómoda, él quería dirigir gente y ya no era el jefe. El que paga manda, ya no dependía de nosotros. Si lo despedimos era para que no dirigiera más al personal”. 

Tanto Nion como Fernández Ameglio destacaron que se asesoraron con juristas que respaldaron su accionar. Dijeron que informes de los catedráticos Eduardo Ameglio y Graciela Ruocco avalaron el despido.

También negaron rotundamente que Dufort sea el único capacitado o el mejor en los trasplantes, y aseguraron que la atención de los niños no se vio afectada. “Con respecto a los pacientes no cambió nada. Cuando se fue reforzamos el equipo de trasplantes con Carolina Pagés (nombrada encargada), Inés Pereira y Magdalena Schelotto. Duplicamos las horas de policlínica, la atención de los pacientes que se van a trasplantar o se trasplantaron, ahora hay dos días de atención”. Destacaron que se hicieron 16 trasplantes después de la desvinculación de Dufort. Una paciente falleció y los otros 15 están cada uno en su proceso. 

Por último, destacaron la contratación del oncólogo argentino Guillermo Chantada, recientemente nombrado presidente de la sociedad internacional de oncología pediátrica, como "un salto de calidad".  "Es Messi, iba a trabajar tres días en Uruguay (antes de la pandemia), iba a venir a dirigir la parte científica, académica, colaborar con la gestión", dijo Nion.

Pediatras del hospital contaron que a los pocos días del despido de Dufort fue presentado Chantada. Castillo admitió que esa contratación forma parte de pensar "el mundo sin él". Aunque todavía no piensa en retirarse, dijo que lo ve como su sucesor. "Me encantaría que él se quedara definitivamente acá. Tiene todos los secretos de la profesión y es un tipo muy empático", dijo. 

¿Un nuevo convenio?

Tanto las autoridades de ASSE como la comisión directiva de la fundación saben que este no es un tema saldado. Y debido a la movida que iniciaron los padres el tema vuelve a estar sobre la mesa. La comisión de Salud de Diputados decidió pedir explicaciones a los jerarcas y convocarlos luego de votar la Rendición de Cuentas que los mantuvo ocupados esta semana. La comisión de Salud del Senado también escuchó este martes a los padres y al médico.

Este miércoles Cipriani se reunió con Lafluf para abordar el tema y repasar lo actuado. Consultado al respecto, el jerarca dijo que pretende trabajar un nuevo convenio y “obviamente Dufort va a participar porque es un jerarca de ASSE que tiene que cumplir la función para la cual el Estado le está pagando”. “Tenemos un cargo de adjunto de dirección, por lo que va a tener que arreglar el problema. Nosotros le seguimos manteniendo la confianza, es un cargo de confianza”, dijo.

Por su parte, Fernández Ameglio afirmó que son proclives a modernizar el convenio. “Yo soy de la idea de que la fundación ha crecido y tiene una autoridad moral diferente por la cual hay que generar un nuevo ámbito en el cual participe la dirección del hospital en la planificación anual, que nosotros seamos evaluados y reportemos”. Para ello propuso crear una especie de mesa de trabajo en la cual participe la dirección del hospital, y la dirección del hospital pediátrico junto a la fundación para evaluar los problemas interinstitucionales. "Es lógico que haya una mesa y que incluso Dufort pueda participar. Dado el cargo que tiene actualmente él podría ser el representante del hospital pediátrico. No tenemos ningún problema”, aseguró.

Los niños y el cáncer

Un estudio poblacional del cáncer en niños y adolescentes, publicado por Dufort este año pinta el panorama de la enfermedad en Uruguay entre 2008 y 2012. Reveló que en ese período se diagnosticaron 504 pacientes, de los cuales 288 (57,9%) fueron tratados en el Servicio de Hemato Oncología Pediátrico del Pereira Rossell. De éstos niños sobrevivieron 208 (72,2%), mientras que la sobrevida en los 216 pacientes tratados en otros centros fue de 67,8%.

La leucemia linfoblástica aguda (LLA) fue la enfermedad más frecuente con 118 nuevos casos entre 2008 y 2012, de los cuales 97 sobrevivieron (82,2%). 

En el período 2008-2012 la tasa de sobrevida global a cinco años fue 70,6%, significativamente mayor a la del período 1992-1994, que fue 54,7%.Esta tasa de supervivencia actual en Uruguay es similar a la que Estados Unidos tenía 
en el período 1987-1989. En Estados Unidos la tasa de sobrevida a cinco años de los pacientes diagnosticados en los períodos 2005-2009 y 2010-2016 fue de 83,5% y 86,5%, respectivamente. Esto corresponde a una tasa de mortalidad de 2,2 por 100.000, mientras que en Uruguay, en el período 2008-2012, la tasa de mortalidad fue de 4,0 por 100.000.

La disminución de la tasa de mortalidad por cáncer (0-14 años) en Uruguay entre los períodos 1992-1994 y 2008-2012 (6,2 a 4,0 por 100.000) fue principalmente debido a la disminución de la mortalidad por LLA (1,65 a 0,58 por 100.000), como resultado de una tendencia de incidencia más o menos estable, pero con una mejoría en la sobrevida de 53,4% a 82,2%.

Sin embargo, los resultados en LLA son todavía inferiores a los logrados en países desarrollados, afirma el trabajo.

Agrega que el desarrollo de la hemato-oncología pediátrica en Uruguay tuvo un gran impulso a partir de la década de 1990 con el inicio de los trasplantes de progenitores hematopoyéticos en el año 1996 (padres o madres que donan médula a sus hijos). También destacó la participación de Uruguay en ensayos clínicos cooperativos en patologías como la LLA, linfoma de Hodgkin, osteosarcoma, sarcoma de Ewing y retinoblastoma, una práctica iniciada a principios de la década del 2000.

La radioterapia cumple un rol preponderante en el tratamiento de muchos cánceres en pediatría y este es un campo donde todavía no contamos con la tecnología más adecuada en el CHPR. Otras limitaciones señaladas están en el campo de la biología molecular, y en el diagnóstico preciso de algunos tumores sólidos.

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