L. Carreño

Los números ya no asustan y el gobierno busca el tono para un mensaje más fuerte

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04 de diciembre de 2020 a las 14:37

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Hace dos semanas, cuando los números de contagios ya se habían empezado a descontrolar, te decía aquí en EnClave, que al gobierno le faltaba un mensaje contundente, como el que había logrado tener con tan buenos resultados en los primeros meses de la pandemia.

En esa época, la comunicación no solo era buena en los contenidos, sino también en las formas y en los tiempos: conferencias de prensa en horario central, explicación de los números, de la situación, de las medidas y de las recomendaciones muy contundentes.

Según una encuesta de Equipos que contrata el gobierno, en el mes de abril, el 70% de los uruguayos tenía como principal preocupación el covid y la posibilidad de contagiarse. La última cifra que recibió Presidencia de esa misma encuesta, el mes pasado, indica que hoy solo el 23% de los uruguayos marca como principal preocupación un posible contagio de coronavirus.

Este dato es la comprobación empírica de algo que vemos todos nosotros en la calle, en nuestros trabajos, en la vida cotidiana: le perdimos el miedo a la enfermedad.

No hay duda que era insostenible mantener en el tiempo el bombardeo mediático que hizo el gobierno en los primeros meses. Luego de controlada la situación, es lógico que se aflojara la cincha de la comunicación y se pasara a otros temas, como bien se resolvió.

Pero desde que los números de contagios empezaron a mostrar una tendencia creciente en el entorno de la semana previa a las elecciones departamentales, la Marcha de la Diversidad y el Día del Patrimonio, el gobierno estuvo prácticamente ausente en dar señales fuertes de empezar a cuidarse.

Sin embargo, esta semana, cuando luego de analizar los números con los expertos comprobaron las posibilidades de pasar a un nivel de riesgo naranja en las próximas semanas, el presidente Luis Lacalle Pou decidió liderar una conferencia de prensa con anuncios y mensajes.

Los anuncios están todos explicados aquí y generaron diversas reacciones. Hubo quienes se quejaron porque las restricciones los afectan directamente, otros las aceptaron como un mal menor en función de lo que puede pasar si no hay restricciones, y otros incluso las ven como muy soft (“¿el covid se contagia hasta las 12?”, se preguntan algunos burlonamente por la medida de los bares).

Pero no me voy a concentrar en analizar las medidas ni su efectividad para el fin buscado, que es lograr bajar la curva de contagios antes de las fiestas. Sí me centraré en la comunicación y los mensajes de la última conferencia.

Qué dijo el gobierno

La contundencia de las conferencias de los primeros meses estuvo en que, más allá de los anuncios que había para hacer cada semana, el gobierno tenía un mensaje claro, contundente y repetitivo: “Quedate en casa”. Hoy ese mensaje no es replicable, al menos por ahora. Por eso encontrar el punto intermedio entre ese pedido y seguir como siempre, es todo un desafío.

De todas formas hay algunos aspectos básicos que, al menos en esta última conferencia, no se cumplieron si el objetivo era pedirle a la ciudadanía reducir la actividad extra laboral y bajar la cantidad de contactos semanales.

Este trabajo presentado por el BID en abril realiza recomendaciones para la comunicación pública bajo una lógica de la “economía del comportamiento”. ¿Qué quiere decir esto? Que todos los ciudadanos tenemos sesgos conductuales a la hora de actuar y que influyen en nuestro comportamiento.

Por ejemplo, podemos tener un sesgo de statu quo o de inercia, definido como “la tendencia humana a mantener el estado actual de las cosas que te puede llevar a considerar que cualquier cambio es una pérdida". Ejemplo de esta semana, los gimnasios.

Hay otros dos sesgos que tienen mucha relación con la actitud de quienes siguen con sus rutinas habituales sin ningún temor porque creen que a ellos no les va pasar. Ahí operan los sesgos de “exceso de confianza” o de “optimismo”.

También podemos tener un sesgo de sobrecarga cognitiva. Ello ocurre cuando “el volumen de información ofrecido excede la capacidad que tiene la persona para procesarla, dado que la atención y la memoria son limitadas".

En la conferencia de esta semana, el gobierno parece haberse olvidado de ese último sesgo, cuando intentó que, en un minuto y cuarenta segundos, el matemático Fernando Paganini explicara la gravedad de la situación que afronta Uruguay.

Paganini dijo allí cosas muy fuertes y relevantes. Pero a esa velocidad y sin profundización, el mensaje difícilmente pudo ser decodificado por la ciudadanía como tal.

Otro mensaje que fue en un sentido diferente al que el gobierno pretendía con los anuncios de restricciones lo dio Lacalle.

Si bien dijo que no quiere ser “autocomplaciente”, el presidente comparó los números de Uruguay con los de sus vecinos. “Si hubiéramos seguido el derrotero de los vecinos, tendríamos 100 mil casos y 3 mil muertos”, dijo. Lo hizo para destacar el esfuerzo de la ciudadanía hasta ahora. Pero su mensaje también pudo activar en algunos, sesgos de exceso de optimismo y de confianza, así como de statu quo y de aversión a las pérdidas.

Otro elemento de la conferencia, que puede ser leído por la ciudadanía como contradictorio con el pedido de “cuidar las marcas”, son los mensajes respecto a la economía y a los riesgos de tener que “quedarse en casa” y que el trabajo caiga.

La misma noche de la conferencia el gobierno presentó un spot, que, si bien tiene la intención de alentar a la ciudadanía que puede verse cansada, no deja ningún mensaje respecto a cuidarse más o reducir los riesgos.

Por el contrario, pide dejar esas imágenes de las ciudades desoladas atrás y no bajar los brazos. Pero no aprovecha los valiosos minutos de tanda en los canales para dar ninguna recomendación concreta.

Primeros efectos y cambio de tono

Por lo pronto, las primeras señales después de los anuncios del martes no son alentadoras. No lo digo por los números, que siguen empeorando, porque el efecto de eso demora en verse. Lo digo porque en las calles nada cambió. Miércoles, jueves y hoy, al menos en Montevideo, la movilidad no parece haberse visto reducida y así lo indica la venta de boletos.

El gobierno parece haber tomado nota de estas primeras reacciones y este viernes empezó a buscar un tono más fuerte. El secretario de la Presidencia, Álvaro Delgado, fue mucho más contundente. En declaraciones a radio Sarandí habló de algo clave: “bajar la movilidad”.

Dijo que si no se logra eso y si no se bajan los contagios, el 18 de diciembre, cuando se evalúe la situación, se podrán tomar medidas más duras. “El 18 de diciembre se va a definir qué tipo de fiestas tendremos y qué tipo de verano tendremos”.

Hay otro aspecto que ha sido de fuerte discusión política en las últimas semanas. En la oposición le recriminan al gobierno que los buenos resultados de la pandemia se los adjudica como propios, y en los malos le tira la responsabilidad a la ciudadanía.

Si bien puede ser un tanto injusta la crítica, en un aspecto donde el gobierno tiene prácticamente el monopolio de la fuerza es en la comunicación y en los mensajes. Y allí todavía tiene mucho para hacer para que la ciudadanía sí pueda ser más responsable.

El secretario de la Presidencia mostró un camino de endurecimiento respecto al mensaje del martes; habrá que ver si lo siguen.

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