Estilo de vida > SE EDITÓ "MARAVILLOSOS MUNDOS LITERARIOS"

Los principales mundos que marcaron la literatura universal, todos juntos

Desde Camelot hasta la Tierra Media, un libro guía los viajes en la ficción
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17 de marzo de 2018 a las 05:00
Llegué a la Tierra Media el día que cumplí 8 años. Ya había viajado por otros paisajes fantásticos –Hogwarts, Narnia, Camelot–, pero aquella tierra peligrosa, maravillosa y repleta de criaturas extrañas era todo lo que necesitaba por aquel entonces. Mientras devoraba ávido cada página del primer tomo de El Señor de los Anillos, la certeza de que había encontrado un lugar con el que soñar era cada vez mayor. Y no solo me sucedía a mí, como descubrí más adelante, sino que muchos otros lectores también estaban creciendo en los primeros días del nuevo milenio leyendo las páginas de Tolkien. Supongo que ellos también recuerdan casi de memoria las frases de los lectores ilustres que llegaron a Frodo mucho antes y que quedaron inmortalizadas en el anverso de las ediciones blancas de Minotauro.

Hoy, busco esas citas en internet y me llevan a las Minas de Moria, al Bosque de Lothlórien y a la Comarca. Me doy cuenta de que una de las frases, la más potente, es del cineasta español Alex de la Iglesia. "Mi declaración no es imparcial. Soy el clásico adicto a El Señor de los Anillos. Desde los 12 años lo leo cada año. Lo tengo en mi mesita de noche, y cuando no lo leo, huelo sus páginas, las humedezco con mis lágrimas, me froto mis carnes tolendas con los lomos de sus tres volúmenes".

Entiendo a De la Iglesia. En sus palabras hay amor. Fascinación. Lo entiendo porque me pasa. La Tierra Media impactó su cabeza infantil como un misil teledirigido; también impactó en la mía. No hubo marcha atrás. Era un mundo imposible y, a la vez, muy cercano.

Épico. Imperecedero.

Antes de abrir el libro, sin embargo, ya sabía con qué me iba a encontrar. Había pasado muy poco tiempo desde que, después de insistir como solo los menores de 10 años pueden hacerlo, había visto la primera película de la trilogía que Peter Jackson había llevado al cine. Me asusté con el nacimiento de los orcos en sus úteros de baba y miré para otro lado. Me costó, pero me maravilló; fue un bautismo necesario para que después, en las páginas, entendiera que pocas veces iba a conocer un mundo tan fascinante como aquel.
Quienes viajaron con Frodo, Aragorn, Beowulf, Arturo, los Pevensie, Ulises, Sigurd o Brunilda pueden pasear por las tierras literarias más famosas y relevantes
Fue gracias a la gigantesca adaptación del director neozeolandés que la Tierra Media de Tolkien alcanzó una popularidad impresionante, casi tanto como la que tuvo entre los hippies en la década de 1960. De un día para el otro, aquel sitio volvió a ser el mundo literario más famoso y sus historias volvieron a ser un objeto de culto en el mundo real. Como suele pasar, impuso su moda de héroes medievales fantásticos, y otras tierras que habían sido olvidadas –o que algunas generaciones ni siquiera conocíamos de nombre– empezaron a resurgir de su sepulcro literario.

Pasó con Narnia, que aprovechó el envión y hasta llegó al cine (y fracasó). Con Philip Pullman y el mundo ateo de la Materia Oscura, que alcanzó la distribución en español y también llegó al cine (y fracasó). También con la leyenda nórdica de Beowulf –fuente de la que bebió Tolkien–, que salió de los círculos más académicos. Y con el anillo del nibelungo de Richard Wagner y el Mundodisco de Terry Pratchett. Y, obviamente, también hubo imitadores. Trojas de argumentos que se parecían a El Señor de los Anillos y que apenas arañaban su grandeza.

El Señor de los Anillos incluso despertó al rey Arturo, el héroe medieval por excelencia, que pasó a los primeros estantes de las librerías con nuevas reencarnaciones que abordaban sus leyendas desde los puntos de vista más disímiles.

Fueron muchos los que crecimos a la sombra de aquel resurgir de la fantasía y hoy, cuando la norma indica que ese tipo de literatura ya no es la más popular entre los jóvenes y los niños –que ha caído en favor de otro tipo de libros–, hay una oportunidad de volver a pasear por esos mundos fuera de sus páginas. Hoy, aquellos que viajaron con Frodo, Aragorn, Beowulf, Arturo, los Pevensie, Ulises, Sigurd o Brunilda pueden pasear por el mapa de algunas de las tierras más famosas y relevantes de la literatura. Y esa posibilidad surge con Maravillosos mundos literarios, una propuesta que acaba de llegar a las librerías locales.

Guía de viaje

La travesía por las tierras fantásticas de Maravillosos mundos literarios tiene cinco grandes partes: Mitos y leyendas de la antigüedad, Ciencia y romanticismo, La edad dorada de la fantasía, El nuevo orden mundial y La era de la informática. Cada una tiene mitos, leyendas, historias orales, publicaciones editoriales y expansiones en otras plataformas.

El tour comienza con uno de los mitos primigenios del hombre: Gilgamesh, un poema babilónico que se cree que es una de las primeras obras literarias de la historia. A él le siguen varias obras que, de alguna manera, moldearon la literatura en sus inicios. Aparecen, por ejemplo, los viajes de Ulises, los mitos de Ovidio, Beowulf, Las mil y una noches, las historias de Odín, Thor y Loki; la Divina Comedia de Dante y La tempestad de Shakespeare.

Como si fuera una especie de bus turístico, al mirar en sus páginas impares pueden verse mapas e ilustraciones espectaculares, mientras que en las pares quienes estén más deseosos de profundizar en sus autores o la característica de su publicación pueden hacerlo en pequeños y accesibles resúmenes.
Es en esta parte del libro donde se encuentran algunos de los datos más sorprendentes, que se conocen casi tan poco como las historias en las que se enmarcan. Por ejemplo, el lector podrá enterarse de que la palabra "eco" viene de una ninfa homónima que fue condenada por los dioses a ser invisible y repetir varias veces la última palabra que escuche. O "hermafrodita", una criatura que surgió de un abrazo entre un hombre y una ninfa del agua.

Una vez que se deja atrás el oscurantismo de las edades y deidades antiguas, el viajero se encuentra con un panorama más conocido. Por allí, correteando entre los capítulos aparecen Gulliver, Alicia y el conejo, las valquirias de Wagner, Dorothy y el Mago de Oz y los personajes de Mark Twain.
Desde los futuros desolados de 1984 o Fahrenheit 451 hasta las tierras medievales de Narnia y El Señor de los Anillos, El nuevo orden mundial es un paseo por obras claves para entender el mundo de hoy
A partir de allí, el lector ya entiende cómo funciona el viaje y acelera, porque el paisaje ya es reconocible y más cómodo. Surgen las primeras distopías (Dellas, un mundo femenino; Un mundo feliz) y también historias que hoy ocupan un lugar preponderante en la cultura universal, como El principito, El castillo y Los mitos de Cthulhu.

Con estas apariciones, la ruta por estos mapas deja de ser sinuosa y poco iluminada, y los carteles de los márgenes van anunciando que la urbanización literaria se acerca. El destino está cada vez más próximo.

Siguiendo por esa línea, a medida que las obras son más contemporáneas, hay más dibujos, grabados, mapas y hasta instantáneas de sus respectivas adaptaciones al cine. Desde los futuros desolados de 1984, Fahrenheit 451 y La naranja mecánica, hasta las tierras medievales de Narnia, El Señor de los Anillos y La princesa prometida, todo en el capítulo referido a El nuevo orden mundial es un paseo por obras claves para entender el mundo en el que vivimos hoy.

Asimov, Orwell, Bradbury, Rulfo, Burgess y Pierre Boulle; todos se animaron a plasmar en el papel los futuros inciertos a los que el convulsionado siglo XX los invitaba a imaginar. Llenos de referencias a la situación de sus sociedades, estos títulos marcaron un antes y un después en la ficción.

Más cercanos en el tiempo pero igual de influyentes son los títulos que componen la última parte del libro. Enmarcada en la era de la informática, allí esperan símbolos de nuestro tiempo, nombres contemporáneos que publicaron algunas de sus obras maestras en nuestras décadas. Allí emergen Stephen King y el Mundo Medio de La Torre Oscura; Pratchett y el Mundodisco, Neil Gaiman y su colosal Sandman; David Foster Wallace y La broma infinita; los fenómenos de Harry Potter y Game of Thrones; Margaret Atwood y El cuento de la criada. Y con Salman Rushdie el lector llega, por fin, a destino.

Maravillosos mundos literarios es un viaje que todo seguidor de la ficción universal debería hacer una vez en la vida. Aproximarse de manera tan exhaustiva al detrás de escena de algunas de las historias que pautaron la cultura universal es una empresa importante y la cantidad de colaboradores detrás de este volumen lo demuestra. Sin contar a la periodista Laura Miller, que trabajó como compiladora, el libro requirió la participación de más de 40 expertos en literatura.

Para algunos, esta revisión puede ser un mero ejercicio informativo, que llenará huecos de conocimiento que hasta el momento el lector no sabía que tenía. Para otros, dar vuelta una página de este libro puede convertirse en un viaje adonde todo empezó, a aquel día de otoño cuando el sonido del papel de regalo rasgándose era lo único que se escuchaba y el lomo blanco y dorado de La comunidad del anillo aparecía entre sonrisas de dientes de leche y agradecimientos infantiles mañaneros.

Maravillosos mundos literarios
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Maravillosos Mundos Literarios
Autora: Laura Miller (coordinadora)
Editorial: Blume
Páginas: 318
Precio: $ 1.350

Dos casos uruguayos

Juan Carlos Onetti
Uno de los lugares claves de la ficción uruguaya es la ciudad de Santa María. Allí, Juan Carlos Onetti situó varios de sus relatos más emblemáticos, como La vida breve (1950), obra que se puede mencionar como la "fundadora" de esta ciudad portuaria que homenajea de manera nostálgica a Montevideo. Onetti revisitaría este lugar numerosas veces y llegaría a instaurar una trilogía dedicada especialmente a este sitio: La vida breve, El astillero y Juntacadáveres.

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En 1993 Onetti publica Cuando ya no importe, la última novela que tendría su firma y con la que volvería a su hogar de la ficción.

Sobre esta mítica ciudad escribía en 2014 Juan Manuel García Ramos, en El País de Madrid: "Al convertir Onetti a Montevideo en literatura, Santa María se erigió en imperecedera. Nadie podrá arrebatarle a Onetti el mérito de descubrirnos que en las ciudades latinoamericanas también suceden las epopeyas que nos enseñan a vivir. Aunque sea desde el descreimiento más radical. La marca Onetti". Para muchos seguidores de las letras latinoamericanas, Santa María juega hoy a la par de la siempre vigente Macondo.

Gustavo Espinosa
En la otra punta de Onetti, Gustavo Espinosa no creó un nuevo escenario para sus historias, sino que abrazó su propio origen olimareño y erigió su literatura en torno a su querido Treinta Y Tres. El departamento, su capital, su gente, son el núcleo de cada una de sus novelas, que demuestran que el interior puede resultar un semillero de historias tanto o más interesantes que las que surgen en la capital.

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Espinosa, que sigue viviendo y dando clases en su departamento, asegura que no buscó llegar a un realismo mágico de sede permanente, sino que sus obras aparecen allí por una cuestión de comodidad y necesidad de las tramas que prefiere hilvanar en sus libros. "No busco el costumbrismo ni la mitología de aldea. Creo que si una escritura es potente deberá trascender su localismo, su particularidad o subalternidad, deberá tender (aún sin proponérselo) a lo que podríamos llamar, con el correspondiente entrecomillado, cierta 'universalidad'", dijo en 2013 a un medio español.

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