Resulta muy difícil evaluar la gestión de un nuevo gobierno en ese ciclo clave que suelen ser los primeros cien días de su gestión, cuando el contexto en el que asumió el mando es el de una crisis mundial sin precedentes desde 1945, tras el final de la Segunda Guerra. Y habría que remontarse a ese periodo yen el que se inició esta conflagración, la década de 1930. En 1933, un líder “capaz, valiente y humano” como así lo definen Allan Nevins y Harry Steele Commager a Franklin Delano Roosevelt, asumió la presidencia de los Estados Unidos. El mundo se encontraba en plena Gran Depresión, provocada por el “crack” bursátil de 1929 e iba rumbo al estallido de la Segunda Guerra Mundial, mientras transcurría una era en la que los totalitarismos nazi y fascista iban ganando espacio entre las sociedades europeas. También fue Winston Churchill quien asumiera en plena guerra como primer ministro británico y se alzara como un indiscutido líder mundial. Salvando distancias temporales y circunstanciales, el gobierno uruguayo enfrenta algo muy similar a la combinación de una guerra y una eventual depresión económica.
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