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Los que resisten en el edificio fantasma del CH 20

Dos familias, del casi centenar que vivía en el complejo, se niegan a desocupar sus casas y reclaman mejores viviendas. Mire el video con su testimonio
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27 de abril de 2014 a las 19:01

No quiero que me conozcan en el almacén como el que se quedó en el CH 20”, dijo Adrián Colli a El Observador. No obstante, Colli y su abuela, de 90 años, son dos de los últimos nueve habitantes del edificio de la rambla Sur que hasta hace poco albergaba a 96 familias. Con los Ramírez, del primer piso del sector 1105, mismo sector que el de Colli, conforman la resistencia.

La exigencia de Colli es que le entreguen los títulos de propiedad; la de Rory Ramírez es que le dejen elegir un apartamento de tres dormitorios en la zona.

A ambos se les ofreció vivienda en el CAFE 11, un complejo habitacional ubicado en José Cabrera y 20 de Febrero (en la Unión); pero mientras que el primero pudo acceder a un apartamento de tres dormitorios (ahora tiene dos), al segundo se le ofreció solo una pieza. El tema es que son siete personas. La otra opción es otro apartamento de un dormitorio en Euskalerría (Malvín Norte).

“Si no me dan una vivienda digna por la vuelta, conmigo no hay. Me cagarán a palos, pero de acá no me sacan”, aseguró a El Observador.

Los dos esperan que efectivos del Ministerio del Interior intenten desalojarlos de un momento para el otro. El 16 de abril les llegó la intimación firmada por el propio ministro Eduardo Bonomi; unos días antes, la Agencia Nacional de Vivienda (ANV) ya les había advertido que tomaría acciones judiciales contra ellos.

Su salida es el último paso para que la ANV comience la demolición del edificio, originalmente coordinada para principios de abril, pero que se ha ido retrasando por lo que aún no hay fecha. Según la ANV, el CH 20 presenta un “riesgo inminente” de colapso. Su presidenta, Cristina Fynn, ha dicho que “puede haber un desprendimiento de la fachada”.

Sin papeles, no hay trato

Colli había resuelto irse del CH 20. Tanto así que puso sus cosas en cajas. Pero un comentario de la ANV cambió todo: no se le entregarían los títulos de propiedad del nuevo apartamento a los dos meses como le habían prometido sino que tardarían un año o más.
“No tengo ninguna seguridad. Puede ser lo mismo que ocurrió acá que estuvimos toda una vida para (conseguir) los títulos”, contó.

Su abuela vive en el edificio desde su inauguración en 1970 y los trámites para escriturar se iniciaron en 2006 ante el Banco Hipotecario del Uruguay. Ninguna de las 96 familias del CH 20 contaba con los títulos de su vivienda.

Lo otro que “pesó” para que Colli devolviera la ropa de las cajas al ropero es que la azotea del bloque al que iba a mudarse en el CAFE 11 no tiene mantenimiento y algunos apartamentos del piso ya tienen humedad.

Hizo el reclamo ante la ANV al ver el problema que se le viene pero se le dijo que debe involucrarse la comisión de vecinos. Según dijo a El Observador, allí se pagan $ 160 de gastos comunes, una cifra que catalogó como irrisoria.

“Lo importante acá son los títulos. Los títulos que no aparecen. Es lo único que me preocupa. La azotea no me preocupa porque, de última, yo la arreglo”, señaló.

Colli, a través de su abogado –que contrató luego de que le ofrecieran apartamentos valorados en la mitad de la tasación del suyo–, intenta ahora que la ANV le permita comprar por fuera de su bolsa de viviendas para elegir un apartamento en una cooperativa de usuarios por sistema de ayuda mutua o de ahorro y préstamo pero, hasta ahora, no ha logrado la aprobación. Su poder de compra es de US$ 80 mil.

“En el comodato (que me dan para firmar) ya está el detalle de que renuncio a toda acción judicial. No hago juicio a la ANV, no hago juicio a nada si yo quiero la vivienda”, expresó.
Al principio, Colli pensaba darle la sorpresa a su abuela del nuevo apartamento pero ahora no sabe cuál será su destino.

No nos moverán

Rory Ramírez vive junto a su primo y cinco niños en un edificio que hoy es completamente fantasma. Allí se mudaron en 1995. Ahora tiene casi todas las ventanas tapiadas con bloques.
Así habló Ramírez sobre los vecinos que acordaron con la ANV y abandonaron el edificio: “Fueron amenazados. Muchos viejitos a que los que les dijeron ‘te bajás o te vas a la mierda’. Fue un manoseo de la gente”.

Él piensa resistir hasta que se le ofrezca un apartamento mejor al que le mostraron en CAFE 11 y en Euskalería. Para empezar, quiere la misma cantidad de dormitorios. “Tengo baño nuevo, cocina nueva, todo nuevo. Tengo parqué en las tres piezas y en el comedor. No tengo ni una fisura. Y no te reconocen nada”, relató. Y apuntó: “Acá pago luz, pago todo; cuando compré (en 1995) hice todo en orden. No pateé la puerta para entrar”.

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