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Los que saben lo que quieren y los confunden querer con poder

En la largada de la maratón ya se visualiza a los que van a definir en la recta final
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29 de septiembre de 2018 a las 05:04

Falta un año; apenas un año. El inicio de octubre 2019 marcará el tiempo de una definición trascendente de los uruguayos, y lo que no se haya podido hacer en todo este tiempo, no se podrá hacer entonces.

En 30 días del tramo final de una campaña electoral lo que cambia es muy poco, porque se trata de un tiempo de cosecha de lo sembrado en semanas y meses anteriores.

Por eso importa ahora ver cómo están parados los líderes y sus movimientos políticos y cómo diseñan sus estrategias partidarias.

¿Cómo están las estrategias?

Apelamos a una curiosa clasificación del filósofo español Fernando Savater, pensada para entender a los que saben o no disfrutar de la buena vida, pero para aplicar en este caso a la definición de objetivos posibles y la estrategia política para cumplirlos.

Veamos dos grandes categorías. Unos quieren, quieren que sus cosas salgan bien, que lo puedan hacer bien; tienen metas y un camino para cumplirlas. Saben lo que quieren y también saben qué y cómo hacer para lograrlo.

Otros, no tienen eso claro. Y en esos “otros”, hay tres sub-categorías.

En la primera categoría están los que todo le da igual, no logran distinguir entre lo importante y lo secundario, y de alguna manera eso se traduce en “pereza” para cumplir un plan.

En la segunda franja están los que se abruman por quererlo todo, sin distinguir prioridades, y queriendo incluso cosas que son contradictorias entre sí.

La tercera clase es la de aquellos que no saben lo que quieren y entonces “copian” metas de otros o se guían por hábito y costumbre. No saben a dónde quieren ir, y si llegaran a identificar la meta, no sabrían cómo llegar a algo.

En el cuarto caso están los que quieren metas imposibles, que atropellan para conseguirlas sin tener un plan, que se engañan sobre las posibilidades de cumplir objetivos y que terminan confundiendo todo, tanto lo de vivir bien como de hacerse mal.

En cada casillero de esos puede agruparse a los dirigentes políticos que corren esta nueva competencia electoral.

Unos quieren, quieren que sus cosas salgan bien, que lo puedan hacer bien; tienen metas y un camino para cumplirlas. Saben lo que quieren y también saben qué y cómo hacer para lograrlo.

¿En qué casillero se ubica al grupo de algunos intendentes blancos del interior? ¿A qué aspiran y cómo piensan llegar a esa meta? No es fácil la respuesta, pero está claro que en las actuales condiciones, Antía no tiene chance alguna de ganar la interna, por lo que la postulación presidencial no es su meta. ¿Entonces cuál?

Si la meta de ese grupo fuera una banca en el Senado para Sergio Botana, que es el intendente que no tiene posibilidad de reelección, ese objetivo podría parecer alcanzable. Pero, ¿la meta es esa? ¿Los intendentes de Maldonado, Treinta y Tres y Tacuarembó hacen el esfuerzo de lanzar corriente propia solo para ubicar a Botana en el Palacio?

Si la meta fuera instalar una nueva corriente blanca, impulsada desde “el interior profundo”, eso precisa un líder. ¿Antía o Botana? ¿Está definido eso?

Otro caso: ¿cuál es el objetivo del espacio socialdemócrata en construcción? La meta del Partido Independiente en 2014 era llegar al Senado, pero ¿para 2019? La sociedad con el diputado Fernando Amado le permite mostrar que tuvo capacidad de lograr aliados, pero no es relevante y es riesgosa para el futuro.

Ese grupo “orejano” deja al Partido Colorado con el argumento que no pudo cambiar al partido, pero nadie sabe qué fue lo que hizo para cambiarlo, ni siquiera si algo hizo (públicamente no se vieron acciones, y se van del lema cuando el partido repunta en adhesiones y movilización, algo que Orejanos no logró).

¿Qué busca el PI con esa alianza y con alguna otra suma con sector de ex frentistas? ¿Es una estrategia clara o es una acción consuelo ante la imposibilidad del plan original?

¿Precisaba el PI sumar algún logotipo a un afiche publicitario o precisaba captar desilusionados del Frente y de otros partidos, que buscan un lema y un programa de gobierno que les de orgullo?

En el Frente Amplio no hay un plan central; el sector mayoritario, el MPP, no tiene un plan, el astorismo navega buscando vientos, y el Partido Comunista se sacudió con una postulación que no todos querían en la interna. Pero Daniel Martínez tiene una meta y una estrategia. Carolina Cosse también.

Mujica apela al instinto, no tiene plan ni estrategia; sólo ganas y popularidad, lo que no es poco, pero es insuficiente.

El Frente debe esperar a julio para impulsar una estrategia común.

En los colorados, Ernesto Talvi planifica al extremo, pero su plan no contempla los planes de competidores internos y externos. La falta de experiencia partidaria le juega en contra en eso.

Sanguinetti, con 82 años, salió a mostrar su capacidad de hacer política y también de aggionarse a tiempos de comunicación por redes sociales. Su meta es un cambio de gobierno con una coalición de partidos que hoy esté en la oposición, y su plan es trabajar para ello y asegurar que la negociación para esa alianza sea con garantías para los batllistas y para el armado eficiente de ese acuerdo

En el Frente Amplio no hay un plan central; el sector mayoritario, el MPP, no tiene un plan, el astorismo navega buscando vientos, y el Partido Comunista se sacudió con una postulación que no todos querían en la interna.

Lacalle Pou, como favorito entre toda la oposición, tiene un plan concreto, incluso con etapas, uno hasta junio y otro después. Y ya comenzó a ejecutar acciones tendientes a construir alianzas futuras, basado en contactos de estos meses.

Larrañaga, al que varios de sus dirigentes quisieron correr a un costado, mostró a los disidentes que es duro de matar y que tiene más creatividad política que ellos para generar hechos que lo pongan en el tapete.

Comienza el año de campaña, que tendrá intensidades diversas, pero que es clave para los comandos.

Y ahí van todos mezclados: los que saben lo que quieren y cómo lograrlo; los que confunden lo esencial con lo innecesario, los que quieren demasiado y caen en contradicciones, lo que no saben lo que quieren, y los que quieren metas imposibles.

En la maratón van todos, pero los que definen en la recta final son los que ya están en la primera categoría.

 

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