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Madres que no denuncian abusos hacia sus hijos: el miedo y las historias que se repiten

En ocasiones son víctimas de violencia o fueron abusadas y vuelven a repetir la historia
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04 de enero de 2020 a las 05:04

Una adolescente de 16 años se mudó de su casa, en la que vivía con su madre y su padrastro, y se fue a vivir con unos familiares a los que les dijo que desde los 13 años era víctima de abuso sexual de parte de la pareja de su progenitora.

El hombre entraba a su dormitorio y la manoseaba. Esto la llevó a vivir años de angustia y miedo, así como varios intentos de autoagresión. Cuando se decidió a contar lo que había vivido, le envío un mensaje a su madre. La respuesta que recibió fue un insulto y la defensa de su padrastro.

En diciembre de 2017, una psicóloga del Club de Niños del INAU realizó la denuncia formal. Dos años después la Justicia condenó al padrastro de la joven a diez años de prisión por reiterados delitos de violación en régimen de reiteración real con reiterados delitos de atentado violento al pudor. Su madre fue condenada a tres años de cárcel por un delito de omisión a los deberes inherentes a la patria potestad.

La semana pasada la fiscal de Delitos Sexuales de Montevideo, Sylvia Lovesio, imputó a un hombre de 43 años y a una mujer de 40 por reiterados delitos de abuso y explotación sexual, trabajo forzado y violencia doméstica hacia su hija que ahora tiene 18 años y denunció en octubre el calvario que vivía desde pequeña. 

Según el relato de la víctima, su madre se enteró cuando una adscripta la llamó para que fuera al liceo porque su hija tenía una crisis nerviosa y contó algo que ella debía saber. "La madre fue al liceo y llamó al padre para que fuera. La directora evitó confrontarlos y lo echó. La madre sostuvo que no le creía, que eso no pudo haber sido así, que ella siempre fue una niña muy mentirosa, de fantasear", dijo la fiscal.

En ambos casos las madres actuaron de forma similar: no les creyeron a sus hijas y defendieron al victimario.

En aumento

Los casos de abuso sexual van en aumento. Las dos fiscales especializadas en delitos sexuales de Montevideo trabajan entre 400 y 600 casos cada una, de los que un 80% las víctimas son niños y adolescentes.

Según los últimos datos del año 2018 del Sistema Integral de Protección a la Infancia y Adolescencia contra la Violencia (SIPIAV), se atendieron más de 900 casos de abuso sexual: más de dos por día. Tres de cada cuatro víctimas eran del sexo femenino y el 28% de estos casos eran menores de 5 años.

En el caso de los agresores de abuso sexual, tres de cada cuatro eran familiares directos o integrantes del núcleo familiar: 83% de los agresores eran hombres, y casi la mitad de ellos resultaron ser los padres o parejas de la madre de la víctima.

El psiquiatra infantil Miguel Cherro dijo a El Observador que hay varias causas que generan la negligencia en el adulto a cargo del niño, y la negación de la situación que les cuentan. "Una podría ser el miedo sobre el abusador o un motivo de conveniencia, si depende económicamente del perpetuador", explicó Cherro.

Muchas veces en la historia de estas madres hubo situaciones de abuso sexual, que explican la forma en la que actúan, sostuvo Laura Viola, psiquiatra infantil. "Los motivos por los cuales no se hace la denuncia en forma inmediata tienen que ver con el miedo", destacó.

La especialista afirma que es importante no culpabilizar totalmente a la madre, porque aunque la protección del niño debe estar en manos del adulto, el culpable en los casos de abuso "es quien comete la agresión".

Por su parte, Cherro explicó que una víctima de abuso tiende a repetir la historia. "Un abusador produce un abusado y la víctima se puede convertir en abusador". En eso se agregan personas y situaciones que van conformando un "cuadro de negligencia y maltrato".

A su vez, el abuso sexual, en general, se da en un contexto de abusos complejos en la familia en la que la madre también puede ser víctima, según Viola. "La madre es maltratada, el niño ve y cuando le pregunta qué pasó ella lo niega, dice que no pasó nada. Esa desmentida de lo que el niño vivió le hace mucho daño, deja de confiar en la palabra materna" y lleva al silencio.

Reacciones posteriores

En cuanto a la reacción inmediata cuando se denuncian las situaciones de abusos, una de las primeras medidas es sacar al niño de ese ambiente familiar donde estaba sufriendo y prevenirlo de futuros abusos. Cherro opina que esta solución puede ser temporaria pero es necesario evaluar cada caso. "Muchas veces lo aconsejable, si no se recupera el ambiente, es que sea definitivo". 

Siempre, en última instancia, se trata de "proteger al niño". Cada situación de abuso es particular y las víctimas interpretan la realidad de modos distintos, por lo que no deben aplicarse soluciones universales, remarcó.

Según advirtió, a veces el niño interpreta el abuso como una demostración de cariño. Cherro explica que en estos casos se produce una "subversión de los códigos morales". Así, el proceso consiste en "reescribir su historia", introduciendo valores diferentes. 

Otras veces los menores tienen la clara noción de lo que está sucediendo y reconocen que el abuso estuvo mal. "Puede que haya alguna otra persona que le esté dando la visión correcta de cómo deben ser las cosas", lo que deben permitir y lo que no.

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