Pocas creencias están más de moda en la política y la economía que la opinión de que las empresas responden mejor a un enfoque de “ser más duros para que rindan más”. La concesión de una parte del premio Nobel de Economía esta semana a David Card consolidará esta creencia, a pesar de que el honor se le concedió por sus métodos de investigación y no por su famosa conclusión en 1994 de que un aumento del salario mínimo en Nueva Jersey no redujo el empleo.
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