Carlos Pazos

María Noel Riccetto, Diego Forlán y lo que viene después del último aplauso

La bailarina de ballet y el futbolista sumaron un punto más en común a sus trayectorias y anunciaron que se despiden a fin de año

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21 de septiembre de 2019 a las 05:03

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María Noel Riccetto nunca gritó un gol de Diego Forlán desde la tribuna de un estadio.

Diego Forlán jamás aplaudió un giro en punta de María Noel Riccetto desde la platea de una sala.

Él es jugador de fútbol. Ella es bailarina de ballet. Los dos son las caras visibles de la versión más moderna y popular de sus disciplinas. Son la concreción tangible de un país en el que ya no es sorpresa que los jugadores de fútbol fichen por millones de euros en clubes de todo el planeta y donde todos están acostumbrados a ver a la selección desfilar en campeonatos por la Copa del Mundo. Es el mismo Uruguay donde los espectáculos de ballet agotan entradas. Donde producciones enteras se exportan a Hong Kong o Europa, y donde el cuerpo estable de danza clásica recibe decenas de solicitudes todos los años con perfiles de bailarines que quieren ser parte de esta historia repleta de vaivenes en un ballet sudamericano que triunfa.

Pero los protagonistas de esa revolución apenas se conocen. Antes de esta entrevista se cruzaron en un par de eventos, se vieron el uno al otro en televisión y ella lo sigue a él en Instagram. No hay mucho más que dos celebridades y un vínculo fotogénico. 

Es viernes. Son cerca de las dos de la tarde en Montevideo. Ciudad Vieja es un hervidero y Riccetto está pronta desde hace rato. Espera, paciente, sentada en un sillón de cuero marrón en la Sala de Protocolo del Correo Uruguayo, la única de todo el edificio –en la esquina de Buenos Aires y Misiones– que se mantiene intacta desde principios del siglo XX. Las paredes están revestidas de una madera barroca y al fondo hay un vitraux imponente que proyecta una luz anaranjada en toda la sala, un regalo del correo de Perú. El resto del edificio, dicen, es de mármoles que viajaron desde Carrara –en la Toscana italiana– directo a la Ciudad Vieja de Montevideo para convertirse en Patrimonio Histórico Nacional. El hall principal es un vestíbulo amplio y muy luminoso donde todo está preparado para poder imaginar el movimiento que tendría aquel lugar algunas décadas atrás, cuando el intercambio postal era tecnología de vanguardia. Allí, seguramente, se concentraba buena parte del vínculo entre Uruguay y el resto del mundo. 

Carlos Pazos

 

De vuelta en la sala, la bailarina ya está enfrentada a la cámara. Tiene los pies apoyados en punta contra el piso y revisa las notificaciones en el teléfono mientras cuenta los planes para sus próximas vacaciones con amigas en alguna playa tropical. 

Escaleras abajo, en el subsuelo del edificio, Forlán baja del auto con el ceño fruncido y la cabeza baja. “Un viernes a las dos de la tarde en Ciudad Vieja, sos peleador”, dice.

Pero está acá, ya llegó y más tarde confesará que este tipo de entrevistas le hacen ruido porque le sacan un poco de esa libertad que ganó luego del gran anuncio. El mismo anuncio que Riccetto hizo meses atrás y resulta ser la excusa perfecta para juntarlos por primera vez: el retiro. 

***
El rumor se confirmó el 4 de abril con un mail. “El Ballet Nacional Sodre tiene el agrado de invitarle a la conferencia de prensa a realizarse el próximo miércoles 10 de abril. Se anunciará el retiro de nuestra querida primera bailarina, María Riccetto, a quien le deseamos lo mejor en esta nueva etapa”. 

Ese miércoles el foyer del Auditorio Nacional estaba repleto de periodistas y cámaras de televisión. Todos querían escucharlo de su boca. Terminó saliendo entre lágrimas y sonrisas avergonzadas: “No lo quiero hacer dramático porque es algo que lo hablé pila de veces y lo vengo pensando desde hace un tiempo”, dijo Riccetto a la prensa. Y así le puso el punto final a una carrera que sembró en Nueva York y cosechó en Montevideo.

Ciento diecisiete días después de esa conferencia en el Sodre, Forlán pisó el estudio de Telemundo en canal 12 para confirmar su propio rumor. Entonces hacía 13 meses que era un exfutbolista. “Sabía que este momento iba a llegar”, declaró frente a las cámaras. Eran muchos los que sabían que ese momento iba a llegar, solo faltaban los detalles oficiales y el jugador los transmitió por televisión abierta un martes y en horario central.

Lo que llegó después del desembuche, para los dos, fue alivio. “Cuando tenés que anunciar algo querés que llegue ese momento de una vez porque la decisión ya está tomada, es decirlo y dar vuelta la página”, responde Forlán a la pregunta de cajón. Mientras tanto, para María fue una cosa así: “Igor (Yebra, director del BNS), quería esperar y yo hacerlo público, no quería aguantarlo más y cuando la gente me preguntara poder decir ‘este es mi último año’. Se me hizo eterna esa espera”.

Carlos Pazos

 

Siguieron una catarata de mensajes de todas partes del mundo. Felicitaciones y lamentos llegaron por partes iguales. “Lo que más me molestó del anuncio fue escuchar a la gente decir ‘ah, no, ¿por qué te vas?, seguí bailando’. No, señora, hace años que bailo. Ya está. Hay una vida atrás de esto. Eso es lo que muchas veces la gente no entiende, piensan que uno es solo fútbol o ballet. Pero soy mucho más que eso”, señala Riccetto. Tanto para ella como para él, el retiro fue una idea que llevó un buen tiempo de digestión, luego se asentó y cambió a categoría urgente.

¿Quién fue la primera persona a la que le dijeron que se querían retirar?

Diego Forlán: Primero a Paz (su esposa) y después a mi hermano, que me acompañó en toda mi carrera y tomamos muchas decisiones juntos.

María Riccetto: Yo hace dos o tres años que lo vengo pensando. Estoy cansada de tener que levantarme temprano para ir todos los días a clase para después rendir bien en el ensayo de un espectáculo. Si fuera solo salir al escenario sería diferente. Capaz es lo mismo con vos, ¿o no? Si fuera solo salir a la cancha...

DF: Claro.

MR: Pero lo que implica salir a la cancha o estar arriba del escenario son muchas otras cosas. Se lo dije por primera vez a mi hermana. A mi padre se lo decía y él me contestaba: “No hables de dejar de bailar”. Mi hermana me dijo que el día que no tuviera más ganas de hacerlo, que tomara la decisión y chau.

¿En ese momento bailar o jugar al fútbol empieza a perder el sentido que siempre tuvo?

MR: No sé, el gusto es diferente. Adoro estar en el escenario, pero no es un trabajo que podés apagar y volver a prender más adelante. Siempre me imaginé retirándome en un buen momento y con un buen nivel.

DF: Lo que pasa es que van pasando los años y sabés que ese momento está cada vez más cerca. En Hong Kong fue donde me di cuenta de que ya no tenía la misma motivación que antes por jugar. Ya no me calentaba tanto cuando en algunos partidos no me citaban. Esas son señales que te van marcando. Antes capaz sí me calentaba y ahora no, mi prioridad ya no es estar jugando

Luego del retiro, ¿qué es lo que más van a extrañar y qué no pueden esperar a que se termine de una vez?

MR: Voy a extrañar el escenario. El escenario es mágico. Lo que me pasa ahí arriba sé que no me va a pasar en ningún otro lado. Es a lo que más le tengo miedo: a olvidarme de esa sensación. Ahora me pasa que estoy en el escenario, miro para arriba y veo un foco de luz y me digo a mí misma ‘miralo bien porque no vas a estar más acá’.

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DF: No voy a extrañar el hecho de tener que irme a jugar a otro lado, llevarme a mi familia, todo eso. Sí voy a extrañar los partidos de fútbol, las concentraciones. Me gustaba todo, no se me hacía pesado. No me retiro porque se me hacía pesado entrenar, sigo entrando hasta el día de hoy y voy a seguir entrenando mientras pueda. Lo que no tengo es la misma motivación.

MR: No se va a extrañar tener esa responsabilidad constante de rendir, ¿o no?

DF: Sí. Igual yo aprendí a convivir con eso en los últimos años. Otra cosa que no se va a extrañar es trabajar los fines de semana. Vivimos a contrarreloj del resto del mundo. 

María, hablás de una responsabilidad por tener que rendir, ¿cómo se llevan con la autoexigencia? ¿Van a bajar la guardia en esta nueva etapa, van a exigirse menos?

MR: No sé. Es algo que llevás adentro. Supongo que seré igual de autoexigente, pero en otras cosas.

DF: No vas a hacer las cosas para perder.

En sus disciplinas también está la exigencia con el cuerpo. ¿Cómo creen que será el vínculo con sus cuerpos de ahora en más?

MR: Voy a disfrutar de ir al gimnasio sin tener la presión de estar en forma para subir a un escenario. Voy a entrenar para mí, para verme bien; es diferente. Voy a seguir haciendo ejercicio porque no podría aguantarme mucho si se me cae todo y empiezo a engordar. Pero lo cierto es que durante todos estos años, por ponerme en forma para las funciones, no tenía casi vacaciones. Dejar de moverme por diez días implica que, al empezar a moverme otra vez, me duela hasta el pelo. Ahora va a ser diferente: no tengo que probarle nada a nadie. No voy a tener más esa presión o esa responsabilidad. Mantener el nivel cada vez se me hace más difícil. 

DF: Voy a seguir haciendo ejercicios intensos porque me gusta. De todas formas, tendré la tranquilidad de si un día no puedo entrenar, no me caliento. El entrenamiento va a seguir estando porque es como si fuera una terapia. Es algo que necesito. 

¿Hubo algún momento en el que buscaron empujar un poco más el límite de sus cuerpos por su trabajo y se terminaron haciendo daño?

MR: No, siempre acepté lo que tengo. Los dos momentos en los que estuve lesionada fueron a principio de este año con el anuncio del retiro y en Estados Unidos, antes de venirme para Uruguay. Pensándolo ahora en voz alta, siempre se debió a alguna decisión importante que estaba tomando.

DF: Tampoco. El cuerpo de alguna manera te avisa y si sabés escuchar te das cuenta de que hay algo que estás haciendo mal.

Ambos vienen de mundos muy exigentes, ¿qué cambiarían para que fueran mejores?

MR: La presión y la autocrítica. En mi caso estás buscando siempre la perfección. Pasás tantas horas mirándote a un espejo, buscando la posición perfecta y sabiendo que esa perfección no existe, pero la buscás igual y la trabajás hasta querer encontrar algo que sea muy parecido. Hay que aflojarse un poco, respirar. No pensar tanto en esa perfección y disfrutar del camino. 

DF: Pero no serías lo que sos hoy.

MR: También.

DF: Porque esa búsqueda te lleva a querer llegar a la perfección. Solo la disciplina te lleva a eso. O lo aceptás o no lo hacés.

MR: Sí, es parte de.

DF: Ojo, te entiendo. Pero a mí me gusta ese desafío de intentar llegar a la perfección, aunque sabés que no vas a llegar. Ese fuego interno que te mueve y hace decir ‘quiero llegar, quiero llegar’. Y más cuando sabés que tenés condiciones.

MR: Para mí tuvieron que pasar muchos años y me tuvieron que pasar muchas cosas hasta que empecé a disfrutar y a sentirme libre. ¡Y qué lindo que es salir a bailar entregada y no pensando en nada más!

¿Te pasó, Diego, de sentir esa misma sensación de salir entregado a jugar, no pensando en nada más?

DF: Lo disfrutaba. ¿Tenía presión? Sí, también. Siempre de alguna manera u otra hay que rendir. Tomártelo con soda, como dicen, es difícil. Para algo está lo profesional y lo amateur. Lo amateur te lo tomás con soda, lo profesional no porque eso tiene consecuencias en vos, o en tu club, o en tu gente. Vivís con eso y lo aceptás. Hay momentos que son lindos y otros que son feos. Es lo que toca.

Carlos Pazos

 

Ambos contaron con dos maestros muy particulares, Julio Bocca y Oscar Tabárez, ¿qué tomaron de ellos y siguen aplicando hasta el día de hoy en sus carreras?

MR: El compromiso. Más allá de la disciplina, Julio me grabó a fuego el respeto por la carrera. Siempre fui muy respetuosa y estructurada. No aprendí con Bocca a estar comprometida, pero sí a construir desde la excelencia.

Antes criticaste esa particularidad del ballet, ¿nunca te atormentó la búsqueda de la excelencia que proponía Bocca?

MR: No, porque él hablando de excelencia sacó al Ballet del Sodre de donde estaba. Instaló esa idea de que no por ser una compañía chiquitita en un país de 3 millones de habitantes quería decir que no pudiéramos hacer las cosas bien, con profesionalismo.

DF: Para mí mi viejo fue mi gran maestro. Fue él el que siempre me habló de sacrificio, trabajo, constancia. Ya después, durante el camino, también vas agarrando cosas de los demás entrenadores, pero el que me dio los pilares fundamentales fue mi viejo.

¿Les gustaría ser ese maestro –un Bocca, un Tabárez– para otros?

DF: ¿Vos decís un entrenador? Dependerá de si alguien me viene a buscar o no. A mí me gusta el tema de la formación. 

MR: Yo tengo una escuela y esa responsabilidad de transmitir lo que sé. Lo quieras o no lo quieras, lo busques o no, sos un poco referente para otros. Voy a transmitir lo poco o mucho que sé; mi experiencia, valga lo que valga.

¿Tienen una lista de postergados? ¿Cuáles?

MR: Ser madre. Aunque no siento que lo haya postergado por la carrera. Si realmente hubiera tenido ganas, lo hubiese hecho antes. Ahora es el momento, sería lo lógico, pero una nunca sabe. No me gustaría quedarme con la sensación de no haberlo intentando. También quiero terminar el liceo. Ese es un gran pendiente. 

DF: ¿Qué clase vas a hacer?

MR: Sexto de derecho.

DF: Está bueno sexto, me encantó a mí. Me tocó un buen profesor de derecho que era espectacular. La historia también está buena. 

MR: Todo lo que sean letras me encantan.

DF: Si te gustan las letras, derecho es ideal. Yo lo terminé acá, en el liceo 15. Me encantó, estudiaba bien y salvé todo.

MR: Ningún chico debería dejar de estudiar por dedicarse al deporte, o al arte, o a lo que sea. Tiene que ir de la mano. No tuve la oportunidad en su momento, pero tengo la posibilidad ahora y es algo que quiero hacer.

¿Y vos, Diego, tus pendientes?

DF: Disfrutar la vida en Uruguay y después ver. Obviamente quiero hacer algo vinculado al fútbol, pero estoy tranquilo. Tampoco es fácil decidir cuando venís 20 años dedicándote a la misma actividad. Es fácil siempre hacer lo mismo porque no tenés que andar pensando, ni aclarando tus ideas. Después, cuando supuestamente estás retirado y sos joven, son muchas cosas las que te pasan por la cabeza.

¿Qué “muchas cosas” te pasan por la cabeza?

DF: No sé, tengo que ordenarme. Son muchas. Dejás de ser. Aparece esa posibilidad de hacer lo que querés y entonces son muchas las cosas que te pasan. También hay algunas tareas que no se pueden hacer porque si hacés esto, perdés lo otro, y así. Cuando estás inmerso en el fútbol, el deporte se transforma en todo tu mundo porque quieras o no es como un servicio militar. Ahora estoy intentando acomodar las ideas. Antes era un poquito más ansioso, se ve que la edad me ayudó a darme cuenta de que las cosas tienen que caer por su propio peso. 

Los planes hasta fin de año
Lo que queda del año tanto para Riccetto como para Forlán, será intenso. Si bien en un principio la bailarina tenía planes de hacer un último espectáculo con la dirección de Julio Bocca en el Antel Arena, con el tiempo decidió que la mejor opción será despedirse en las funciones de Manon que hará el BNS en diciembre en el Auditorio Nacional. Luego del verano, Riccetto se sumará a la producción de Got Talent Uruguay, que irá por canal 10 y donde la bailarina será jurado. Por su parte, Forlán sí está en los trámites para organizar un último partido, también en diciembre, del que decidió no adelantar detalles. Tampoco quiso comentar sobre su futuro como director técnico en algún club. 

Maquillaje: Martina Cruz.

Agradecimientos: Baltasar Ketchedijian y a todo el personal del Correo Uruguayo

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