Camilo dos Santos

María Tena, la española que retrató el Montevideo de 1960 y ganó el premio Tusquets

La escritora española llegó a Montevideo para presentar "Nada que no sepas", una novela ambientada en Uruguay, país que conoce de cerca y valora como un paraíso de gente humilde e inteligente

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30 de marzo de 2019 a las 05:04

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Aunque se mueve con dificultad y se apoya en un bastón, María Tena transmite un optimismo contagioso que le brilla en la mirada. Esta licenciada en Letras y en Derecho, con una larga carrera como funcionaria pública, sabe desde los 20 años, cuando le diagnosticaron un cáncer en la pierna, que la vida es cada día y cada día una vida nueva. Divorciada y con dos hijos, dice que tiene el hobby de caminar a pesar de ser renga, que hubiera querido ser arquitecta y que la única manía que tiene es lavar la ropa a mano. Hija del embajador Juan Ignacio Tena, que facilitó en su momento la llegada de Juan Carlos Onetti a España, vivió de niña cinco años en Irlanda y otros tantos en Uruguay, país al que considera un paraíso de gente humilde e inteligente. A los 66 años, confiesa que no puede vivir sin enamorarse. 

Usted ha dicho que Nada que no sepas es una novela sobre la identidad. ¿Cómo influyó que de niña haya vivido en Irlanda y Uruguay?

Los viajes son la parte más dura de ser la hija de un diplomático, es muy complicado para los niños. Porque en realidad los diplomáticos no viajan, se instalan en un sitio durante cuatro o cinco años. A veces durante ese período se enamoran, otras se casan o se separan. Yo como hija lo aguanté bastante bien, pero como tenía 12 años cuando vinimos a Uruguay mis recuerdos son algo difusos. De Irlanda, donde estuvimos antes, aun más. En la novela yo intento recuperar esos años que pasé con mi familia en Uruguay y pude hacerlo gracias a que decidí volver a vuestro país en 2009, donde me encontré con gente que conoció a mis padres y me contó detalles con los que yo armé esta novela. En el fondo, este libro es una forma de entender cómo vivían mis padres, cosa que una de niña no percibe.

En el libro usted remarca la liberación que fue para sus padres escapar del régimen franquista y llegar a un país como el Uruguay de 1960, antes de la guerrilla tupamara y de la dictadura militar.

Sí, claro. En esa época en España el franquismo estaba tan asentado que no nos dábamos cuenta de que vivíamos en una dictadura. Solo al viajar afuera uno se daba cuenta de lo que no tenía en casa. Todavía recuerdo cuando volvimos a España, una hermana y yo, las dos de minifalda, con 17 años, y una tía nuestra que estaba en el aeropuerto les dijo a mis primos que no se juntaran con nosotras porque parecíamos unas “frescas”, como se dice allá. Nada de eso nos pasaba en Uruguay. Tener que regresar a España y perder esas libertades fue muy duro para mí.  

(Editorial Planeta, $520)

Es licenciada en Letras y en Derecho, gestora cultural, escritora y trabajó muchos años como funcionaria en el Ministerio de Cultura de España. ¿Cómo ve la situación de la mujer en su país y en el mundo?

Debido a que logré ser todo eso yo nunca he tenido un perfil feminista muy militante. Durante mi juventud siempre me iba bien. Me metía en cualquier puesto y salía adelante, también me ascendían. Así que por ese lado no. Pero lo que está pasando de un tiempo a esta parte, con la violencia doméstica y la muerte de muchas mujeres, eso es otra cosa. Que los hombres estén matando a las mujeres porque hemos avanzado es terrible. Y por eso ahora estoy en una asociación feminista e intento ayudar a que se hagan leyes que no permitan esa violencia. En España, además, hoy todavía choca ver que hay muchas mujeres cirujanas, especialistas, etcétera, pero que los directores de los hospitales son hombres. En la educación pasa lo mismo, hay miles de maestras y profesoras, pero los directores de los institutos son en su mayoría hombres. Y ya en mi terreno, he visto jurados literarios compuestos por 10 hombres y ninguna mujer. No me gusta para nada lo de las cuotas por género, pero no va quedando otra alternativa. En el mundo en que vivimos hay que ser feminista. 

¿Hay en España una corriente organizada que va en sentido opuesto?

Hasta ahora no la había, pero ha surgido un partido de extrema derecha en Andalucía que apunta directamente contra las mujeres. Nosotros en España no teníamos ese tipo de partidos, como los hay desde hace tiempo en Francia, en Italia y en otros países de Europa. Son pequeños todavía, pero como se han aliado con el Partido Popular ya tienen algo de poder. Es demoledor ver que lo primero que han hecho ha sido quitar en los ayuntamientos de Andalucía los servicios de ayuda a las mujeres víctimas de la violencia. Al Partido Popular esto no le conviene en absoluto porque pierde el voto de las mujeres, así que veremos en que queda el asunto. Espero que este nuevo partido desaparezca rápido. 

Usted se maravilla de lo mucho que leen los uruguayos, lo que acá no se percibe. ¿Cómo es la situación en su país, cuna de editoriales muy potentes?

Yo creo que en España hay un grupo muy grande de gente, que no podría cuantificar, que más que leer lo que quiere es escribir. Hay como una especie de romanticismo con la figura del escritor. Entonces todos quieren publicar. Muchísima gente se autopublica, por ejemplo, lo que para mí en el fondo es una forma de autoengaño. En España se editan cerca de 90 mil libros al año, es algo inconcebible y muy pocos triunfan. Pero como editar un libro allá es muy barato, las editoriales sacan y sacan textos, para ver si con uno aciertan. Si lo hacen, con ese éxito cubren las pérdidas de todo el año. Pero para los libreros que tienen que tratar de vender esas decenas de miles de libros descartables o para los periodistas que tienen que comentarlos, es todo un lío. Hoy en España se lee más que antes (hace 40 años había mucho analfabetismo) pero aún se lee poco. Las nuevas tecnologías también nos juegan en contra, la gente se pasa horas en Facebook o en Twitter, en vez de leer un buen libro. 

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