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Melina Furman y el amor por aprender

Melina Furman es bióloga, y máster y doctora en educación; es investigadora del Conicet (organismo dedicado a la promoción de la ciencia y la tecnología en Argentina), y da clases en la Universidad de San Andrés
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22 de mayo de 2020 a las 05:02

Por Federica Cash

A pocos días de iniciar las clases, conocí a la argentina Melina Furman y en aquel momento ni sospechábamos que iban a durar lo que un santiamén.

Di con Melina a través de un amigo interesado en la educación, formal y no formal. Empecé a escucharla en podcasts, en columnas que hizo en el programa de radio No toquen nada, me hice de uno de sus libros, y así me acerqué a su discurso que tiene mucho más de vivencial que de académico. Escucharla hablar es fácil, entretenido y dinámico. Explica conceptos profundos de una manera simple y gráfica, a través de claras metáforas que dibujan lo que va diciendo. Así contagia su amor por aprender y enseñar a la vez.

Melina es bióloga, y máster y doctora en educación. Es investigadora del Conicet (organismo dedicado a la promoción de la ciencia y la tecnología en Argentina), y da clases en la Universidad de San Andrés. Investiga sobre cómo generar entornos que potencien el pensamiento curioso, crítico y creativo desde el jardín de infantes hasta la vida adulta. Para eso trabaja con docentes e instituciones de todo el continente, Uruguay inclusive, contagiando maneras de expandir el deseo por aprender. Pero también lo hace con padres, pues entiende que el aprendizaje no corre únicamente por cuenta de la escuela sino que tiene una dimensión 360°.

En tiempos de coronavirus, recordamos la charla, que bien puede ser el puntapié inicial para volver renovados a las aulas, preguntándonos qué pretendemos del aprendizaje de nuestros chicos en la escuela; y en casa. ¿Queremos que se destaquen a nivel académico? ¿Priorizamos que hagan amigos? ¿Pretendemos que aprendan valores para la vida? ¿O queremos todas esas cosas juntas, y más?

Aquí va la primera entrega, en la que conversamos sobre los recientes cambios en la vida humana, y cómo la educación ha reaccionado frente a esa realidad.

¿Sentís que con el advenimiento de la tecnología y los grandes avances, la educación se ha venido transformando o sigue siendo igual que siempre?

Hay un chiste que dice que si un médico de hace 100 años se hubiera levantado hoy y mirara los cambios en su profesión no entendería nada y si un maestro de hace 100 años fuera a una escuela de hoy vería todo igual. Yo creo que hay parte de cierto pero por otro lado siento que es injusto porque veo que sí hay cosas que han cambiado en la educación. No solo por la tecnología sino por cómo se concibe al niño como sujeto de derecho, cómo su voz tiene peso en el aula. Y por supuesto que la tecnología es una enorme oportunidad para descubrir cosas que antes solo estaban en el libro de texto, sin vida, y ahora empiezan a estar por todos lados. Todavía hay un montón que falta por hacer porque la matriz básica aún se mantiene, que es un docente trasmitiendo un saber a un montón de niños. Todavía la mayoría de las clases en todo el continente se basa en una educación enciclopedista, sigue siendo la maestra la que habla y los chicos los que escuchan. Entonces si bien hay mucho discurso sobre la importancia del trabajo participativo, falta que se materialice más.

¿Y hacia dónde crees que tiende la educación?

Creo que a diferencia de otra época empieza a haber un discurso incluso de la propia sociedad sobre la necesidad de cambio de la educación tradicional y muchas experiencias que demuestran que es posible aplicar transformaciones en la escuela real. No solo en la escuela experimental e innovadora de acá o allá, sino en sistemas enteros que están llevando adelante estas innovaciones. El cliché que todo el mundo menciona es Finlandia, cuyo sistema educativo trabaja en un enfoque que se llama “Phenomenon based learning” -educación basada en fenómenos- que trabaja con problemas de la vida real como punta del ovillo para empezar a explorar los contenidos de las asignaturas en el marco de algo que sea relevante. Ya hay redes de escuelas que llevan adelante “aprendizajes basados en proyectos”, que si bien son minoritarias demuestran que es posible. Veo un movimiento social de muchos padres y madres que saben que como ellos estudiaron no termina de preparar a los chicos para un mundo que requiere más capacidades de flexibilidad cognitiva, de poder trabajar con otros que son distintos a mí, de poder cambiar de camino en la vida profesional porque las actualizaciones son constantes, de aprender a aprender que antes no era indispensable.

Y en este contexto, ¿qué vale la pena aprender hoy?

Primero hay que hacerse amigo del conocimiento, un tema más actitudinal que otra cosa. Desarrollar el amor por aprender que para mí es la llave para todo lo demás. Desear expandir el universo de lo que sabemos, es placentero, es parte de lo lindo de estar en la vida. Y después grandes capacidades para vivir, que de hecho en educación hay mucho consenso sobre eso, como aprender a resolver problemas, a trabajar con otros colaborativamente, a comprender algo en profundidad, que no sea algo que repito y no entiendo para otros sino para mí mismo. Las capacidades fundantes para la vida serán un acervo que me ayudarán a vivir mejor.

Podés leer más sobre estos temas en el blog Mamás Reales.

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