Opinión

Microorganismos, ¿la próxima revolución verde?

En algunas partes del mundo comienza a variar el uso de los agroquímicos
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11 de noviembre de 2018 a las 05:00

Alemania parece acelerar en el camino de producir sin glifosato, algo que seguramente les resulta más fácil en aquel país que en Uruguay. El anuncio de la ministra alemana, de Medio Ambiente, Svenja Schulze (Partido Socialdemócrata), declaró en un comunicado que la coalición que preside la canciller Angela Merkel “acordó poner fin el empleo del glifosato”. 

El camino más fácil, una prohibición de la sustancia activa a nivel de la Unión Europea, “está bloqueado hasta finales de 2022”. En otras palabras, quedan cuatro años para que el herbicida más usado en el mundo deje de usarse, no solo en Alemania sino también en Francia.
Ya a partir de 2020 los agricultores alemanes tendrán que usar áreas de compensación: nunca glifosato a menos de 20 metros de cualquier curso de agua y por cada área en la que se aplique habrá que dejar un área sin aplicar.

Los europeos están preocupados por el futuro de la población de los polinizadores, abejas, avispas, abejorros, mangangás, que va en descenso y que es de una importancia crucial en la reproducción de las plantas. Estas áreas serían de 7% a 20% y deberían poner especial cuidado en las flores allí presentes. El uso quedará prohibido en jardines.

No deja de ser llamativo el anuncio de Alemania dado que la muy alemana Bayer compró a la estadounidense Monsanto poco tiempo atrás. En un razonamiento más local tal vez se hubiera elegido evitar un pronunciamiento que perjudica a una empresa emblemática del propio país.

No deja de ser llamativo el anuncio de Alemania dado que la muy alemana Bayer compró a la estadounidense Monsanto poco tiempo atrás.

Y es un anuncio que tiene importancia para Uruguay, los apicultores y sus abejas, porque el valioso mercado alemán se perdió para la miel uruguaya justamente por presentar residuos de glifosato por encima de lo permitido.
Francia apuesta a eliminar el glifosato en un plazo menor: tres años. Para muchas personas que siguen de lejos los temas agrícolas el glifosato es el símbolo del mal. Para muchos agricultores es la mejor solución incluso en términos de impacto ambiental para controlar malezas y poder hacer agricultura en siembra directa, preservando la estructura del suelo.

Podría parecer que el mundo va en una dirección clara hacia la supresión del herbicida, pero también en esto el tema es más complejo: ni el EEUU de Trump ni el Brasil de Bolsonaro irán en la dirección de quitarlo del mercado. En el país norteño, ya se sabe que el Ministerio de Agricultura a partir del 1º de enero estará a cargo de Tereza Cristina da Costa, jefa de la bancada ruralista en el congreso brasileño, diputada agrónoma que ha militado por la flexibilización de las normas vinculadas a agroquímicos. Entre sus primeras medidas anunció estará esa flexibilización que permitirá “que los agricultores brasileños accedan más fácilmente a moléculas disponibles en el mundo” según ella misma argumentó.

La propuesta de la ministra es que productos aprobados en otros países puedan ser aprobados provisoriamente a la espera  de que terminen los trámites para una aprobación definitiva.
Uruguay deberá optar entre los criterios europeos, caros y que los alemanes y franceses pueden hacer sostenidos en subsidios, o los criterios del gobierno de EEUU y Brasil que serán liberales en el uso de agroquímicos.

La propuesta de la ministra es que productos aprobados en otros países puedan ser aprobados provisoriamente a la espera  de que terminen los trámites para una aprobación definitiva.

¿Qué camino tomará Uruguay? La respuesta fácil sería decir “no al glifosato”, pero ¿cómo hacer las hectáreas de trigo que hacemos sin usar glifosato o alternativas que no son mejores? ¿Cómo combatir los “yuyos” sin destrozar el suelo con un arado ni aplicar agroquímicos? 
Tal vez la respuesta esté surgiendo desde el barrio Centenario y el barrio Borro. Allí una escuela recibió el premio del público en la competencia anual que realiza la Agencia Nacional de Investigación e Innovación, por su trabajo con microorganismos. Más allá de los detalles de este proyecto, tal vez a lo largo de este siglo observemos cómo el trabajo que actualmente hacen las moléculas, pase a ser hecho por organismos diminutos que combaten enfermedades o colaboran simbióticamente en la nutrición de las plantas. Algo que ya es muy conocido con las leguminosas que son inoculadas con la bacteria Rhizobium: la bacteria le consigue nitrógeno a la planta tomado del aire (y el aire es gratis) mientras que la planta retribuye a la bacteria con azúcares.

Hay otros emprendimientos similares y de a poco seguramente se vaya generando una red de alternativas que, como el control biológico de los parásitos de los ovinos, permiten un manejo sin impacto ambiental. 

Pero son soluciones que llevan seguramente décadas de estudio, evaluación y validación. Pero por largo que sea un camino empieza con los primeros pasos y cabe felicitar a la escuela República Popular China, a los niños del emprendimiento y su maestra que se suman a una ya importante red de empresas que buscan soluciones, muy tentativas a un mundo que por presión de los consumidores está exigiendo cambios que serán un reto importantísimo para la agricultura tal como la conocemos en el presente. El declive de la población de abejas y otros polinizadores, el crecimiento exponencial en la cantidad de especies de malezas resistentes y la resistencia en parte importante de la opinión pública parecen amenazar la lógica actual y generar la posibilidad de una nueva revolución agrícola. Hoy parece de ciencia ficción, pero en la próxima década las normas europeas acelerarán la necesidad de un enfoque diferente al actual. 

Pero son soluciones que llevan seguramente décadas de estudio, evaluación y validación. Pero por largo que sea un camino empieza con los primeros pasos y cabe felicitar a la escuela República Popular China, a los niños del emprendimiento y su maestra que se suman a una ya importante red de empresas que buscan soluciones, muy tentativas a un mundo que por presión de los consumidores está exigiendo cambios que serán un reto importantísimo para la agricultura tal como la conocemos en el presente.

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