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Mientras hablamos de otra cosa

Mientras hablamos de otra cosa. Escribe Eduardo Blasina
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17 de marzo de 2024 a las 05:00

Aunque es inevitable una sensación de alegría cuando The Economist nos pone como la mejor democracia de América Latina, uno no puede dejar de alarmarse sobre los tópicos de comienzo de campaña electoral y la calidad del debate con que empieza. En tiempos de redes sociales parece que lo único que vale es lo que se viraliza y estamos programados evolutivamente para que todo lo relacionado con el sexo nos llame la atención. Aquellos a los que lo sexual no les ha llamado la atención no han dejado descendencia. Pero que cuando se debate el destino de Uruguay por los próximos cinco años el tema central sean los que están siendo es más que preocupante.

Con acierto Uruguay ha demostrado su seriedad como país y ha firmado los acuerdos que intentan -por ahora sin éxito- frenar el cambio climático. Pero como otros países, se firma y no se toman medidas suficientes o no se tiene claro qué se hará para cumplir  lo firmado. Es un tema difícil porque requiere inversiones que tal vez no dan rédito en el corto plazo lo suficientemente tangibles como para que especialmente los economistas que de la naturaleza en la que viven entienden poco sean seducidos. ¿Será posible un consenso por evitar el desastre a las generaciones que vienen? Se habla poco de eso.

Y no es algo para un futuro distante. El innombrable cambio climático nos sigue dando una cachetada tras otra, hace poco la peor sequía en décadas ahora las inundaciones y los evacuados. La rambla como una trinchera se va deteriorando y aunque es repare por arriba es mucho más difícil repararla por abajo. Aviso a los que tienen apartamentos en la primera línea costera, en Miami ya se ha derrumbado un edificio por el gradual socavamiento de las arenas subterráneas.

Los productores agropecuarios están también en la primera línea de pérdidas así como la gente que por premuras económicas debe vivir cerca de arroyos y ríos. El calor trae enfermedades, el dengue y la chicharrita que no se conocían llegan y dañan la salud humana y de las plantas.  Y el Pacífico cada vez más inestable apunta a volver a Niña y amenazar con otra sequía el próximo verano. ¿Qué va a hacer al respecto Uruguay en los próximos cinco años? Nadie habla de eso.

La moneda uruguaya tremendamente sobre valuada pone en jaque a muchas de las exportaciones de Uruguay porque los precios excepcionales que generó China años atrás ya no están, ¿cómo se encarará esa restricción? Por ahora solo se habla tangencialmente de eso.

Mientras el debate en las redes se hace cada día más insultante y tonto, la inteligencia artificial sigue su crecimiento exponencial y en el mundo se discute cuando se alcanzará la Inteligencia Artificial General, es decir cuando ella será más inteligente que nosotros. Pero eso nos sucederá mientras pensamos en otra cosa.

Diversas plantas invasoras amenazan y causan daños en campos naturales y montes nativos, pero eso no genera votos ni es popular en las redes, que se manejen los productores con el imparable capín Anonni o con la devastadora acacias Gleditsias que con sus espinas vuelven intransitables los montes y cada día menos diversos. Los ciervos Axis se reproducen incontenibles dañan los montes y pronto serán un problema grave en los cultivos, pero hablar de eso ya sería de ciencia ficción.

Las bandas narcos por supuesto que deberían ser tema de desvelo y algo se habla, sin la profundidad que el tema merece y si da likes entrevistar al mayor narcotraficante de Uruguay se lo presenta como a un pibe macanudo, padre de familia y futbolero.

Como los anteriores hay decenas de temas que son cruciales se debatan con seriedad y pensando donde queremos y podemos estar en 2030. Pero eso seguramente no pasará. Y de ahí el declive de las democracias que el reciente informe de The Economist ha revelado.

Y sigue estando la situación de grupos vulnerables empezando por los niños como el principal, pero dentro del cual también están colectivos que históricamente han sido vulnerables y estereotipados. En la pasada década se buscó revertir algunos de estos estereotipos y se ubicó en el Senado a una persona con esta condición. Esa facilidad para llegar a cargos altos en la política en base a lo que antes era denigratorio y se vio súbitamente exaltado abrió un camino que desde entonces hasta el presente ha sido negativo. Los estereotipos sobre estas personas: que son desequilibradas, escandalosas y capaces de lo que sea por un rato de fama o dinero parecen confirmadas.

La agenda de prioridades en un año clave para reflexionar sobre el futuro se ha travestido. Se ha envuelto en ropajes que no corresponden al de una democracia sana, adulta. Los culebrones ha tomado la escena. Estamos programados para que el escándalo, capte la atención y diseñe la agenda sexual de una campaña electoral que empezará en un máximo de bizarrez. Mientras las sequías nos dejan tomando agua salada y las inundaciones nos acosan, la trampa de los ingresos medios nos atrapa con una moneda sobrevaluada, en vez de hablar de nuestro destino y el de nuestros hijos, nos entregamos a ver que es lo último que dice en las redes una mujer con próstata y labios pintados de rojo intenso. En vez de hablar de nuestro futuro común, estamos para otra cosa.

Si Wilson Ferreira Aldunate, José Batlle y Ordóñez o Líber Seregni vieran el debate político de estos días en Uruguay, ¿qué pensarían?

 

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