Fueron siete días de locos. El lunes de la semana pasada Tabaré Vázquez accionó la guillotina hasta desafilarla: rodaron al unísono las cabezas del ministro de Defensa, Jorge Menéndez, del subsecretario Daniel Montiel, junto con las del comandante en jefe del Ejército José González y de otros cinco generales. Una semana más tarde, al asumir su cargo en sustitución del general José González, el general Claudio Feola, afirmó que no podía “confirmar la existencia de desaparecidos”. Apenas dos horas después debió escribir un comunicado contradiciendo enfáticamente sus insólitas declaraciones previas. En el medio, otro excomandante de esa fuerza sacudió el tablero político: el general Guido Manini Ríos oficializó su candidatura presidencial por el partido Cabildo Abierto. Los militares han vuelto a ser noticia y hay que preguntarse por qué.
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