La artista plástica uruguaya Águeda Dicancro murió este jueves a los 81 años. Por la valentía de su obra, su capacidad para expresarse, la manera en la que implementó el uso de los materiales –el vidrio fue el más recurrente, pero también utilizó hierro, metal y hasta luces de neón– y la potencia de sus símbolos está considerada como una de las más artistas uruguayas más importantes de su época.
Dicancro estudió en el Instituto Pedro Figari de la UTU y se graduó como ceramista. Fue alumna de Eduardo Díaz Yepes y Heber Ramos Paz en escultura, y becada por la OEA viajó a México en 1964. Allí atendió a un posgrado de cerámica en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la Universidad Autónoma y además incursionó en la investigación sobre metales y joyas en la Escuela de Diseño del Instituto Nacional de Bellas Artes de ese país.
De vuelta en Uruguay, dedicó su tiempo a la orfebrería y también alcanzó un dominio valioso en las técnicas del vitral y el esmalte. En 1969 expuso en San Antonio, Texas, y entre 1972 y 1977 organizó exposiciones en Roma, Madrid, San Pablo, Caracas y Buenos Aires. Fue varias veces embajadora del arte del país en las bienales de San Pablo (1985 y 1994), Venecia (1993) y del Mercosur (Porto Alegre, 1999).
A lo largo de su carrera recibió varios premios, entre ellos los que ganó en la Exposición Internacional de Cerámica en Faenza, Italia (1965), la Comuna de Roma (1972), el Salón Municipal en Montevideo (1966 y 1985) y el Pedro Figari, otorgado en 1999 por el Banco Central de Uruguay.
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