El gobierno pretende introducir cambios profundos en el funcionamiento del mercado de combustibles.

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Nafta más barata en la rambla o en la noche: los posibles cambios que tienen en vilo a los estacioneros

Un nuevo esquema de liberación para la distribución de combustibles y una nueva metodología para precios máximos de la Ursea genera preocupación en la Unión de Vendedores de Nafta (Unvenu)
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31 de mayo de 2022 a las 05:04

Que la nafta de la estación que Ancap tiene con su sello Ducsa en la rambla de Trouville pueda venderse a un precio más bajo —que el máximo que fija por decreto el Poder Ejecutivo— los fines de semana, que la boca de venta que tiene en la zona del Aeropuerto de Carrasco pueda aplicar la misma política en la noche u ofrecer más barata la gasolina que la petrolera estatal expende en su estación de autodespacho (la primera del país) en las Termas del Arapey. Esas son algunas de las propuestas comerciales que el ente petrolero estatal maneja para romper con la lógica de un mismo precio en el surtidor para el consumidor final. Ello sería apenas una señal para mover la modorra del mercado, ya que el ente gestiona directamente —a través de Ducsa— apenas 4 estaciones de las 477 que tiene el país. De hecho, actualmente no es ilegal que una estación venda por debajo del precio máximo que fija el Ejecutivo. 

El mercado de la cadena de combustibles en Uruguay vive tiempos agitados y no solo por la nueva suba de tarifas que (seguramente) confirmará el Poder Ejecutivo este martes. 

Los agentes que operan en ese sector están aguardando con expectativa un nuevo esquema desregularizado para el funcionamiento de la cadena que la Unidad Reguladora de Servicios de Energía y Agua (Ursea) debió aplicar en enero pero no llegó a tiempo. El gobierno accedió a darle una prórroga por seis meses al regulador, algo que también llevó a Ancap a frenar su estrategia comercial con sus propias estaciones de servicio. 

En teoría, ese nuevo régimen de la Ursea debería regir desde el próximo 1° de julio pero hay operadores del mercado que dudan de que ello pueda instrumentarse en los tiempos previstos, ya que aún no se abrió la consulta pública para que las partes involucradas hagan sus descargos u observaciones. 

El Poder Ejecutivo exhortó a la Ursea a la revisión y elaboración de una reglamentación comercial de las actividades relacionadas a la distribución de combustibles líquidos y la confección de una metodología para el cálculo de los precios máximos correspondientes.

“Actualmente el equipo técnico continúa avanzando en la redacción del anteproyecto de reglamento, a medida que se identifican nuevas elaboraciones o ajustes e intercambios. Dicho anteproyecto será oportunamente elevado para su consideración por el Directorio”, informó la Ursea en su página web. 

El Observador divulgó un borrador elaborado por una consultoría internacional —contratada por Ursea— con sugerencias de cambios sobre el funcionamiento actual del mercado. Uno de ellos era eliminar las restricciones de distancia entre estaciones de servicio, que hoy impide la instalación de nuevos puestos de venta y su ubicación de acuerdo con las necesidades del mercado, que consumidores finales que cuenten con las instalaciones (bocas de consumo propio o puestos de autoconsumo) puedan adquirir los combustibles líquidos directamente de los distribuidores mayoristas (hoy Ducsa, Axion y Disa), o que aquellos que sean clasificados como grandes usuarios o grandes consumidores, tengan la opción de poder adquirir los combustibles directamente en las plantas de despacho sin tener que recurrir a la intermediación de las estaciones de servicio o los distribuidores. 

Experto plantea cambios

El economista y experto en temas de competencia Sebastían Fleitas considera que el sistema de combustibles en Uruguay requiere de cambios para ganar en eficiencia y cuestiona algunas lógicas que imperan actualmente. 

"Las estaciones de servicio representan un mercado donde hay señales que hacen pensar en la posibilidad de generar ganancias de eficiencia y mejoras de costos vía una mayor intensidad de la competencia", asegura. A grandes rasgos, así se puede resumir un artículo que escribió Fleitas en el blog Razones y Personas. El especialista —que posee un doctorado en Arizoa y es profesor en la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica)— sostiene que muchas veces el debate se centraliza en la gestión de Ancap y se deja de lado otra pata fundamental del negocio de los combustibles en Uruguay: la distribución y comercialización. 

En otras observaciones, el experto considera que desde el punto de vista de la teoría económica “es muy poco probable que las estaciones fijen independientemente el mismo precio.” Esto porque "existe heterogeneidad" entre las estaciones, tanto de estructura de costos como de diferenciación de productos, pero en la práctica todas las estaciones deciden fijar en el surtidor el máximo que habilita la norma y no venden por debajo de ese umbral, salvo casos excepcionales en el caso del gasoil donde grandes consumidores logran bonificaciones. 

Fleitas puso como ejemplo que al bajar $ 1 o $ 2 el costo del combustible por eficiencia, quizás pueda “sonar a poco para el precio del combustible”. Sin embargo, Uruguay consume aproximadamente 140 millones de litros por mes entre nafta y gasoil. “Si bajamos $ 1 por litro ($ 2), tenemos un ahorro de US$ 40 millones (US$ 80 millones) al año”, escribió Fleitas en su cuenta de Twitter. 

El presidente de la Unión de Vendedores de Nafta (Unvenu), Daniel Añón, recogió el guante y le respondió a Fleitas en su cuenta de Twitter. “El problema para bajar el precio no está en la distribución. Por favor miren la composición del mismo y es fácil darse cuenta. Siempre digo lo mismo: ni $ 1 puede bajar una estación. Y $ 1 no le cambiaría nada al usuario”, consideró el estacionero. Añón puso el impacto que tendría para su propia estación bajar $ 1 el litro de combustible. Con una venta de unos 200 mil litros mensuales, ello le implicaría resignar $ 200 mil, indicó. A eso, habría que sumarle los $ 140 mil por concepto de aranceles de tarjetas y $ 222 mil de alquiler. “Me quedan dos opciones: o cierro o saco los empleados. Y lo mismo le pasa al que vende 500 mil litros”, aseguró Añón. 

En la Unvenu temen que esa política de liberalización del mercado termine en una guerra y una canibalización del mercado y donde los sellos de la distribución (Ducsa, Axion y Disa) estarían en una posición de mayor fortaleza para tener políticas diferenciales de precios en sus propias estaciones. En la gremial que agrupa a los estacioneros consideran que un grupo acotado alrededor de 30 (por su volumen de venta) estarían hoy en condiciones de vender por debajo del precio máximo que autoriza el Poder Ejecutivo, el resto (las medianas y pequeñas) quedaría en una posición compleja para competir. 

Añón considera que una integración vertical de la cadena de distribución y comercialización es “inmoral y abuso de posición dominante. Aquí con precio máximo hay que seguir igual”, afirmó. 

Un comité de expertos que designó el gobierno a poco de asumir para realizar una revisión integral del mercado de combustibles sugirió ir hacia un nuevo modelo de distribución en un máximo de tres años, con foco en que exista competencia entre las estaciones. También planteó que los grandes consumidores puedan abastecerse a granel directamente con los distribuidores, que las estaciones puedan cambiar de sello o que pueda haber una habilitación de estaciones de marca blanca (nombre propio de la estación), o que las distribuidoras puedan tener un porcentaje mayor de estaciones bajo gestión propia con un tope del 10% (unas 47 bocas). Hoy los tres sellos (Ducsa, Axión y Disa) no llegan a la decena de estaciones propias.  

En Uruguay hay 477 estaciones de servicio, de las cuales 288 (60% del total) operaban bajo el sello de la subsidiaria de Ancap (Ducsa), 101 por Axion y 88 por Disa. 

En la etapa 3 y final del proceso de cambio en el funcionamiento del mercado de combustibles en Uruguay, el gobierno pretende que no se den fijación de precios intermedios o máximos (mercado libre), y deja abierta la potestad para que el regulador (Ursea) pueda fijar con un esquema de “libertad vigilada” para evitar abusos de poder ex ante. El único precio que se fijaría en esa etapa es el Precio de Paridad de Importación (PPI) en la planta de distribución primaria de Ancap. 

¿Hay pocas estaciones en Uruguay?

De acuerdo a información que maneja la Unvenu, Uruguay tiene un ratio de estaciones de servicio por habitante bastante por debajo del promedio de América Latina. 

El promedio de toda la región es de 10.329 habitantes por cada estación de servicio. El que tiene el mayor ratio es Paraguay (3.677), seguido por Brasil (5.282) y Uruguay (7.143). En el otro extremo, en Bolivia hay una boca de venta de combustibles por cada 23.275 habitantes, en Ecuador 14.463, Costa Rica 13.033 y en Chile una estación cada 10.841 habitantes. 

¿Cuánto combustible vende en promedio una estación en Uruguay?

El promedio mensual de litros vendidos por una estación en Uruguay es de unos 320 mil litros por mes, según datos de la Comisión Latinoamericana de Empresarios de Combustibles (Claec). 

Con ese ratio Uruguay se ubica en el cuarto lugar por detrás de Paraguay (150 mil litros), Brasil (190 mil litros) y Colombia (210 mil litros). En tanto, en el extremo de mayor venta por estación de servicio se ubican Bolivia (900 mil litros), Ecuador (540 mil litros) y Costa Rica (500 mil litros) en promedio.

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