Opinión > ANÀLISIS/ A. DIEZ DE MEDINA

Napoleón de traje gris

La oposición no presenta una alternativa estratégica. Pero que quede claro: la exigen los ciudadanos. Los que quieren romper las pétreas mangas de su encierro bancario, laboral, criminal, sindical, comercial y educativo
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07 de enero de 2018 a las 05:00
Cuánta nostalgia de aquellos veranos que paralizaban la vida pública a partir de la segunda quincena de diciembre, hasta el comienzo de cursos! Porque lo que es este cambio de año ha sido un verdadero rugido en la oscuridad...

El oficialismo no se refugió, por cierto, en la coartada de las festividades.

Por el contrario, el presidente de la República aprovechó circunstancia tan propicia a la compañía de sicofantes a fin de formular dos juicios: el de que su administración guarda semejanza con "el mejor proyecto político que tiene este país para que su gente viva cada vez mejor", y el de que su oposición carece de "una agenda": no sería siquiera oposición, entendida como "alternativa (o) proyecto estratégico", más allá de "titulares bastante ambiguos pero suficientemente retrógrados".

No cabe disputar lo referido a la falta de proyecto alternativo: mientras nadie afirme en este país en alta y clara voz que suprimirá en una jornada los monopolios públicos, que tiene ya redactado un proyecto de alivio tributario a las empresas y que someterá a revisión radical todas las reglamentaciones laborales, regulando la actividad sindical, lo cierto es que no estaremos hablando de nada que valga la pena.

La humorada presidencial, sin embargo, está en lo del imaginario "proyecto estratégico" oficial, presentado por la cabeza de una administración que nació sin objetivos y se mantiene sin esperanzas, tejiendo de mentiras su eclipse. Que quien llegara a la vida pública hace casi treinta años prometiendo resolver el problema de la recolección de residuos de Montevideo nos hable hoy de estrategia mientras la basura se sigue pudriendo sin remedio bajo nuestras ventanas solo puede ser superado por sus ceibalitas para aprender mandarín, la convocatoria a ver en qué gastar el petróleo que no existía, o los tratados de libre comercio que no ha firmado en ningún lado.

La palabra "proyecto" aplicada a la política pretende inducir en el ciudadano el error de pensar que sus desgracias o alegrías obedecen a un diseño: si aumentan las exportaciones o llegan turistas, lo sería gracias a la previsión gubernamental; si enfrenta un contraste, como un aumento tarifario, es porque se trata de un mal menor, sabiamente previsto por el gobernante.

Y nada de ello es cierto, muy especialmente bajo el descocado régimen frenteamplista, que viaja en un imaginario tren de los Pueblos Libres por el corredor Garzón, mientras desperdicia, por ejemplo, a expensas del contribuyente al que igual ahoga, el 27% de la demanda energética nacional.

La Intendencia de Montevideo no llegó en diciembre a tiempo con la contratación de camiones que recogieran la basura: la Navidad la tomó por sorpresa, pese a ser un evento que ocurre desde hace 2017 años.

Así nos lo dijo el experto a cargo (nada menos que el capitán que piloteara el Titanic del Proyecto Aratirí): no llegó a tiempo, así como lo tomó distraído la cláusula del convenio municipal con la banda de Adeom que establece que los funcionarios pueden faltar un día al mes sin expresión de causa, lo que les significa 12 días extras de licencia anual que, por supuesto, no roza la prima por presentismo que cobran como premio por presentarse a trabajar. Lindo sistema.

El presidente, palmario administrador de la que Sabina llamaría "la posada del fracaso, donde no hay consuelo ni ascensor", ostenta imaginarias condiciones "estratégicas" de un régimen que ahora pagará US$ 50 milllones del contribuyente a los funcionarios del Poder Judicial a quienes beneficiara con un aumento del que ni siquiera se dio cuenta que concedía en su apuro por aumentarles el sueldo a sus ministros. Napoleónico, sin duda.

No contentos, empero, con estas viñetas, los miembros del estratégico elenco nos han regalado ahora este conejo de mago sin trucos: presentar al tenedor de libros del gasto, la presión fiscal, la destrucción de empleos y el endeudamiento desbocados por más de 13 años como... ¡el rostro de la renovación!

El insólito ministro lo intentó explicar esta semana en palabras que solo a él le hacen sentido: "La articulación entre experiencia y renovación generacional no es un tema de candidaturas sino de conformación de cuadros de gobierno en los que podamos, desde diversos ángulos, articular las dos cosas". ¿Traducción? "Por favor, interpreten lo de la renovación como quieran, pero no mencionen el hecho de que a mí la cédula de identidad ya me la renuevan hace rato de por vida". Renovación á la Brézhnev.

Tal renovador, sin embargo, no pudo evitar el darse con el moderno sucedáneo de la Iglesia: el celular. Todos en la playa digiriendo en silencio el hecho de que fruta, verdura y combustible lucen irreconocibles en sus precios, y el nuevo rostro vetusto del frenteamplismo no tuvo mejor idea que meterse con el altar frente al cual la modernidad lo sacrifica todo y a todos.

En 24 horas, miles de personas vieron al "proyecto político" en acción: al directorio de ANTEL mintiendo sobre las ventajas de lo que luego no era tan ventajoso, al sindicato del ente mostrando las uñas contra la competencia, al ente mismo reculando por el camino de invertir la carga de un cambio contractual: ahora sería el cliente el que tendría que decirle que no quiere cambios en su contrato. Y todo ello en medio de una elocuente lección: el manotazo tributario se difirió un poco porque ANTEL no cuenta con un monopolio de telefonía móvil y las redes ya invitaban a cambiar de compañía. Estratégico, sin duda. Y tan bien comunicado, por la empresa pública de la comunicación.

Lo que nos lleva otra vez a las palabras presidenciales.

En el directorio de ANTEL se sienta un representante de lo que se llama la "oposición", en este caso de Alianza Nacional: su silencio antes, durante y después del papelón lo dice todo, como lo dijera el de quienes condonaran los mamarrachos que quebraran ANCAP.

Es un triste epílogo el tener que afirmar que en medio de tanta insensatez y zonzas burbujas como las que expresa el presidente, siga teniendo razón al afirmar que la oposición como tal no presenta al país una alternativa estratégica.

Pues que les quede claro: la exigen los ciudadanos a gritos. Los que quieren romper las pétreas mangas de su encierro bancario, laboral, criminal, sindical, comercial y educativo. Ciudadanos a los que hoy solo les cabe arrastrarse a paso cansino hasta la estación Venezuela para preguntarse, como lo hace el otro hombre gris: "¿Pero cómo pudo sucederme a mí?"

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