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No estamos bien

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18 de septiembre de 2019 a las 05:02

Es frecuente escuchar la frase que dice que el país vive de espalda al campo, un dicho que por manido ha perdido su sentido y se ha convertido en una frase sin sustancia.

Sin embargo, al escuchar la oratoria del presidente de la Asociación Rural del Uruguay (ARU), Gabriel Capurro, en la clausura de la edición 2019 de la Expo Prado, la expresión no solo mantiene toda su vigencia, sino que podríamos extenderla a que el país vive a espalda a los empresarios, los responsables de la creación de riqueza, pero que contrasta con el bajo protagonismo que tienen en el espacio público. 

En el debate público, se escucha poco la voz empresarial, pese a que una encuesta difundida el año pasado revela que una mayoría robusta de los uruguayos cree que los empresarios son indispensables para el desarrollo del país.

“La carreta delante de los bueyes” que observó Capurro en políticas del gobierno, en el discurso de cierre de la Rural del Prado, el sábado 14, es un ejemplo del punto de vista empresarial que nos hace falta escuchar más.

De una larga oratoria –de más de una hora y media– destacamos la defensa al valor de la libertad y su clara advertencia de que solo debemos dar por bueno lo que establece la Constitución, las buenas costumbres y el interés general y siempre “debidamente fundamentado”, algo que lamentablemente a veces hemos dejado a un lado.

Le asiste la razón al productor rural en alertar sobre la falta de competitividad que, como cuando se ubica a la carreta delante de los bueyes, no permite avanzar. 

Notoriamente la falta de un plan en términos de competitividad ha sido un gran debe de la gestión de Tabaré Vázquez, una carencia de mucho tiempo atrás, pero que se agravó bajo las administraciones del Frente Amplio debido al enorme peso del Estado. De un Estado, que como muy bien ilustró Capurro, “sigue acumulando grasa”.

Un Estado gordo, mientras sectores agropecuarios como el arroz, la lechería y la ganadería, han mejorado su productividad y calidad por el uso de tecnología en la producción. Y, pese a ello, todos enfrentan adversidades por los altos costos internos.

Capurro reclamó un Estado con “la misma eficiencia y productividad” que el gobierno le exige al sector privado y que “predique con el ejemplo”.

En ese sentido, las administraciones del Frente Amplio, por lo menos las últimos dos, no han hecho bien las cosas. El extitular del Secretariado Uruguayo de la Lana (SUL), dio un dato demoledor para demostrar que el país “gasta mucho”: de US$ 3.000 millones saltó a más de US$ 18.000 millones.

Capurro dijo que es “fácil” aumentar la plantilla de empleados públicos y aprobar reformas jubilatorias que aumentan el gasto sin pensar en su financiación. Y es fácil, decimos nosotros, escudarse en el argumento de que es difícil disminuir el presupuesto estatal que mayoritariamente se destina al pago de jubilaciones y sueldos. 

Una conducta responsable es siempre pensar en cómo se financiará genuinamente el aumento del gasto y, en la medida de lo posible, ahorrar en los períodos de bonanza, dos reglas ausentes en los gobiernos frentistas.

Y es por eso que “no estamos bien”. Lo estaremos el día en que el gobierno se dé cuenta de que las cosas importantes las logran los que hacen las cosas difíciles, una enseñanza que recibió Capurro de su padre.

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