Esta creencia y los mensajes catastrofistas que de ella se derivan no son únicamente característicos de nuestros días.

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No, los recursos naturales no se están agotando

A lo largo de la historia han surgido multitud de debates sobre la sostenibilidad de la humanidad y diversos economistas han intentado explicar las relaciones entre la población y los recursos naturales
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16 de febrero de 2023 a las 13:30

Por Tobías González

Suele verse en distintos medios de comunicación mensajes alarmistas sobre el futuro de la humanidad. Uno de los más repetidos refiere al balance entre población y recursos naturales. Se argumenta que la población mundial es muy elevada y que los recursos naturales se están agotando.

Esta creencia y los mensajes catastrofistas que de ella se derivan no son únicamente característicos de nuestros días. De hecho, a lo largo de la historia han surgido multitud de debates sobre la sostenibilidad de la humanidad y diversos economistas han intentado explicar las relaciones entre la población y los recursos naturales.

En particular, uno de los primeros autores en tocar el tema fue Thomas Malthus en 1798. Malthus desarrolló una idea simple, pero muy poderosa sobre la evolución de la especie humana. Según él, la población crece de forma geométrica y la producción de alimentos de manera aritmética. Es decir: “Supongamos de mil millones el número de habitantes en la tierra: la raza humana crecería como los números 1, 2, 4, 8, 16, 32, 64, 128, 256, en tanto que las subsistencias como estos: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9. Al cabo de dos siglos la población sería a los medios de subsistencia como 256 es a 9; al cabo de tres siglos como 4096 es a 13 y después de dos mil años la diferencia sería inmensamente incalculable”.(1)

En otras palabras, el mundo solo puede mejorar económicamente si mantiene controlada la cantidad de personas en un número razonablemente adecuado y similar a su producción de alimentos (que está determinado por un stock finito de recursos naturales).

Estas ideas parecen intuitivas, pero nada está más alejado de la realidad.

En primer lugar, desde que Malthus escribió hasta hoy, la población mundial creció aproximadamente en 7.000 millones de personas (de 1.000 millones en 1800 a 8.000 millones en la actualidad). A su vez, si bien no es fácil establecer qué pasó con los recursos naturales o los alimentos, sabemos que la gran parte del mundo ha abandonado los niveles de subsistencia y vive alejada de la línea de pobreza extrema (de 75% de pobreza extrema en 1820 a 10% en la actualidad). (2)

La explicación teórica de este gran error del pensamiento maltusiano se la debemos, en parte, a Julian Simon. (3)

Para comprender su planteo debemos entender el concepto de “escasez”. La señal más clara que determina la escasez de un recurso es su precio. Si un bien se hace cada vez más escaso, su precio tenderá a subir y si por el contrario su precio cae tenderemos a creer que este está más disponible que antes.

Entonces, si las teorías del agotamiento de los recursos fueran ciertas, los recursos naturales (o los alimentos), a lo largo de la historia, se debería haber hecho cada vez más escasos y por lo tanto más caros. Esto debería cumplirse para bienes como el trigo, el maíz, las semillas, pero también para la energía o el petróleo.

Sin embargo, Simon demuestra que tomando cualquier precio, de cualquiera de estos u otros recursos naturales, podremos observar la tendencia opuesta: el precio de estos recursos en relación a los salarios y los precios del índice de precios al consumo han caído de forma marcada desde 1800.

El problema con quienes auguran el agotamiento de los recursos es que sus predicciones son de índole “tecnológica” y no económica. Esto quiere decir que no tiene en cuenta que, a medida que se va extrayendo un recurso natural, la escasez comenzará a repercutir en el sistema de precios.

En este sentido, si el precio de un recurso sube, los usos menos urgentes para este bien no serán rentables y la señal enviada al resto de agentes es que ahora el recurso debe utilizarse sólo para los fines más urgentes. En consonancia con ello, si la necesidad del recurso es muy generalizada, comenzarán a surgir bienes sustitutos que ahora (con el nuevo precio del primer recurso) serán rentables.

Para demostrar su punto, en 1980 Simon protagonizó una apuesta con Paul Ehrlich, un gran seguidor de las ideas de Malthus. Simon le propuso a Ehrlich que eligiera cinco materias primas que quisiera y que 10 años después miraran sus precios para ver si estas se habían hecho más o menos escasas. Así, Erhlich eligió el cobre, el cromo, el níquel, el estaño y el tungsteno.

Si lo precios caían esto demostraba que esas materias primas se habían hecho menos escasas y por el contrario, si los precios subían se habían vuelto más escasas. El resultado fue contundente: las cinco materias primas cayeron de precio y Simon ganó la apuesta.

En definitiva y en contraposición a la opinión más difundida, tanto la evidencia empírica como la teoría económica nos demuestran que, en el largo plazo, los recursos naturales no solo no se agotan, sino que incluso se hacen más abundantes.

 

(1) Malthus, T. R. (1798). Ensayo sobre el principio de la población

(2) Our World in Data (2022)

(3) Simon, J. L. (1981). El último recurso.

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