Hasta estas orillas llegan las más diversas noticias. Es un decir, lo reconozco porque bien sé que los sistemas más sofisticados de comunicación no aguardan como antaño. En instantes podemos pasar de un país a otro y, así nos enteramos rápidamente de todo cuanto sucede en el mundo.
No estamos aislados. He leído hace unas horas que nos uniremos nuevamente con Madrid por vía aérea. Los anuncios publicitarios se encargan de mostrar los cómodos asientos, con buena separación entre ellos para que olvidemos nuestras terribles noches en las travesías hasta llegar a destino. Es evidente que si todo cambia, los pasajeros y por razones sanitarias gozarán de un poco de humanidad.
Son días de espera. Los científicos no cejan en su tarea para lograr una vacuna nueva que nos protegerá. Esta mañana recibí noticias de un buen amigo europeo. Extrañaba su silencio. Relata con dolor las cinco semanas que lleva su mujer en internación. Somos amigos y de inmediato le respondí: “Rezo con cariño por ella y por ti”.
Es evidente que en nuestra tierra se han puesto y continuarán, con todos los medios para luchar contra la dura enfermedad. Me parece que al hogar llegan las más diversas noticias. “En pila” se decía en mi lejana niñez. Era una frase que lo decía todo aunque afortunadamente el buen decir la reprobó. Es la gran oportunidad para enseñar a chicos y a grandes el valor de la limpieza y a no desdeñar cuanto se nos dice para cuidar a nuestras familias y en primer lugar a nosotros mismos. El agua y el jabón son poderosos y hay desinfectantes que pueden también colaborar.
Nuestro comportamiento cotidiano no ha cambiado ni cambiará. Las normas dadas por las autoridades son “erga omnes” (perdón por el adagio pero es “ para todos”) y en gran parte nos ayudarán en lo de cada día. Los niños, los jóvenes y los mayores somos los protagonistas de este tempo. Pero, “¿no hay acaso buenos programas en la televisión?” Existen sin duda pero cada cosa a su tiempo. Una familia puede seguir una serie, pero el día tiene veinte cuatro horas y grandes y niños con responsabilidad pueden transformarlas.
Hace algunos años fui invitado a un país extranjero para dar un seminario. El público asistente era muy variado y lo diré con claridad. Era peleador. Me recordó a mis niños después de un domingo con asado con amigos y el infaltable fútbol. “Lo que usted ha dicho sobre la forma de comer los tallarines no es correcto...”. “Tampoco estoy de acuerdo sobre el empleo de la servilleta”... “En cuanto a las flores que lleva una invitada, la dueña de casa las debe dejar sobre un mueble pero eso de ir a buscar n florero....” En fin...
No es mi deseo dar una clase sino recordar amables momentos que toda persona dedicada a la enseñanza no puede olvidar. En este blog del comportamiento en la vida cotidiana, deseo comentar algo que me llegó hondo. Fue en una universidad pública de México DF. Pasé lista a los alumnos y ante mi asombro, las alumnas y los alumnos, al escuchar sus nombres se fueron poniendo de pie diciendo con voz clara: “Presente, señor, para servirle”.
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