Odizzio es ingeniero civil, tiene un master en Administración y Gestión de Sistema de Seguridad Social y otro en Administración de Servicios de Salud. En 1992 ingresó al BPS como administrador de la Asesoría Tributaria y de Recaudación.

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Odizzio sobre reforma de jubilaciones: "Corremos el riesgo de polarizar la comunicación"

El presidente del BPS alertó sobre desafíos comunicacionales en el proceso de cambio de las futuras jubilaciones; dijo que deberá comprender un cambio cultural
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20 de junio de 2021 a las 05:00

Al presidente del Banco de Previsión Social (BPS), Hugo Odizzio, podemos decir que la pandemia lo obligó a reencontrarse con su “primer amor”. De asumir como director de la Agencia de Gobierno Electrónico y Sociedad de la Información y el Conocimiento (Agesic) en marzo de 2020, pasó al frente del BPS el 3 de abril del mismo año

Le tocó volver a un organismo con el que estuvo vinculado estrechamente desde su ingreso en 1990, cuando fue asesor del entonces presidente, Rodolfo Saldain, que hoy preside la Comisión de Expertos en Seguridad Social (CESS) que trabaja en la reforma del sistema jubilatorio.

El cambio de su rol fue estratégico. Según Odizzio, en ese momento, el gobierno vislumbraba un futuro en el que los seguros de paro, seguros por enfermedad y otros programas de protección social iban a ser necesarios y que no había demasiado tiempo para trabajar en ellos. En ese sentido, recurrieron a un viejo conocido de la casa. “Un año después, creo que fue buena la propuesta que se hizo porque no había mucho tiempo para aprender y había que entrar rápidamente tomando decisiones”, dijo a El Observador.

Hoy, el director del BPS afronta los desafíos que ya traía el organismo desde períodos anteriores y a eso se le suman los problemas que incorporó por la pandemia. Además, la seguridad social en Uruguay vive un momento clave ya que la CESS se encuentra debatiendo sobre las recomendaciones que hará llegar al Poder Ejecutivo el 6 de agosto para reformar el sistema. Odizzio pone especial énfasis en la forma de comunicar a la población sobre la importancia que tiene la reforma y el BPS en particular.

El Banco de Previsión Social hoy

¿Cuál es la situación económica actual del BPS?

Una muy buena decisión que se tomó en el inicio de la pandemia fue la creación del Fondo Coronavirus. Esto permitió llevar una cuenta en paralelo de lo que era, por un lado, el desempeño del sistema de seguridad social y de los subsidios que reciben los trabajadores en determinadas circunstancias como desempleo y seguro de enfermedad y, por otro lado, todo lo agregado. Lo agregado, que aumentó los US$ 600 millones de déficit que se habían estimado y anda en el orden de los US$ 520 millones adicionales, ahí estamos comprendiendo algunos programas del ministerio de Desarrollo Social (Mides) y algunas renuncias de recaudación por las exoneraciones que se dieron. La estimación de ese gasto agregado nos permitió decir cuánto dinero adicional necesitábamos y esos fondos el gobierno los diferenció y los aseguró por otra vía de financiamiento. O sea que nuestro objetivo tradicional y de ejecución anual siguió su curso, esto se vino a agregar y seguimos haciendo todo lo que veníamos haciendo y además lo que nos impuso la pandemia. Seguimos generado el mismo déficit de años anteriores más el gasto adicional de la pandemia. En 2019 el BPS culminó con un déficit de US$ 605 millones, para el año 2020 el déficit fue de US$ 640 millones y para el 2021 estimamos que estará también cercano a esos números.

El presidente del BPS proyecta un déficit para el organismo para este año “similar” al de 2020 cuando llegó a US$ 640 millones.

¿Hay posibilidad de bajar el déficit que tiene el BPS? ¿A qué responde que sea un organismo deficitario?

Un sistema de solidaridad intergeneracional o de reparto funciona cuando la cotización de los trabajadores en actividad puede solventar las jubilaciones de todas las personas que se han retirado y que están percibiendo el ingreso jubilatorio o pensión. En Uruguay hace mucho tiempo que el sistema no es equilibrado. No está balanceado porque a partir del Plebiscito de Reforma Jubilatoria de 1989, esa reforma constitucional ató (los ajustes) a la evolución del Índice Medio de Salarios (IMSN). Entonces, se vio que iba a haber un requerimiento creciente de recursos y ahí es donde se dispone la afectación de Impuesto al Valor Agregado (IVA) para cubrir ese pago adicional que demanda la reforma constitucional a partir de 1990. Cinco puntos y un adicional de dos puntos más. Eso significa que los aportes de los trabajadores no son suficientes para financiar esa jubilación y esos siete puntos de IVA los pagan todos los uruguayos, los que tienen derecho a una jubilación a futuro o en el presente y los que no. Incluso las personas que están en el sector informal de la economía pagan IVA cuando van a comprar algo; y eso está sustentando ese sistema de reparto que no está balanceado. Hay quienes sostienen que esos puntos de IVA lo que hacen es compensar la pérdida de ingresos por algunas exoneraciones de tipo patronal o fundamentalmente aportes de los empleadores. Más allá de que pueda estar generándose un menor ingreso ahí, nosotros transmitimos  a la CESS la necesidad de sincerar los números. Si los siete puntos de IVA son asistencia, que se llamen asistencia. Si hay aportes que se están exonerando, que ingresen aunque sea contablemente esas exoneraciones y que imputen a la transferencia de rentas generales. Si estamos beneficiando a una actividad porque es de interés del país que esa actividad tenga menor presión con los aportes patronales reducidos, que quede eso claro a nivel de las cuentas del BPS, porque ni está bien que el IVA figure como recurso genuino ni que las exoneraciones figuren como una reducción del ingreso cuando en realidad es un subsidio a cierta actividad. Le planteamos a la CESS, de forma unánime en el Directorio, la importancia de revisar la forma en que hacemos los asientos de estas transferencias. 

La clave a futuro: la reforma de la seguridad social

¿Cómo evalúa la percepción que tiene la gente respecto a la reforma de la seguridad social?

La gente que está muy metida en el tema, piensa que el país entero está metido en el tema, y cuando uno mira la encuesta de la CESS, a la mayor parte de la población todavía no le ha llegado la reforma de la seguridad social como una realidad que deba analizar o un tema en el cual deba introducirse. Eso es bastante homogéneo entre diferentes colectivos y regiones, no hay una percepción en la sociedad de que este tema sea clave. Lo que ocurre es que cuando el tema empieza a tener más minutos en la comunicación, la gente comienza a interiorizarse y ahí, en este mundo hiperconectado, corremos riesgo de que la comunicación se polarice. Este es un tema técnico y hay que tratar de explicar los conceptos que son complejos en una forma llana para que todas las personas puedan saber en qué lugar están en esta película y qué papel les toca. A veces vemos opinar con mucha vehemencia a personas que ya están jubiladas y, en este partido de la reforma, están en la tribuna mirando a ver qué pasa en la cancha, porque son espectadores. Quizás el mayor interés que tienen es la sustentabilidad de sistema, que les va a asegurar los pagos a futuro, pero desde el punto de vista de los derechos adquiridos no existe y no está en la cabeza de nadie que derechos que ya se han consagrado y otorgado a una persona se revisen, eso es impensable. Sin embargo, quienes más tienen que estar mirando estos temas con interés, son los que están más alejados, en cuanto a que los jóvenes lo ven como un tema de ya veremos qué pasa a futuro, y en realidad este proceso se desarrolla en décadas.

La reforma jubilatoria tiene un desafío comunicacional entonces…

La reforma tiene un desafío en la comunicación. Se han planteado falsas contradicciones. Se dice el sistema de reparto o solidaridad intergeneracional. El término solidaridad genera mucho compromiso. Para mí, solidario es cuando uno se levanta temprano un sábado para ayudar a un amigo en la mudanza. Ahora, si estoy pagando a la seguridad social porque hay un código tributario que determina que mi actividad está gravada y tengo que pagar, yo no le llamaría tanto solidaridad sino de trasferencia intergeneracional. Lo trabajadores les transfieren a través de su aporte a los jubilados de las generaciones anteriores. Solidaridad versus capitalización era la dicotomía en 1996. Hoy yo creo que es transferencias intergeneracionales y (ya no versus) ahorro personal. También se dice ahorro individual, individualismo, se instalan una cantidad de conceptos que predisponen a decir: “No, yo no soy individualista”. A veces una cosa es el discurso y otra es la acción. Yo creo que la comunicación hace también a la terminología que utilizamos, porque si no se demonizan instrumentos que son técnicos. Lo importante en la comunicación, que hoy a niveles de redes es muy fácil instalar mensajes, es que el ciudadano logre recibir un mensaje lo más neutro posible. Cuando hay modelos diferentes, con creencias y resultados esperados diferentes, a veces la comunicación no es muy neutra. No me voy a arrogar el papel de la neutralidad porque todos tenemos posición pero sí por la responsabilidad del cargo tratar de transmitir algunos conceptos en torno a la reforma que me parecen importantes.

¿Cómo debería ser la reforma? ¿Qué aspectos considera clave contemplar?

La reforma tiene que comprender un cambio cultural. En los trabajadores y hasta en los jóvenes, un cambio cultural de compromiso social. En el año 2005, Ernesto Murro, quien en ese entonces era el presidente del BPS, generó unos materiales educativos a nivel de primaria y secundaria. Nosotros estamos pensando que la reforma tiene que generar una nueva edición de esos materiales, también transmitiendo estos conceptos de qué es ser solidario y de que cuando yo me inscribo a la seguridad social, realmente aporto y hago mi contribución, no solo estoy generándome mi futuro en la jubilación sino que también estoy contribuyendo a que la sociedad en su conjunto asista a quienes menos tienen. En ese sentido, nosotros estamos previendo para el presupuesto del año próximo la edición de estos materiales. Después, en ese enfoque de cambio cultural, también se tienen que explicitar algunos de los instrumentos que hoy ya están y que la gente quizás no los percibe. Por ejemplo, lo que hoy conocemos como jubilación mínima, ya tiene una componente que es contributiva, que la persona aportó pero tuvo pocos períodos cotizando y no pudo completar un monto de jubilación más elevado, y se le asegura un piso de ingreso. Eso tiene entonces una componente asistencial, pero hoy en el recibo sale todo como jubilación mínima. Esa parte asistencial, entre lo que fue el cálculo de su jubilación, la está pagando toda la sociedad a través de los impuestos, a través de los US$ 600 millones de déficit y siete puntos de IVA, y sería buena cosa que eso estuviera diferenciado. Hoy no somos conscientes de los efectos que genera el no haber podido completar la vida laboral porque al momento de retirarse esa persona está siendo apoyada por toda la sociedad. Hoy queda todo como “esa es mi jubilación” pero la sociedad está ayudándolo a que esa jubilación tenga un piso.

Para Odizzio, El hecho de que todos los partidos políticos estén representados en la CESS es una muy buena señal

En la línea de jubilaciones mínimas, ¿cómo ve la propuesta de un pilar 0 en la que está trabajando la CESS?

El concepto relevante es empezar a ser más justos, en tratar situaciones diferentes con criterios que son también diferentes. A diferencia de la renta básica universal que llega a todos sin importar su condición de ingresos, esto se ajusta mucho más a un principio de enfoque de equidad, de que para quien más precisa, la componente asistencial es mayor. A mí me parece bien, además, todavía tenemos un porcentaje de trabajadores en el sector informal de la economía, más otras amenazas como los cambios en los puestos de trabajo y que no nos permiten asegurar que en un futuro no vayamos a convivir con escenarios de personas con pocos períodos de cotización durante su vida laboral.

Usted pidió poner énfasis en que no será solo una reforma del sistema de jubilaciones y pensiones…

Se dice que esto es solo una reforma del sistema de jubilaciones y pensiones pero no, esto es una reforma de la protección social. Se cuestiona si los programas que hacen a la protección social llegan a quienes realmente tienen que llegar y si son efectivos y justos. En ese sentido, lo que estamos proponiendo a nivel de rendición de cuentas es un sistema de información de protección social que nos permita comprender qué derechos tiene un ciudadano y cuáles de esos realmente ejerce. Qué beneficios recibe, la idea es tener una visión completa. Es imposible generar instrumento para gobernar el sistema si no tenemos información. Se habla de que ya hay uno en el Mides pero el 99% de las prestaciones económicas de retiro no pasan por esa cartera. La educación y la salud también hacen a la protección social. Queremos gestionar la protección social mejor y tratar de manera desigual situaciones que son desiguales. A veces aplicamos la misma vara para medir todo y siento que nos falta información para ser más justos. Lo que estamos haciendo es generar esta forma de trabajo nueva que tiene la denominación de sistema de información de protección social. Se basa en el estándar de comunicación de datos entre todas las instituciones para poder saber cada ciudadano qué está recibiendo.

¿Cree que se aprobará de forma unánime en el Parlamento?

En 1995, cuando se votó la reforma de lo que se llamó las AFAP, se votó solo con los votos del oficialismo y sin los voto de la oposición, que es la actual oposición también. Sin embargo, 26 años después, este sistema no se derogó. El hecho de que todos los partidos estén representados en la comisión de expertos es una muy buena señal. Si después la propuesta legislativa se lleva adelante únicamente con los votos de la coalición de gobierno, no lo veo como un problema. Ya tenemos una experiencia sin el voto de la oposición. A veces se instala eso de que si no se vota unánimemente en la reforma, esta no va a prosperar. Yo creo que hay que sacarle estrés a ese tema. La madurez de nuestro sistema político al momento de gobernar funciona.

El porvenir del organismo

¿Qué respuesta está dando hoy el BPS a sus usuarios? ¿Qué tantos trámites atrasados hay debido a la limitación de la presencialidad?

Habíamos pasado a 50% de presencialidad en diciembre y eso nos generó atraso en las agendas. En febrero hicimos un plan para ponernos al día. El 24 de marzo pasamos casi a presencia mínima, solo pensión por fallecimiento y préstamo de jubilados. Cuando habíamos hecho un plan con el que aproximadamente en mes y medio íbamos a poner al día a todos los que estaban esperando, durante dos meses tuvimos que bajar de nuevo la actividad. Ahora cuando reabrimos, hay agendas hasta octubre, eso es inadmisible, tenemos que volver a hacer un plan de puesta al día pero tampoco podemos poner en riesgo la salud de la población ni de los funcionarios. Ahora estamos de nuevo tratando de subir este repecho en calidad de servicios. 

Ante una nueva ola de jubilados y pensionistas en el sistema uruguayo, Odizzio considera que el BPS deberá tener un rol más de asesor previsional a futuro.

¿Qué objetivos se plantea el BPS para seguir mejorando?

Tenemos un compromiso con cambiar la realidad. Si uno hace siempre las mismas cosas obtendrá siempre los mismos resultados. El mundo cambia y a veces nuestros países son más lentos para asumir los cambios. Creo que ahora se puede encontrar una mayor velocidad de transformación. Primero porque hay voluntad de generar estos cambios y, si bien hay restricciones de tipo presupuestal, no estamos hablando de grandes inversiones sino de comprender mejor la realidad para saber dónde aplicar el esfuerzo. Se nos van a presentar desafíos porque cuando uno toca algo, hay otra cosa que se desacomoda, pero tanto a nivel de la gestión como de la dirección de las políticas, todo eso tiene que estar en permanente revisión porque el mundo, la sociedad, la forma de comunicarse y de interactuar cambian muchísimo. Por eso también ponemos mucho énfasis en el Plan Ibirapitá, por ejemplo. Hoy las encuestas muestran que la gente usa más el smartphone que una tablet. Hay que preguntarle a la gente y saber lo que la gente hace y prefiere porque si no desde el Estado, que es tan pesado y presente, siempre nos creemos que sabemos exactamente lo que las personas quieren. La datos de esta encuesta nos dan la señal clara de que no solo hay que pensar lo que las personas precisan sino que hay que comunicar que los cambios son necesarios porque es muy importante, no por los jubilados que están mirando el partido en la tribuna sino por los que están en la cancha que son los trabajadores y por los que están en los vestuarios que son los hijos.

¿Qué aspira a dejar con su gestión al frente del BPS? ¿Qué quiere ver al final?

El BPS tuvo durante mucho tiempo una cultura de desconfiar de la persona que llega a solicitar un beneficio. Cada vez tenemos más información y mejores herramientas para saber si a la persona que se presenta ante nosotros realmente le corresponde el beneficio y le podemos explicar qué le corresponde, cuál es el tipo de beneficio y si no le corresponde también, aunque sea duro ese mensaje. Aquel BPS basado en la desconfianza en el que viene, de que me va a tratar de sacar algo a lo que no se si tiene derecho, eso es lo que queremos abandonar, queremos ser asesores previsionales del ciudadano. En un contexto además donde en mayor o menor plazo se vaya hacia una integración de todos los sistemas. Cuando una persona llega hoy al BPS y tiene servicios en otras instituciones, por ejemplo la caja profesional, ahí empieza un proceso de armonización y de ver cuánto va a recibir por cada uno de los sistemas. Si se va hacia una convergencia en un sistema único, ahí ya se tendrían las herramientas para comprender cuál es la situación de la persona cuando llega a un contacto con un funcionario del BPS y podríamos asesorarlo. En términos de servicio, dejar de ser una institución receptora y pasar a asesorar. Ahí también está el concepto de cercanía. Tenemos un proyecto que se llama servicio de cercanía, que es tratar de estar más próximo de las personas cunado precisan del BPS. Si tiene un dispositivo de Ibirapitá y quiere saber cuándo puede renovar su préstamo, cuándo va a cobrar y tener una copia del recibo, que lo tenga en la palma de la mano, eso es cercanía, y si quiere hablar que tenga un botón y lo atienda un funcionario del BPS, eso es cercanía. Cada vez vamos a tener más afiliados, incluso jubilados y pensionistas, que son nativos digitales, entonces nos tenemos que preparar para esa próxima generación de afiliados que nos van a demandar muchas más soluciones en la palma de la mano.

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