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Otro 1° de mayo es posible

El trabajo es un aspecto vital en la vida de todos los ciudadanos, sin importar edad, pero el 1° de mayo lo único que se escuchó fueron interrogantes, sumado a los temas de los que no se habló
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05 de mayo de 2019 a las 05:00

Los discursos de los actos de Día de Los Trabajadores suenan muy parecidos a lo largo del tiempo salvo, quizá, aquel de 2013 en el que Richard Read fue orador principal e hizo una profunda autocrítica sobre la  cultura del trabajo. En los anteriores y en los posteriores, con matices propios de los tiempos políticos y económicos, se escucha la misma música de fondo. La mirada del orador se dirige inexorablemente hacia atrás: hacia los derechos adquiridos, hacia las conquistas logradas desde 2005 pero sin ninguna referencia a las responsabilidades que esos derechos conllevan. Responsabilidad que siempre debe ir atada al derecho como un binomio inseparable pero que con mucha frecuencia se trata de disociar: es más fácil reclamar derechos que asumir las responsabilidades correspondientes

Del acto del pasado 1° de mayo se ha hablado mucho, a favor y en contra. Richard Read fue uno de los que salió con la plancha en alto. Los partidos de la oposición en general prefirieron no pronunciarse y el oficialismo se mostró conforme. Era razonable que lo estuviera, toda vez que no hubo críticas a la gestión de la economía que se encuentra estancada y con desempleo creciente.

Pero hay tres temas, por lo menos, que brillaron por su ausencia en la oratoria sindical. Por un lado, los problemas de la educación, que se agravan año a año y que ya muestran alto porcentaje de deserción de sistema educativo formal. Hecho sumamente grave no solo porque no culmina la preparación de los jóvenes para las necesidades de mercado de trabajo sino también porque los excluye de la vida social y en muchos casos los empuja a la delincuencia como medio de supervivencia. Es decir, se favorece la fragmentación social (precisamente hoy que se habla tanto de inclusión) y con ello la pérdida de valores y el auge del delito que crece, no por el nuevo Código Penal, sino por una mayor y efectiva denuncia de los mismos en las fiscalías. Siendo la creciente inseguridad otro tema que, por cierto, faltó en los discursos.

Otra tema preocupante y que no tuvo el destaque debido es la continúa pérdida de puestos de trabajo desde 2014, cuando se agotó el viento de cola, hasta el día de hoy. Ya estamos hablando de 50.000 empleos perdidos en este período de gobierno y ello debería ser algo que generara enorme preocupación en la central sindical. Así como también la constante reducción de la inversión. Porque, salvo que caigan de las ramas de los árboles, los puestos de trabajo genuinos y productivos solo vienen de la inversión privada, a la que hay que apuntalar. Con todo, ni la pérdida de empleos ni la caída de la inversión merecen un lugar preponderante en la agenda de reclamos y aspiraciones. ¿Será que se espera todo del Estado?

En tercer lugar, aunque se reconoce su inexorable llegada, es poco lo que se dice respecto de los puestos de trabajo que se perderán en los próximos años por la aplicación de la inteligencia artificial. Puestos actuales que se perderán y puestos futuros que se crearán si tenemos la suficiente flexibilidad para movernos, para entrenarnos, para reconvertirnos. Pero parece que más bien se tiende a pensar que ese proceso será de la próxima década, que aún está lejos y que quizá logremos postergarla con medidas proteccionistas.

En el fondo, escuchamos siempre la misma música de fondo porque la central sindical y los responsables de las políticas laborales siguen hablando como si viviéramos en los siglos XIX y principios del XX, donde predominaba una relación laboral de neto corte industrial. Pero esa época hace tiempo que ha pasado y ha sido sustituida por otra donde lo que predomina y predominará son relaciones laborales basadas en el conocimiento y no en la permanencia en el mismo lugar durante 8 horas. Hoy ya hay actividades donde cuesta distinguir la clásica relación de dependencia del trabajo autónomo. Y ello va a aumentar en el futuro. La revolución tecnológica que estamos viviendo está transformando nuestras vidas, los modos de comprar, de vender, de producir, de llegar a los consumidores y hasta de participar en los asuntos públicos.

Es preciso dejar de lado el paradigma de la lucha de clases y comprender que mucho más se consigue con la cooperación que con la confrontación. Es preciso asumir responsabilidades y no dar todo por garantizado porque si hay algo seguro es que todo cambia y a gran velocidad.

Estamos en un año electoral y sería muy bueno escuchar propuestas serias sobre el futuro de trabajo tanto por parte de los sindicatos, como de los empresarios y de los partidos políticos. El tema laboral es central en nuestras vidas y lo oído en los discursos del 1° de mayo generaron más interrogantes que respuestas. Interrogantes que se hicieron más agudas cuando se escuchó la proclama del PIT-CNT por cadena nacional de radio y TV. 

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