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6 de marzo 2023 - 17:07hs

Aún no llegamos a ponerle nombre al período que va desde la caída del muro de Berlín a este nuevo orden mundial en el que nos encontramos. La historia lo bautizará ya muerto, quién sabe cómo. Acabada la segunda guerra mundial, el mundo experimentó, hasta el año 2020 cuando irrumpe el covid, un período de crecimiento sin parangón en la historia, tanto en términos de generación de riqueza como de población.  Sin embargo, hay dos períodos diferenciados, uno desde 1950 hasta 1990 y otro, desde entonces hasta que se desata la pandemia. En ambos las tasas de crecimiento del ingreso per cápita a nivel global son similares: 2,2% anual.

Sin embargo, la segunda etapa de 1990 hasta 2019 se caracteriza por algunas particularidades. En primer lugar, asistimos con China, India y el sudeste asiático a la cabeza, a un proceso sino de convergencia económica, al menos de acortamiento de algunas brechas. Algunos de los corredores que estaban muy rezagados  en la pista, aceleraron en los últimos treinta años la velocidad de su marcha. Los crecimientos de producto per cápita anuales promedios fueron de 5,4% para China, y en torno al 4,5% para India y el Sudeste Asiático. Latinoamérica creció en ese indicador al 2% en el  período, mientras que  Estados Unidos, Europa, África del Norte y Medio Oriente lo hacía al 1,5% anual.

Fruto de esas tasas de crecimiento más altas de los ingresos en economías más rezagadas, desde 1990 a  2019, las cifras de pobreza extrema se redujeron de un modo esperanzador.  Según datos del Banco Mundial en 1990 el 35% de la población mundial subsistía bajo la línea de la extrema pobreza. Tras algo más de treinta  años ese porcentaje cayó a algo menos del 10%  La incorporación de China a la economía global explica mucho del crecimiento del producto global de estas décadas. Ofreció desde el lado de la oferta, un caudal significativo de trabajadores y desde el lado de la demanda un mercado en continua expansión, de los que se beneficiaron otras regiones del planeta, Latinoamérica es un ejemplo de ello.

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En segundo lugar, el número de países viviendo en democracia también mostró un importante crecimiento desde 1990, con algunos reveses en los últimos años, pasó del 35% del total de países al 53%  en 2021.  Aunque no exento de conflictos bélicos, se avanzó en algunos aspectos de gobernanza mundial. La Unión Europea, a veces denostada, tiene muchos éxitos que mostrar en ese sentido. En estas décadas siguió construyendo un proyecto común pese al revés del Brexit, e incorporó a una importante cantidad de países de Europa del este. Lo que empezó como un plan pacificador es una construcción que alberga hoy  a 440 millones de consumidores viviendo en democracia, genera el 15% del producto mundial, ostenta  la mejor distribución del ingreso del planeta y juega un papel importante en la generación de conocimiento.

En tercer lugar, las tecnologías de la información irrumpieron con fuerza en varias áreas, por ejemplo facilitando grandes saltos de productividad, alterando nuestras pautas de consumo, nuestros sistemas de comunicación e impulsando el desarrollo científico.

En los últimos años algo empezó a cambiar. Los mismos resortes del cambio que trajeron décadas de más prosperidad, más libertad y mejor distribución del ingreso, están encontrando frenos.

El imparable ascenso de China empezó a toparse con resistencias en Occidente. Primero fueron las guerras arancelarias de Trump acusando a China de la falta de oportunidades para  los trabajadores en Estados Unidos. Con  la pandemia del coronavirus quedó claro que algunas cadenas de producción se habían hecho extremadamente vulnerables a China y la relocalización de muchas de ellas es un proceso ya en marcha. Con Biden los conflictos se tiñen además de tensiones políticas. La visita de Nancy Pelosi a Taiwan, la guerra de los semiconductores, provocaciones chinas sobrevolando el cielo norteamericano, y la negativa china a posicionarse contra Rusia tras la invasión de Ucrania, parecen haber enrarecido aún más las relaciones entre las dos potencias económicas mundiales. Pero además de todo ello, China también puede estar a un paso de caer en la trampa del ingreso medio. Debe dar saltos importantes en su productividad para seguir creciendo a buen ritmo. Queda la duda , por un lado si la propia estructura autocrática de China dejará lugar para que se den los procesos de investigación e innovación necesarios. Por otro lado, Occidente y en particular Estados Unidos deben medir cuidadosamente si poner trabas al desarrollo chino cuando este podría ser todavía muy beneficioso para el resto del planeta

En otro frente, Rusia no es un jugador conforme con el statu quo, y  no parece dispuesta a aceptar el avance de la Unión Europea  cerca de sus fronteras. La invasión a Ucrania y una guerra en las puertas de Europa nos dejan claro que al menos mientras Putin permanezca en el poder, Rusia será una fuente de conflictos para Occidente

En cuanto a las tecnologías de la información no cabe duda de su enorme aporte en estas últimas décadas. Pero no podemos ignorar dos áreas en las que todavía no estamos totalmente protegidos contra ciertos riesgos. Muchos sistemas todavía son susceptibles de sufrir ciber ataques. Asimismo, la facilidad con la que puede viajar también la desinformación  en este nueva era  tan interconectada puede acabar representando un serio problema para nuestras democracias.

Estamos asistiendo a un reordenamiento y son muchas las incógnitas. ¿En qué punto encontrarán un nuevo equilibrio las relaciones entre las grandes potencias? ¿Seguirá creciendo China al mismo ritmo? ¿Podrá jugar la  India en las próximas décadas un papel similar al de China,  resolviendo muchos de sus desequilibrios internos, pero además siendo un importante motor de crecimiento para otras regiones? ¿Resistirán nuestras democracias la embestida de la desinformación y de la polarización?

Ojalá en cuanto a la disminución de la pobreza y el avance de libertades en el mundo podamos en el futuro próximo vivir una época con resultados tan buenos como esta que ya enterramos. En una tumba sin nombre.

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