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Pasión y poesía en la casa de Neruda

La Chascona, en Santiago de Chile, refleja el estilo de vida del poeta, así como su propia obra
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30 de noviembre de 2015 a las 05:00
Por William Trippet, The Washington Post

En el moderno barrio de Bellavista de Santiago, capital de Chile, hay una casa tan peculiar, colorida, alegre, política, histórica e incluso lírica como el gran hombre que una vez vivió en ella. Y es abierta al público.

Pablo Neruda inició la construcción de la estructura en 1953 para encuentros con su amante. Construida por partes durante más de cinco años y en diferentes niveles de la colina, la casa refleja una de las pasiones de la vida de Neruda, ya que la arquitectura de los niveles superiores evoca los contornos de un barco.

Neruda bautizó a este barco como "La Chascona", en referencia al pelo indómito de su amante, Matilde
Urrutia. Juntos construyeron La Chascona como un nido de amor hasta que pudo obtener el divorcio de su anterior esposa y vivir con Urrutia en 1955.

Neruda tenía otras dos casas en Chile, pero La Chascona fue la casa que él y Urrutia, con quien estuvo casado hasta su muerte en 1973, construyeron juntos. La casa es ahora un museo gestionado por la Fundación Neruda, que ha conservado todo como estaba cuando sus residentes aún estaban con vida.

Un hogar inverosímil


La Chascona tiene tres estructuras separadas en tres niveles, todos conectados por escaleras al aire libre y caminos en medio de plantas, flores, arbustos y árboles. Después de pagar una entrada de alrededor de U$S 7, conseguí un dispositivo de audio para reproducir a medida que iba de habitación en habitación, estructura a estructura, siguiendo un camino a mi propio ritmo.

Con pocos pasos a través de un patio ya estaba dentro de la primera planta, al nivel del suelo. Allí estaba la barra y el comedor llamados Bar del Capitán. De repente, el lugar comenzó a parecerse al escenario de una obra de teatro surrealista, naturalista, romántica y de época por partes iguales.

Lo que más sorprende no es sólo la colección de jarras, copas y botellas de licor sobre el bar de un barco con un acabado de cromo en forma de ola. Ni los iridiscentes verdes, rojos y azules de las copas de vino. Ni las paredes de yeso azul y naranja, ni las muñecas polacas hechas a mano. Todo se veía bastante normal hasta que se encuentran los saleros y pimenteros marcados con las inscripciones "Marihuana" y "Morfina". No se trataba de una pieza por sí misma, sino más bien el sorprendente
conjunto.

Un "cosista"


Neruda tenía un amor promiscuo por las cosas –de hecho, se llamaba a sí mismo un "cosista" e incluso escribió un poema sobre eso. Afortunadamente, su otra carrera como diplomático le permitió adquirir una gran variedad de objetos de los países donde trabajaba o, a veces, buscaba refugio. Ser un poeta con una inclinación comunista y sin pelos en la lengua no era fácil entre los años 1920 y 1970.

Sus publicaciones lo llevaron a muchos de los lugares más intrigantes y asediados del mundo. Recuerdos y cosas de donde quiera que iba están en exhibición. A su vez, se pueden ver obras llamativas como un retrato de Urrutia hecho por Diego Rivera en el que aparece con dos cabezas. Algunas cosas funcionan bien juntas; la mayoría no. Y, sin embargo, de alguna manera, tiene sentido.

Dos puntos altos


Tras atravesar la parte exterior de la casa, un camino ascendente conduce a la parte superior, donde se encuentran con dos habitaciones. Primero fue lo que Neruda llamó el Bar de los poetas, en honor a sus otros ídolos, los simbolistas franceses. En segundo lugar está el espacio de escritura de Neruda, donde produjo (siempre en tinta verde) algunas de las 3.500 páginas de poesía que brotaron de él. Hay también una medalla conmemorativa a la memoria de su colega Orlando Letelier, el diplomático chileno asesinado por un coche bomba en Sheridan Circle en 1976. La bomba fue colocada por la policía secreta chilena como parte de una campaña para silenciar a los críticos del general Augusto Pinochet, que había tomado el poder tres años antes.

A pesar que su propietario fue un comunista declarado, La Chascona no se parece en nada a la casa de un ideólogo. Más bien, la casa es una simple pero poderosa expresión del estar vivo. Espontaneidad, franqueza, pasión, ¿se puede llenar una casa con eso? Neruda lo hizo.

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