Peñarol ganó con su as en la manga

Fue en un partido caliente, polémico y con idéntico escenario al que hace unos meses se jugó en este mismo campo: 9 de Defensor Sporting contra 11 de Peñarol. Pero esta vez no hubo lugar para la épica ni para la hazaña. El aurinegro –más maduro y aplomado que entonces– impuso la lógica.

Defensor –diezmado por la ausencia de Gonzalo Carneiro– no le permitió imponer a Peñarol su ritmo de vértigo en el arranque del partido. Le bajó las revoluciones, manejándole la pelota con un Mathías Cabrera que se ofreció siempre para distribuirla con criterio.

Además le sumó marca, controles estrictos y mucho orden táctico. Mathías Cardacio jugó pendiente de que Maxi Rodríguez no encontrara espacios de frente a los tres zagueros violetas. Martín Rabuñal dio el paso adelante para presionar al Cebolla y Cabrera hizo lo propio con Gargano. Eso perturbó la salida del local y por momentos lo obligó a jugar en largo, algo a lo que este Peñarol se resiste conceptualmente por estos tiempos.

Eso tenía al aurinegro bajo control, salvo a Lucas Viatri, que abrió dos calles para el gol. Primero lo puso a correr por derecha a Walter Gargano, pero Guillermo Reyes salió rápido. Luego lo dejó solito a Fabián Estoyanoff, que en vez de asegurar el gol con pase al segundo palo quiso hacer una jopeadita.

Sin ser profundo, bajando el ritmo y controlando la tenencia de Peñarol, Defensor Sporting tenía el partido a raya cuando Gonzalo Maulella se quedó inexplicablemente en una pelota quieta ejecutada con la habitual calidad de Lucas Hernández, y Fabricio Formiliano estampó de cabeza el 1-0.

A partir de ahí y hasta el final del primer tiempo, el partido fue un torbellino de sensaciones. En un par de pelotas perdidas por Walter Gargano consecutivas (sus únicas fallas en otro gran partido para pasar y dominar la media cancha), Defensor llegó a la igualdad a través de un penal que Daniel Fedorczuk le cobró a Kevin Dawson cuando Cecilio Waterman encontró la recuperación de Cabrera al Mota. La fineza de la jugada y las protestas enérgicas caldearon los ánimos.

Cabrera empató y Peñarol salió furioso como quien quiere hacer justicia por mano propia.

El juez se cargó de dudas. Y en la primera jugada aplicó compensación: Lamas bajó a Estoyanoff, que se escapaba derechito al arco, y lo expulsó.

Segundos después, Reyes se tiró en el área por enésima vez y el Lolo quiso sacar ventaja tirando un córner. Waterman corrió como para partirlo y pese a que solo lo empujó, terminó expulsado.

Así se jugó un nuevo partido para el segundo tiempo. Once contra 9, igual que en el Intermedio cuando los violetas terminaron ganando 3-2 con semejante desventaja numérica tras estar 1-0 abajo.

Peñarol no dio esta vez cabida al milagro. Copó la cancha y tuvo en Gargano un agente inteligente de distribución. Cambió al Lolo de banda para que fuera más asistidor que definidor. Y Leonardo Ramos mandó a su as a la cancha: Cristian Palacios.

Con Viatri como foco y objetivo de marca en el centro del ataque, Defensor la fue llevando en los primeros minutos del complemento. Pero el ingreso de Palacios fue demasiado. Sus movimientos veloces e imposibles de decodificar para aparecer en el centro del área a definir quebraron la muñeca de un Defensor duro para las pulseadas.

Un cabezazo apenas desviado. Otro imposible de atajar para Reyes. La llave del triunfo. Y de yapa una asistencia para que el Lolo definiera a los tumbos el partido.