Por Miguel Rodríguez
El segundo balneario del Uruguay parece una isla. Siendo parte del departamento de Maldonado en el que se pueden disfrutar algunas obras y servicios comparables a los del primer mundo (El Parque del Jagüel, por ejemplo), su calle principal, Avenida Francisco Piria, está absolutamente deteriorada y llena de pozos, se pueden ver y sufrir los remiendos que se hicieron para tapar los agujeros hechos al retirar las vías del tren de Piria, que dejó de circular en octubre de 1958. Cualquier calle secundaria de Punta del Este está mucho mejor que esta avenida.
Ocurre lo mismo con la hermosa rambla en la que a la altura de Punta Fría los enormes pozos ya no son ni siquiera
bacheados. El impulso del alcalde Invernizzi parece haberse agotado con la remodela-
ción de la Rambla de los Argentinos en sus cinco principales cuadras, obra muy controvertida por la baja calidad de los materiales empleados como por sus precarias terminaciones y posterior mantenimiento. Pero algo se hizo y vale mencionarlo.
Antes de las pasadas elecciones apareció en la Playa San Francisco un pintoresco cartel que anunciaba la construcción de una rambla panorámica de dos vías con canteros centrales para ingresar al balneario desde el este. El cartel ya se desvaneció y de la obra ni noticias. Muchos contribuyentes dicen que somos rehenes de una eterna puja entre el exintendente Antía (Partido Nacional) y el actual alcalde Invernizzi (MPP, Frente Amplio). ¿Pueden los políticos de turno llegar a estos extremos? Estaría bueno saberlo.
Otros dicen que no se pueden comparar las recaudaciones de Punta del Este con las de Piriápolis, lo que seguramente es real. No obstante, basta pasar por Aiguá para ver el excelente estado de la ciudad cuya recaudación, seguramente, no debe ser tanta.
Atrás, perdida en el tiempo, quedó la brillante idea del exintendente Domingo Burgueño de transformar la Rambla de los Ingleses entre La Rotonda y el puerto en una vía blanca, al estilo de las tantas que hay en balnearios de España.
Sin entrar en más detalles, nadie puede dudar que Piriápolis está pasando por un muy mal momento, es un balneario sin pretensiones de mejorar ni deseos de encantar a sus visitantes y turistas que, al fin y a la postre, son los que pagan impuestos, mueven el comercio y generan trabajo local.
La contaminación sonora es cada vez mayor, la colonia de vacaciones de Primaria es una “tapera” en plena Rambla de los Argentinos, el Museo del Ferrocarril está abandonado y tugurizado.
Justo es mencionar las hermosas y útiles obras culminadas en 2019 en el Puerto de Piriápolis y el cuidadoso mantenimiento de las instalaciones y jardines que hace la Dirección Nacional de Hidrografía (MTOP).
¿De quién es responsabilidad el evidente abandono de Piriápolis, de la Intendencia Municipal de Maldonado o de la Alcaldía de Piriápolis?
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