Diego Battiste

Por fin a la cancha grande

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16 de agosto de 2020 a las 05:04

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Se ha vuelto parte del paisaje ver a nuestro país con la inflación sistemáticamente por fuera del rango meta fijado por el BCU y con tendencia a orillar el 10%. El doble dígito se alcanzó en abril después de la fuerte depreciación del peso en marzo por efecto del sacudón mundial generado por la pandemia y seguramente por la visión del actual gobierno de que se encontraba “más cómodo” con un dólar por encima de $ 37.

Pero más allá de una circunstancia tan excepcional como la generada por la pandemia, con todos los efectos sanitarios, económicos y sociales conocidos y los que aún tenemos por conocer, la inflación uruguaya fue de las más altas del mundo. Claro que siempre tenemos la referencia argentina muy cercana y es algo que nos reconforta y levanta el ánimo cuando vemos la inflación disparada en el entorno del 50% y con el riesgo de dispararse aún más apenas se levante la cuarentena. Pero nunca nos da por compararnos con Brasil, Chile y Paraguay, que tienen tasas de inflación de 3% hacia abajo. Lo mismo en Perú y Colombia.

En América del Sur, solo nos superan Venezuela y Argentina. Linda comparación. Contra ellos estamos fenomenal. Pero un país que ha crecido como creció Uruguay en los últimos 15 años no tiene forma de explicar que su tasa de inflación esté siempre arriba del 7%, con todos los problemas que ello genera, con la indexación permanente, con rispideces en las negociaciones salariales. Como dijo el jueves pasado Diego Labat, presidente del BCU, en una importante exposición de política monetaria realizada en la Academia Nacional de Economía, Uruguay está dentro del 13% de los países del mundo con la inflación más elevada. Algo que no da para vanagloriarse y algo que solo se explica por la complacencia de anteriores gobiernos. Algo así como decir “no estamos tan mal”, o “para qué esforzarnos más”.

Un país que ha crecido como creció Uruguay en los últimos 15 años no tiene forma de explicar que su tasa de inflación esté siempre arriba del 7%

Un país que pretende ser serio no puede tener un 8% de inflación sostenido a lo largo de los años. Claro, bajar la inflación cuesta. Hay que alinear expectativas, hay que alinear la política monetaria y la fiscal. Hay que controlar la fiscal y tener un déficit razonable, como el que tienen los países de la región antes citados. Pero es más fácil hacer la plancha, no hacer olas y dejarse llevar. Y si alguien dice algo, miremos a la Argentina.

Afortunadamente, el presidente del BCU tiene metas más ambiciosas en materia inflacionaria. Quiere dejar de “jugar en la B” y pasar “a las canchas grandes”. Ello incluye sustancialmente tener metas ambiciosas pero sobre todo que se cumplan. Ello no será de un día para otro pero sí a través acciones y políticas que vayan en esa dirección.

Diego Battiste
Diego Labat preside el Banco Central desde que cambió el gobierno

También en materia de transparencia, de información económica a los agentes y en el avance de la independencia del BCU, algo a lo que el sistema político se ha mostrado reacio todas las veces que ello se ha propuesto. Y han sido varias en los últimos 25 años. Como que el poder político no se resigna a dejar el control de la política monetaria, nombrando a las nuevas autoridades con cada cambio de gobierno.

Un país que pretende ser serio no puede tener un 8% de inflación sostenido a lo largo de los años

Indudablemente las propuestas del economista Labat son más que interesantes. Y sobretodo es interesante la actitud de mirar más alto, de salir de la zona de confort del 8% anual, de dejar de mirar a la Argentina, de compararse con los mejores de la clase y no con los peores.

Pero todo ello requiere apoyo político. Porque en el fondo es un problema político. La alta inflación es el resultado de políticas macroeconómicas y laborales diseñadas y aplicadas desde el gobierno o con su anuencia. Y de la falta de voluntad del gobierno de atacar el problema inflacionario. O de decir "no es nuestra prioridad, no nos importa". Aunque todos sabemos que la inflación es un impuesto, y el más regresivo de todos.

Gran contribución sería para el Uruguay que se hiciera un serio esfuerzo para combatir la inflación. Para aspirar más alto. Para jugar en la cancha grande. No será fácil, pero es posible.

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