Los adultos mayores son los que tienen más riesgo de un impacto por el calor.

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¿Por qué Uruguay atraviesa más olas de calor que en toda su historia?

En los últimos dos veranos hubo casi la misma cantidad de eventos de temperaturas extremas que en 65 años y advierten por tendencia al alza en medio del cambio climático
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05 de marzo de 2023 a las 05:00

Cuando los uruguayos devotos armaban el arbolito de Navidad, el pasado ocho de diciembre, iniciaba una ola de calor inusual para la fecha. Una ola que se había generalizado en Argentina, Paraguay, Bolivia y parte de Chile. Una ola que, tras el análisis con varios modelos, los científicos argentinos concluyeron que “el cambio climático motivado por la acción humana hace 60 veces más probable” la ocurrencia de un fenómeno así.

Desde entonces, y mientras duró el verano meteorológico que acabó el último día de febrero, en Uruguay hubo otras tres olas de calor generalizadas. Es decir: en el 75% o más de los estaciones meteorológicas oficiales (esas que estás distribuidas en diferentes puntos del territorio) se registraron temperaturas extremas durante tres días consecutivos o más. Fueron temperaturas mínimas y máximas que se encontraron entre las que ocurre una de cada diez veces según la climatología.

Argentina, por ejemplo, está transitando este fin de semana su novena ola de calor de la temporada estival, “algo inusual en el contexto de los últimos 60 años”, dijo a El Observador el Juan Rivera, del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales.

Uruguay ya había registrado el verano pasado una frecuencia de olas de calor inaudita, muy similar a la de este año. Ambas temporadas estivales estuvieron enmarcadas en el fenómeno de La Niña que se caracteriza por una menor disponibilidad de vapor de agua y, por consiguiente, menos lluvias.

“La cantidad de olas de calor generalizadas registradas en este verano y el anterior suman casi la misma cantidad que las observadas en casi 65 años”, explicó a El Observador Santiago de Mello, investigador de Ciencias de la Atmósfera en la Universidad de la República. Es que entre 1950 y 2014 hubo solo 11 olas de este tipo.

¿A qué se debe el incremento de las olas de calor?

Imaginemos que fuese un paciente que entra a un consultorio médico. La alta temperatura es el síntoma, como si fuese la fiebre en un humano. Ese síntoma está motivado por una enfermedad que, en este caso, podría ser que La Niña está provocando la menor presencia de vapor de agua, hay menos nubes, la energía que entra por el sol pasa por menos obstáculos, la energía que libera la tierra se gasta en evaporar la poca agua que haya y el resto aumenta la temperatura. A su vez, los fenómenos meteorológicos que causan cambios de temperatura, como frentes fríos o ciclones, se localizaron bastante más al sur que el territorio uruguayo (hubo solo un ciclón que bajó varios grados la temperatura a mediados de febrero). Y la causa que en buena medida provoca esa enfermedad podría ser, entre otros, el cambio climático.

“La tendencia observada en términos de frecuencias de ocurrencia de olas de calor es hacia un incremento de estos eventos a lo largo del tiempo, con lo cual, es esperable que en los próximos años se den temporadas con varios de estos fenómenos”, advierte el científico argentino Rivera.

Si el calentamiento global alcanza los 2°C, ese famoso umbral del que hablan los expertos internacionales, sería cuatro veces más probable que ocurran olas de calor inusuales como las que acontecieron en la región a comienzos del verano. Así lo concluye el último estudio de Rivera y otros 17 colegas suyos.

Eso sí: “la elevación de las temperaturas extremas están siendo más recurrentes, pero no siempre tienen las mismas características. El verano pasado hubo extremos en menor tiempo y ya a mitad de enero hubo lluvias que bajaron la temperatura, este verano el extremo no es tal, pero el déficit hídrico se extiende más tiempo”, dijo de Mello.

En Montevideo, por ejemplo, en los últimos tres meses hubo el promedio de lluvias más bajo de los últimos 30 años. A escala país, en enero hubo la menor caída de lluvias desde 1989. En San Jacinto llovió en todo ese mes dos milímetros, cuando en varios eneros supera los 100. 

Este déficit hídrico que está atravesando Uruguay, y que en buena medida obedece al fenómeno de La Niña, coinciden los modelos científicos, empezaría a retirarse a mediados de abril. Para mayo es probable que, en ese sentido, se esté volviendo a los registros históricos y normales. 

La sequía de este verano no es necesariamente la expresión del cambio climático (tiene más que ver con La Niña), pero los científicos coinciden en que el cambio climático ha producido un aumento de las temperaturas en la región, lo que probablemente ha reducido la disponibilidad de agua y empeorado los impactos de la sequía.

Por consiguiente, según la estadística y la marcha climática, hay grandes chances que los fenómenos hasta ahora inusuales se repitan y devengan en usuales.

¿Qué consecuencias traen las olas de calor?

Las temperaturas extremas matan. No es un mensaje apocalíptico ni un slogan para dejar de fumar: es lo que evidencian los registros de defunciones. En España, las últimas olas de calor del verano europeo y las infecciones por covid-19 decantaron en 34.000 muertes más de las que cabría esperarse según la tendencia histórica. Y un estudio de ese mismo país antes de la pandemia había estimado que un tercio de las muertes por calor (por golpes de calor o similar) se explica por el cambio climático.

Las chances de morir o padecer una consecuencia sanitaria a causa de las altas temperaturas se incrementan con la edad. Y en sociedades cada vez más envejecidas, como la uruguaya, el combo se convierte en una “bomba de tiempo”.

La exposición al calor puede causar edema, sincope, calambres, agotamiento por calor y el golpe de calor que puede llevar a la muerte. Además, el calor extremo puede causar deshidratación severa, accidentes cerebrovasculares y contribuir a la generación de coágulos. Pocas muertes son causadas directamente por el calor, mientras que la mayoría se debe a un agravamiento de enfermedades cardiopulmonares, renales, y psiquiátricas, causado por el calor”, dice en la página oficial de la Organización Mundial de la Salud.

Más impactos en la salud devienen en mayores tratamiento, más internaciones y por ende más dinero. A esa consecuencia económica debe sumársele las pérdidas millonarias en cultivos, en la ganadería y hasta en el consumo de energía.

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