Xi Jinping no es el primer populista que promueve políticas que socavan los intereses de sus más devotos seguidores. El ataque regulatorio del presidente chino a los grandes creadores de empleo en los sectores tecnológico e inmobiliario durante el pasado año es un clásico del género. Donald Trump disfrutaba de un apoyo incondicional por parte de los votantes estadounidenses de raza blanca de la clase trabajadora, incluso cuando sus políticas económicas y fiscales beneficiaron desproporcionadamente a las élites ricas.
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