La carrera de recorte de distancias que Nacional emprendió con Álvaro Gutiérrez al frente le dio el domingo sus primeros frutos: dos puntitos. El tricolor goleó a Rampla el sábado y Peñarol, con suplentes, no pudo el domingo con Progreso rescatando sobre el final una unidad. Antes eran nueve puntos ahora son siete.
Si bien Fénix tiene un punto más que Nacional y el tricolor está igualado con Cerro Largo y Danubio en el tercer lugar, el torneo se encamina por tercer año consecutivo a un mano a mano entre los grandes. Lo dicen la composición de los planteles, la forma en que resuelven sus partidos contra los rivales y la calidad de sus individualidades.
Peñarol armó contra Progreso un equipo en base a la foto que dejó en las retinas el final del partido contra Deportivo Cali el pasado miércoles: Gastón Rodríguez rengueando, Maxi Rodríguez en una pierna, Agustín Canobbio tomándose el posterior, el desgarro del Cebolla y los rostros extenuados tras el gran partido planteado y ejecutado en Colombia.
Diego López colocó a ocho suplentes y no pudo jugar con su manual. Un doble cinco conformado por Jesús Trindade y Marcel Novick no piuede poner la pelota bajo su órbita, entonces el balón anduvo por los pies de Mathías Riquero, Esteban González y Rodrigo Viega. Mandó Progreso y ratificó su muy buen campeonato.
Sin pelota ni vías para pasar al ataque, más allá de algún intento solitario de Fabián Estoyanoff, el aurinegro tampoco pudo hacerse fuerte en una faceta medular del libreto de López: la defensa.
Mathías Corujo volvía tras un año inactivo, falló Cristian Lema y el tándem Enzo Martínez-Rodrigo Rojo hizo agua por izquierda. Hasta Thiago Cardozo en el arco no mantuvo la seguridad mostrada en sus anteriores reemplazos a Kevin Dawson.
Por afuera no jugaron los habituales pistones del equipo: Canobbio, Brian Rodríguez (en el Mundial sub 20) ni Lores, de buen momento. Y arriba, cada vez que falta Lucas Viatri, el equipo lo siente porque con sus tiempos de pivoteos y descargas el aurinegro construye espacios para el desdoble yjuego para abrir las calles de gol.
Y para colmo de males, el equipo cayó en groseros errores de desconcentración que lo llevaron a encajar dos goles de pelota quieta de parte del mismo jugador -Riquero- en un plazo de apenas 17 minutos.
El equipo no tenía los cómo para generar. Lo intentó Gonzalo Fernández tirándose atrás para encarar, pero fue absorbido por el escalonamiento rival. Con más ganas que orden lo intentó Estoyanoff que le sirvió el gol del empate transitorio a Luis Acevedo. Y a eso se redujo el primer tiempo carbonero.
En el complemento, López se sacó de la cabeza la revancha contra Deportivo Cali y volvió a ponerse el chip de la Anual. Mandó a la cancha a Ignacio Lores y al Mota Gargano. Y dio la orden de pisar el acelerador a fondo. Sabiendo que la ventaja en la Anual vale y mucho para definir el Uruguayo.
Demasiado tarde para recuperar identidad de juego. Pero eficaz para hacer retroceder a un equipo que en el segundo tiempo se fue quedando sin piernas para contragolpear.
Entonces, a ponchazo limpio, a centro y pelota quieta, lo empató el aurinegro. Con la complicidad de un Nicola Pérez que como contra Nacional hace unas semanas se equivocó feo saliendo del arco y posibilitó el empate con asistencia de Cristian Lema y cabezazo del Toro Fernández.
Así y todo la lectura es una sola: más que rescatar un punto, Peñarol perdió dos de ventaja en la Anual mientras el maquinal Nacional de Gutiérrez sigue a paso firme con su misión de descontar.
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