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Psicóloga Lorena Estefanell: “La autoestima es como el sistema inmunológico del individuo”

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27 de marzo de 2020 a las 18:19

Por Federica Cash

Ni bien lo vi salir por la puerta del colegio, distinguí algo diferente. Lo vi más alto, grande, con pasos firmes y seguros. Me saludó como todos los días y de cerca percibí que había un cambio en su mirada. Se cruzó con un amigo y tocándole el hombro, le dijo: “tranqui que estoy convenciendo a mi abuela para ir juntos a su casa”. En el supermercado tomó el libro que siempre mira con ganas, se acercó a la cajera más próxima y dándole su nombre, le dijo: “este es mi libro favorito y me gustaría que me lo guardes para mi cumpleaños. Es en noviembre”. Al llegar a casa mi marido estaba reunido con un señor conversando de trabajo, y mi hijo se acercó sin vergüenza, saludó, y preguntó con educación: “¿Quién sos tú?” Con mi marido nos miramos sin intercambiar palabra pero compartiendo el cambio notorio de nuestro hijo, un niño que se presentaba ante el mundo diferente. Claro, seguro, tranquilo, en calma.

Fue cuando se acostó en la cama que empezó a hablar. Parece que la maestra lo había elegido ese día para enseñarle las letras a aquellos amigos que todavía no las sabían. Él se sintió valioso, importante dentro del grupo, con algo bueno para aportar y contribuyendo con los demás.

A partir de esa experiencia pensé que en el día se nos presentan un montón de oportunidades en las que podemos alentar a nuestros hijos a dar lo mejor de sí. Pero también pensé que en un mismo día también podemos identificar sus versiones oscuras, aquellas que nos enojan. Así que llamé a la Psicóloga Lorena Estefanell para ver cómo podemos hacer los papás y educadores para ayudar a nuestros niños a gozar de autoestimas saludables. Porque claramente lo que piensen sobre sí mismos les abrirá más puertas que cualquier otra cosa…

¿Qué significa tener una autoestima saludable?

La autoestima tiene dos componentes, el primero es el auto concepto que es lo que la persona cree de sí misma, y el segundo es cómo la persona valora o estima eso que cree de sí. A tener una autoestima sana se aprende, no viene con los genes. Una autoestima sana implica tener un concepto realista de uno mismo y un amor incondicional a eso que somos. Un concepto realista significa ver nuestros aspectos luminosos, los oscuros y aquellos sombríos que podemos transformar. Todas las personas tenemos estas clasificaciones de quienes somos, que forman el auto concepto. Alguien que cree que hace todo bien así como quien cree que hace todo mal, no tienen una autoestima sana. Una persona que considera que hace cosas bien y mal, y que hay aspectos que no están buenos pero que puede transformar, tiene un auto concepto que llamamos realista, es sano y goza de cierta flexibilidad para cambiar lo que se puede y aceptar lo que no. ¿Y qué es la estima de todo eso? El poder sentir que soy una persona digna de amor aún en mi peor versión. De eso se trata la autoestima valorable, el poder mirarme de forma realista y quererme independientemente de en qué versión esté.

Como padres y educadores, ¿cómo podemos contribuir en la autoestima de nuestros niños?

Generando auto conceptos realistas y estimas incondicionales hacia uno mismo. A veces, como padres creemos que contribuir a la buena autoestima de nuestros hijos es solo decirle sus aspectos luminosos, pero la pregunta es, ¿cómo le hablas a tu hijo cuando hace las cosas mal? Aquí está el gran desafío. La crisis en la autoestima aparece cuando nos equivocamos. Ahí, muchas veces, se nos activan voces que tienen que ver con la forma que nos miraron a nosotros cuando no fuimos luminosos. Cuando nuestros hijos son sombríos, cuando pierden el parcial por estar enchufados al celular, cuando le pegan al hermano porque les sacó un juguete, ¿cómo les hablamos ahí? ¿Cómo los miramos? Porque son en esas instancias donde vamos a ayudar a construir su auto concepto.

Hay que saber que la zona del cerebro que tiene que ver con las funciones ejecutivas, superiores y de autorregulación, está en constante desarrollo en los niños, por lo que se van a equivocar muchas veces. Y cuando los niños se equivocan aparece una emoción de los papás que es muy válida y común, el enojo. Y no está mal enojarse porque es la forma de demostrar que ese comportamiento no está bien y es lo que permite poner un límite, cosa positiva cuando criamos niños. Pero hay que saber que el enojo implica siempre una retirada del afecto, cuando alguien se enoja contigo en algún punto vos sentís que te dejó de querer, por lo menos por un ratito. Entonces es muy importante diferenciar con qué nos estamos enojando, con lo que el niño es o con lo que hace. Esta diferencia es fundamental. Los papás cuando nos enojamos tendemos a meternos con lo que el niño es y ahí empezamos a agravar auto conceptos. “Sos egoísta, sos malo, sos haragán, etc.”. Nos estamos metiendo todo el tiempo con su identidad y en algún punto influyendo en su autoestima. Entonces no se trata de darle para adelante cuando mete un gol sino cuando lo hace mal. Y no es alentar el comportamiento sino a la persona. Los niños tienen bajas autoestimas porque cuando son sombríos los queremos poco, en vez de quererlos mucho a ellos y poco a sus comportamientos.

¿A qué nos va a ayudar tener una autoestima saludable?

La autoestima es como el sistema inmunológico del individuo. El entender que en cualquier situación soy una persona digna de amor y valiosa, es lo que me alienta a transformar mi sombra, a luchar por ser mejor, a que pueda superar los fracasos, las burlas, las opiniones de los demás. Cuando la autoestima está condicionada por factores externos, en algún punto compartimos esa idea. Cuando el individuo acepta que fracasa pero no mezcla esa experiencia con lo que es, ya no importa lo que el mundo crea de él. Hay que tener en cuenta que el sistema de creencias es un gran decodificador de la realidad. Entonces la gente que va por el mundo sintiéndose a veces buena, a veces sombría, a veces con capacidad de trasformación y cuando no lo puede hacer se logra aceptar y mirar compasivamente, goza de una buena autoestima. Puede mirarse con amor incondicional aún en su versión sombría, se sabe valiosa aún cuando se equivoca. Esta persona tiene un gran protector para hacerle frente a los estresores del mundo. Sin dudas, los niños con autoestimas saludables toleran mejor los avatares de la vida.

Podés leer más sobre estos temas en el blog Mamás Reales

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