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Qué libros están en la mesa de luz de los escritores nacionales

Autores repasan los libros a los que siempre vuelven y lo que están leyendo por estos días
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24 de mayo de 2019 a las 05:02

Carolina Bello

¿A qué libro(s) vuelve siempre y por qué?

"La verdad tiene la estructura de una ficción donde otro habla", es una cita de Ricardo Piglia con la que Martín Caparrós abre Lacrónica. Un libro que incluye sus mejores artículos de periodismo narrativo, entre ellos: La guerra moderna, un relato quirúrgico sobre el conflicto en Kosovo; o Videla boca abajo, una anécdota convertida en idea. No conforme con esa invitación al placer del texto, Caparrós intercala capítulos con reflexiones sobre el periodismo que "sí dice yo", los límites de la verdad y el relato; qué es contar una historia, la nulidad de la objetividad, los géneros discursivos y la narración como medio para desentrañar saberes. Un libro escuela. 

¿Qué está leyendo ahora?

Estoy leyendo Fantasmas de luz, un libro que compendia las "crónicas malditas de márgenes y fronteras" de Enrique Symns. Un escritor y periodista que se inventó a si mismo, con un estilo en el que se pueden encontrar las suciedades de otros que pretendieron contar la realidad sin maquillajes, pero con una forma única, que oscila entre lo poético y lo ártico. 

Ignacio Alcuri

¿A qué libro(s) vuelve siempre y por qué?

Con tantos títulos y tan poco tiempo disponible, releer es la máxima expresión de adoración a una obra. Mi libro más releído es La conjura de los necios, de John Kennedy Toole. No es casualidad que esté entre las recomendaciones de medio mundo. También he vuelto varias veces a Wilt, de Tom Sharpe. Entre los dos me han arrancado carcajadas y hace poco los adquirí en su idioma original aprovechando que me manejo con el inglés. Cerrando la lista están Fundación de Isaac Asimov, que siempre logra devolverme la esperanza en la especie humana, y cualquiera de los libros de cuentos de Leo Maslíah, que también, siempre me devuelve la sonrisa al rostro.

¿Qué está leyendo ahora?

En este momento estoy escribiendo más de lo que leo, algo que no sucede tan a menudo, y por eso lo estoy aprovechando. Pero camino al trabajo y de regreso a casa estoy leyendo Cromy. La fantasía hecha papel, de Diego Arandojo, sobre la legendaria empresa argentina de figuritas y cartas que marcó mi infancia ochentera. Nostalgia pura.

Horacio Cavallo

¿A qué libro(s) vuelve siempre y por qué?

El libro al que siempre vuelvo es Cuentos populares mexicanos, recopilados por Fabio Morábito, porque es una compilación variopinta de un montón de historias (cuesta cargarlo) que empezaron como narraciones regionales, con fuerza en la oralidad y en la imaginación, y que por lo tanto tienen el encanto de los cuentos más viejos del mundo.

¿Qué está leyendo ahora?

Siempre tengo más de un libro junto a la cama: En este momento estoy leyendo El cielo entre paréntesis un precioso poemario de Marisa Martínez Pérsico, Donde la ciudad termina, un entrañable libro para niños de Ruth Kaufman ilustrado por  Daniel Roldán, y El sistema del tacto, una novela impecable de Alejandra Costamagna, finalista del Premio Herralde. 

Natalia Mardero

¿A qué libro(s) vuelve siempre y por qué?

Me gusta volver a los libros con los que desarrollé un vínculo afectivo, que marcaron un antes y un después. Son los que me enseñan sobre escribir y que me provocan emociones fuertes.  Cada tanto releo A sangre fría de Truman Capote, La balada del café triste de Carson McCullers o cualquier cuento de Katherine Mansfield. 

¿Qué está leyendo ahora?

Léxico familiar, de Natalia Ginzburg; Locas pasiones, de Diego Recoba.

Juan Andrés Ferreira

¿A qué libro(s) vuelve siempre y por qué?

Hay varios libros a los que regreso de tanto en tanto. La broma infinita, de Wallace, es uno de ellos. Tengo un ejemplar en la biblioteca y uno que la pasa bastante seguido en la mesa de luz y que es para rayar y dejar anotaciones (que después, al leerlas, por lo general me parecen un poco penosas y vergonzosas). Para mí leer a Wallace es como tomar vitaminas. El otro libro al que regreso a menudo es Hamlet, del que también tengo distintos ejemplares. Shakespeare me fascina, siento que es inagotable. También vuelvo seguido al Tao Te Ching, atribuido a Lao Tsé, y a los versos del Dhammapada, que recopila enseñanzas del Buda Gautama. Me encanta perderme y encontrarme en esos textos.  A este complejo vitamínico se sumó hace poco el Shōbōgenzō, de Eihei Dōgen, fundador de la escuela Sōto Zen. El Shōbōgenzō fue escrito en japonés medieval a lo largo de más de 20 años. Creo que es muy complejo y todavía no tengo la experiencia y la práctica suficiente para apreciarlo de una manera un poco más profunda, así que entro y salgo de ahí sin esperar nada pero prestando mucha atención.

¿Qué está leyendo ahora?

Ahora mismo estoy leyendo El Nix, de Nathan Hill. Me tiene enganchadísimo. Es una novela extensa, de unas 700 páginas. Por cuestiones que nada tienen que ver con la obra, hace un tiempo tuve que abandonarla. La retomé hace unos días, de cero, y siempre estoy buscando un momento libre para seguir leyendo. Es una historia con muchas historias. Una novela panorámica, abarcativa, que combina registros y enlaza distintos tiempos y recorridos narrativos. Pero, en resumen, básicamente es la historia de un profesor adicto a los videojuegos que, para cumplir con un contrato, se pone a escribir la biografía de su madre, una veterana hippie a quien lleva tiempo sin ver y que fue acusada de atentar contra un político. Sé que con esto que digo no le hago justicia a un novelón que, además de estar hermosamente escrito, tiene mucho humor. El título refiere a una figura mitológica, un espíritu acuático que salía a buscar niños aventureros y solitarios para matarlos. El Nix, el bicho en cuestión, se presentaba como un gran caballo blanco que despertaba fascinación en los niños, aunque también el miedo, el deseo, la vanidad, el afán de poseer y el orgullo, porque al final, dice la leyenda, "las cosas que más quieres serán las que más daño te harán algún día".

Helen Velando

¿A qué libro(s) vuelve siempre y por qué?

Vuelvo siempre a los libros a los cuales me unen mayores emociones. Y esos libros que me marcaron siempre están en la biblioteca a disposición para poder repasar cada tanto y además recuperar esa emoción, la que tenía cuando los leí por primera vez. Uno de los libros a los que siempre vuelvo es Cien años de soledad de García Márquez. A pesar de que he leído muchos de sus libros, cuando leí ese me pasaron muchas cosas. Vuelvo siempre a uno de mis libros preferidos de Ray Bradbury, Fahrenheit 451. Me parece apasionante la historia de que los libros tengan que ser prohibidos porque transmiten ideas y eso es muy peligroso: la gente que piensa. Me gusta muchísimo volver a releer viejos cuentos de Quiroga, que eran los que me leía la maestra porque en mi casa no había libros. Cada tanto también releo El inmortal, de Borges. 

¿Qué está leyendo ahora?

En este momento estoy leyendo Decodificación biológica. Creencias y terapias de Christian Fléche y Franck Oliver, porque me interesa el tema de las creencias y el cerebro, las emociones y la lectura. Estoy leyendo también "Usar el cerebro", de Facundo Manes. Libros que tienen que ver con la inteligencia emocional. En este momento estoy aprovechando para leer eso porque me forma y a su vez es una manera de poder jerarquizar la lectura por placer.  

Renzo Rossello

¿A qué libro(s) vuelve siempre y por qué?

Vuelvo a autores que me gustan mucho, más que a libros. Georges Simenon, Dashiell Hammett, Joseph Conrad, Borges, Onetti, sólo por hablar de los libros más manoseados. Hay, no obstante, algunos títulos que han sido recurrentes. Me pasó con El extranjero de Camus, es un libro que leí cuando era muy joven y me deslumbró, así que al poco tiempo volví a leerlo, y tal vez lo haya releído algunos años después. Hace un par de meses mientras revisaba la biblioteca buscando algo que todavía no encontré, volví a tropezarme con ese bendito librito y lo abrí por la primera página. No pude parar. Cuando lo terminé de vuelta, un par de días más tarde, me di cuenta de que esa novela había sido una de las más decisivas en mi vida. También me pasa con algunos cuentos que vuelvo a leer cada tanto: Los asesinos, de Hemingway; El jardín de los senderos que se bifurcan; El hijo, Van Houtten, La gallina degollada y casi cualquiera de Quiroga; Wakefield, de Hawthorne; algunos de Carver.

¿Qué está leyendo ahora?

Terminé de leer anoche un breve ensayo de Hanna Arendt, La libertad de ser libres, que publicó en 1967 y no había sido editado en castellano hasta ahora. La inteligencia y erudición de Arendt es deslumbrante y este ensayo en particular es absolutamente vigente, habla de la idea de libertad política, de sus orígenes y la forma en que ha sido cercenada a golpes de autoritarismo. También estoy leyendo otro breve ensayo de Andrea Camillieri, El color del sol, que es sobre el pintor Caravaggio y me tiene fascinado. En ficción terminé de leer hace unos días Mil de fiebre y todavía estoy en el proceso digestivo, es una novela asombrosa, exquisitamente escrita, terrible, y sumamente exigente desde el punto de vista emocional. Tengo una larga cola de espera de libros en mi mesa de luz donde hay de todo: Bauman, Sergio Ramírez, Arriaga, Vollman, Vonnegut, Angela Carter, y sigue.

Mercedes Estramil

¿A qué libro(s) vuelve siempre y por qué?

Cada tanto vuelvo a algunos pasajes de El Gran Gatsby de Fitzgerald para sentir que sigue emocionándome esa historia de amor despareja y trágica; a El guardián entre el centeno de Salinger para comprobar cómo el tono y el punto de vista en una novela pueden lograr casi todo; a Pedro Páramo de Rulfo para deslumbrarme de nuevo y preguntarme ¿cómo lo hizo, y cómo se abstuvo de volver a hacerlo?

¿Qué está leyendo ahora?

Mujeres en la cama, relatos muy buenos de la estadounidense Gina Berriault, recién traducida al español, aunque murió en 1999. Y Espacio para soñar, un libro de memorias (con entrevistas a conocidos, reflexiones propias y mucho material fotográfico) del cineasta David Lynch, un grande. 

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