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Recorrieron el mundo, se enamoraron y viven en Punta del Este con un emprendimiento gastronómico a orillas del mar
Ella nació en los Estados Unidos y él a 5.700 kilómetros, en Macedonia. La vida los encontró en Centroamérica, pero el amor y la gastronomía los trajo a las costas de Maldonado.
Hace 19 años Verónica Rucks y Emanuel Kostadinov encabezan Mia Bistró, un restaurante con vista al mar para paladares sofisticados, con una propuesta de autor y el valor de los ingredientes locales.
“Es simpático”, dice ella del otro lado del teléfono. Se refiere a la coincidencia con su esposo, ese encuentro fortuito que les cambió el curso de la vida. “Él tenía un bar en El Salvador y nos conocimos un día, definitivamente por los azares del destino”, agrega. Ambos venían de relaciones largas pero se encontraron en un momento en el que se habían liberado de compromisos, se conocieron y un mes después se casaron en Nueva York.
Pero compartir la vida para los dos implica también compartir un emprendimiento gastronómico. Él tenía un bar de moda en El Salvador, ella su propio restaurante en Guatemala, pero decidieron construir un proyecto conjunto; y si bien la idea inicial era instalarse en Macedonia del Norte, ella lo convenció de recalar en las costas uruguayas porque la cautivaron cada vez que visitaba a sus padres, que viven en Uruguay, y eligió el balneario como un destino para establecerse. Cuando llegaron a Punta del Este los sorprendió la soledad del invierno pero se quedaron y se enamoraron de este rincón de Sudamérica.
“Sin duda tenemos una relación muy sana, muy de nosotros y nos encanta poder disfrutar de todo acá”, agrega Rucks.
Decidieron poner un bistró en la Península que, después de 11 años, se trasladó a las arenas de la parada 20 de la Playa Brava. Con el desembarco en Uruguay decidieron robustecer la propuesta gastronómica, y que la cafetería y la coctelería acompañaran el plato principal.
“Cuando venimos acá quisimos ponerle mucha más comida y sacarle un poco el tema café. Justo quedamos embarazados y le íbamos a llamar Mía”, recuerda Rucks, y ríe al explicar que al único que le pusieron ese nombre fue al bistró, porque el niño finalmente fue un varón.
Una propuesta local y de autora
Verónica Rucks es la directora y chef ejecutiva de Mía Bistró. Desde pequeña reconoció su interés por la cocina y la gastronomía junto a su madre, una excelente cocinera, que despertó en ella la pasión por el ritual de la cocina y todo lo que rodea una larga mesa de invitados.
A pesar de que se licenció en Comunicación, mantuvo el placer de la gastronomía muy cercano a su vida. En 1986 abrió su primer emprendimiento gastronómico, una cafetería vegetariana en Guatemala que fue su primer negocio vinculado con el buen comer.
Explica que a medida que se acerca la temporada de verano empieza a tomar forma “un poquito de pánico escénico”. La temporada es el periodo más vertiginoso del año. En la que viene, Mía Bistró cumplirá 19 años en el balneario más concurrido del Este, y Rucks adviene una temporada exitosa con eventos exclusivos y bodas casi todos los fines de semana.
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En casi dos décadas, el emprendimiento se convirtió en uno de los lugares requeridos cuando se trata de prometer amor para siempre. Cada boda es algo especial y Mía Bistró se prepara especialmente para celebrar uniones a la orilla del mar con el atardecer como testigo privilegiado. Además, los propietarios han confirmado que el enamoramiento de las parejas también se produce con el lugar: “Después de la boda vienen, y vienen con hijos, es impresionante”, comenta Rucks.
A lo largo de su vida, Verónica y Emanuel han recorrido el mundo probando platos de distintos orígenes con diferentes técnicas, pero la carta de Mia Bistró es local y estacional, cambia de acuerdo a las temporadas, por lo que las mesas reciben comensales durante todo el año.
Es una carta “sincera”, según la describe su autora, y pone el énfasis en que los platos se cocinan con la materia prima de la zona, con respeto hacia los ingredientes, el entorno local y los clientes.
“Es muy tradicional, no tiene que adaptarse a nada más y es simplemente eso. Es muy bueno”.
La sencillez de los platos, sumado a los ingredientes de calidad, al toque elevado y al entorno natural que hace parte de la experiencia gastronómica, son quizás algunas de las claves del éxito del restorán que atrae cada año a las personalidades que deciden descansar en el Este, y también aquellos que disfrutan de una escapada de fin de semana.
“Es un lugar de entero amor”. La frase de Verónica resume su sentimiento hacia un restaurante al que su familia se dedica con calidez y cariño. Un lugar al que dedica su tiempo y su energía, incluso cuando tuvo que enfrentar desafíos personales. "Tuve Cáncer, el BRCA-1 triple negativo, hace tres años, y nunca falte un solo día al restorán. Me hacía la quimioterapia y luego iba a trabajar", relata.
“Yo siempre quise venir a vivir acá y definitivamente es mi lugar en el mundo, porque estuve en Centroamérica, estuve en Estados Unidos y la verdad que –sin ser el invierno– me gusta mucho Punta del Este”, dice Rucks entre risas. Porque allí, entre la Península y La Barra, encontraron un rincón de la playa para construir su lugar en el mundo y compartirlo con quienes se sienten a su mesa.
