En una subasta con muy buena concurrencia y cifras que superaron las expectativas previas de los organizadores, Remates Corbo, dirigida por el rematador Eduardo Corbo, llevó adelante la venta de medallas, monedas, condecoraciones, postales y fotografías, aunque la estrella de la actividad fueron las nueve cartas pertenecientes al cantante Carlos Gardel.
Con una lista de 309 lotes por vender, sobre la hora 17 comenzó la subasta, y las primeras piezas que salieron fueron medallas, condecoraciones, postales, fotos, prendedores, armas antiguas, cuchillos, pares de espuelas, estribos y boleadores. Pero el momento esperado llegó sobre la hora 20, cuando Corbo llegó al lote 240 y tomó en sus manos la primera de ocho cartas y la letra de un tango, todas escritas por el cantautor a su representante y amigo José Razzano.
El rematador, con la paciencia y tiempo que ameritaba el momento, fue leyendo fragmentos de cada una de las cartas a subastar, y traspasó al público presente la responsabilidad de pujar por las notas pertenecientes a la década de 1920, calificadas como piezas que aparecen muy excepcionalmente en una subasta en Uruguay. Los protagonistas fueron dos argentinos, uno coleccionista y otro director de una fundación con sede en Buenos Aires. No asistieron representantes de la Comisión del Patrimonio Cultural de la Nación (CPCN), del Ministerio de Educación y Cultura (MEC).
La carta mejor cotizada fue por US$ 2.650, y fue adquirida por Ricardo Stockdale, un coleccionista que llegó de Buenos Aires, y que se enteró del remate por amigos. De 42 años, se desempeña en la localidad bonaerense de Tigre como administrativo. Durante nueve años mantuvo una amistad con "Chichita" Razzano, una de las dos hijas de José Razzano, vinculo que lo acercó más a Gardel y a su vida.
El lote N° 242, compuesto por nueve hojas y que salió a la venta con una base de US$ 1.000, Gardel describe cómo era su vida en París: "El dinero me lo aprovecho en propaganda, afiches, me he hecho una cortina de seda para mi presentación, he andado de un lado a otro. En fin, la cuestión es no mostrar la hilacha, pues creen que trabajo porque me da la gana, que soy rico, que los discos me dan una renta bárbara, un chiqué bárbaro (ostentación, en lunfardo). No tengo más relaciones que grandes bacanes y bacanas; que me he pasado varias", dice la nota.
Ricardo Stockdale, que compró cuatro cartas y un telegrama, dialogó con El Observador, y explicó que su interés por el artista y su música surgen a los 13 años. Soltero y sin hijos, confesó que es la primera vez que adquiere piezas vinculadas con Carlos Gardel en una subasta, y que estaba contento de haber llegado a Montevideo. Acerca de la nacionalidad del "zorzal criollo", el coleccionista dijo tener la convicción de que el cantautor y compositor era francés, y que la historia de que era uruguayo es una mentira que por diferentes circunstancias fue sostenida en el tiempo.
Otro de los compradores que llegó desde Argentina fue Walter Santoro, director de la Fundación Industrias Culturales Argentinas (FICA). Sus adquisiciones en el remate fueron tres cartas (dos mecanografiadas y una escrita a tinta y lápiz). Una de las cartas mecanografiadas no tenía firma, lo que obligó al rematador a subastarla a menor valor. Algo similar pasó con una carta de cinco páginas, pero que le faltaba la primera carilla. Este lote fue vendido en US$ 200, luego de que su base fuera US$ 500 pero sin que nadie mostrara interés.
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