De izquierda a derecha: Ignacio, Irasema, Yara y Mauricio
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Estilo de vida > CONSERVACIÓN ANIMAL

Rock y serpientes: la historia de la familia detrás de Alternatus

Se dedican a la cría, rescate y conservación de reptiles, especialmente serpientes y víboras venenosas, y usan todas las herramientas a su alcance para derribar mitos sobre ellas
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01 de mayo de 2021 a las 05:00

Yara tiene cinco años. El pelo negro y lacio cae a los costados de su cara y es dueña de unos ojos oscuros, profundos, atentos y brillantes. Ojos que, en este momento, se concentran en una sola cosa: el dragón barbudo que se aferra firme a su pecho mientras ella le canta una canción de cuna. De forma casi mágica, el animal queda adormecido mientras la niña lo acaricia con delicadeza y observa cada pliegue de su piel arrugada. Yara tiene un talento especial: la clase de talento que alguien adquiere cuando nace rodeada de reptiles.

Yara con un dragón barbudo, uno de los reptiles más populares como mascotas

Cuando Ignacio Etchandy, su padre, tenía ocho años, iba cada miércoles al zoológico de Villa Dolores con una libreta en una mano y un lápiz en la otra. Hasta que cerraban los portones, se perdía entre las callecitas observando el comportamiento de las especies, anotaba cada ficha técnica y volvía a casa a coleccionar los tomos de la Enciclopedia de los Animales. Cuando una inundación arrastró camalotes a la playa Malvín fue a ver las serpientes que llegaron con la corriente y regresó a casa con una culebra: “En mi casa siempre me hicieron el aguante”, dice. Poco se imaginaba que, años más tarde, su vida giraría en torno a ellas.

En una clase de psicología, un chico llegó con una pitón bola para presentarla a sus compañeros. Irasema Bisaiz quedó impactada, no por miedo ni rechazo, sino porque, a pesar de que en México existe una larga tradición en herpetocultura, hasta ese momento no sabía que se podía tener una serpiente como mascota. Su madre no podía tener perros ni gatos por cuestiones de salud, ¿pero una pitón?. “Mi madre me dijo que me fuera de la casa. A casi todos nos dicen eso, pero nunca es cierto”, recuerda.

Será el destino o las casualidades de la vida, pero Ignacio e Irasema coincidieron en un grupo de Facebook hablando de lo que les apasiona: serpientes y reptiles. Una cosa llevó a la otra, y un pasaje de avión de México a Uruguay más tarde, ella llegó a conocerlo; él se encargó de convencerla de que no se fuera y hace cinco años le dieron la bienvenida a Yara. Mauricio Etchandy, el hijo mayor de Ignacio que también había crecido entre serpientes, se convirtió en el mentor ideal de su hermana.

La familia detrás de Alternatus

Rock y serpientes

Hay un lugar en Piriápolis donde Evaristo no es el cantante de La Polla Records, James no es fundador de Metallica y Carlos no es el Indio Solari. Alternatus, el centro de cría y rescate que la familia gestiona en el parque La Cascada, tiene actualmente unas 250 especies de reptiles, entre serpientes, lagartos, tortugas y arañas. Las tres serpientes son una muestra del gusto musical de la familia, aunque también hay un Luis Suárez, nombre que le puso su antiguo dueño a una pitón que, según cuentan, mordía. 

 

El centro se pensó como un criadero en 2012, una actividad que según explica Ignacio contribuye a evitar el tráfico ilegal de especies y es una herramienta para la conservación de animales silvestres, aunque la demanda en Uruguay no es muy alta. “No se lo recomendaría a un emprendedor”, dice entre risas. Pero cuando colgaron el cartel que avisaba a los vecinos que allí habría un reptilario, los sorprendió una situación que les tocó la puerta, literalmente, en reiteradas ocasiones: empezó a llegar gente con serpientes venenosas que capturaban en sus casas dentro de bidones de agua. “En una suena el teléfono y dicen ‘tengo una yara adentro de mi casa, ¿qué hago?’. Lo único que sabíamos de estos animales era nuestro proyecto, mantenerlos, criarlos y no mucho más”, recuerda Ignacio. Ayudaron a la vecina a sacar a la serpiente de abajo de su cocina y a la semana siguiente recibieron un llamado similar. “Vimos que realmente la gente precisaba una mano con el tema del rescate de serpientes venenosas”. 

Decidieron poner un servicio de rescates, pero para lograrlo tuvieron que capacitarse. Tomaron cursos de manejo de serpientes venenosas para situaciones de riesgo y rescate e identificación en Argentina. Ignacio y Mauricio estudiaron conservación de recursos naturales en la UTU, y su hijo, además, se recibió de guardaparques y estudia la licenciatura en Gestión Ambiental. Irasema es psicóloga, un rol que es fundamental para tratar con las personas que se ponen en contacto con ellos, y se está capacitando en arácnidos. “Nos encontramos con que el hecho de que se meta una serpiente en una casa era tan frecuente que a la gente no le podés decir solamente ‘a este animal hay que conservarlo’, porque le tenés que dar una alternativa que no sea la muerte". 

Mauricio Etchandy con una musurana negra

“El miedo a las serpientes en particular viene desde lo genético. Todos los primates le tienen miedo a la serpiente como instinto de supervivencia. Ahora en Uruguay no te morís por una mordedura porque está el Centro de Información y Asesoramiento Toxicológico (CIAT) y porque hay distribución del suero antiofídico, pero desde los tiempos ancestrales mataron gente. Hasta hace poco eran enemigas, ahora son aliados porque estamos controlando el hantavirus con estas especies”, indica Ignacio, y señala la mala imagen que se ha asociado a las serpientes a nivel cultural. Con estos antecedentes, es lógico que uno se pueda asustar si ve una en su cocina, pero en Alternatus trabajan para que el animal siga con su vida lejos de la tuya. 

Además de los rescates de serpientes venenosas en Piriápolis y zonas adyacentes de forma voluntaria y gratuita durante todo el día y todo el año, también empezaron a dar cursos y charlas para mostrar la relevancia de estos animales en el ecosistema, su función como controlador de plagas y acabar con los mitos que las rodean. Actualmente el reptilario, donde se puede conocer personalmente a las especies y tener una experiencia directa con los animales, está cerrado por medidas de restricción contra el covid-19. 

En Uruguay hay cerca de 40 especies, solo cuatro de ellas son potencialmente mortales: yara, crucera, coral y cascabel.

En Alternatus han recibido varias especies que llegaron a Uruguay en situaciones de tráfico. Dorita, por ejemplo, es una cobra de la India que está bajo su custodia luego de que sus dueños se quisieran deshacer de ella antes de irse del país. Hace nueve años está en el centro, y pasará allí sola el resto de su vida, porque no tiene la capacidad de asilvestrarse y además es una especie venenosa. La alternativa en este caso también era la muerte. También está el caso de una serpiente tigre de Brasil, que de alguna manera se metió en una caja de bananas y terminó en el Mercado Modelo, donde se salvó de milagro de un golpe con la ayuda del veterinario y los rescatistas. 

La familia busca compartir información y herramientas alternativas a la muerte del animal

Rescatistas de reptiles

Los teléfonos suenan todos los días en Alternatus. “Si no venís, la mato”, casi como una amenaza de película de acción, es una de las frases que más escuchan cuando reciben llamados para rescatar serpientes que aparecen en las casas de los uruguayos. 

Ignacio se calza las botas de goma, pone en una mochila un tupper de plástico y un gancho de metal, y sale en la moto con su hijo mayor. “Cuando una persona llama porque se metió una serpiente en su casa le pedimos que le saque una foto al animal. Viendo la foto ya sabemos si tenemos que ir o no”, dice Ignacio. “He ido a hacer rescates hasta de un sapo. Me llamaron diciendo ‘vi una serpiente, está en la cueva, mide un metro y medio’ y era la cabeza de un sapo saliendo de un agujero”.

Ignacio Etchandy manipulando una especie venenosa en el centro Alternatus

En la temporada de calor, de septiembre a abril, que es cuando las serpientes no están hibernando, llegaron a hacer 95 rescates. “Este año hicimos arriba de 60 que fui yo, pero hubo muchísimos más porque hay mucha gente que los hace y nos piden una mano”, señala, y apunta que en los últimos años notaron un “cambio radical” en el comportamiento de la gente frente a estos animales. Antes no había opciones ante la aparición de una serpiente: había que matarla antes de que te mate.

Cuando Mauricio e Ignacio llegan a los rescates, las situaciones que enfrentan son variadas: desde serpientes embuchadas en gallineros, hasta familias que por estar en contacto con la naturaleza preferirían dejar a una serpiente venenosa en su hogar. Los lagartos también son motivos de llamados, aunque la sugerencia es que no les den de comer y los ahuyenten con un grito infalible y golpes de palmas: ¡Fuera!

“El de los videos”

Un día llegaron a un rescate en Sauce de Portezuelo. El dueño de casa los esperaba con un revólver en la mano: “¡si se mueve la mato!”. Claro, no hay rescates en los que la gente esté tranquila, pero la idea de trabajar al lado de un hombre dispuesto a dispararle a lo que se mueva no está dentro de lo habitual. “Primero que nada deja el revólver ahí y atá a los perros”, le pidió al hombre, que en el momento se dio cuenta de que Ignacio era “el de los videos”. “Me tuve que meter abajo del contenedor de la casa, ir sacando la yara con el gancho tirándola hacia mí, mientras me contaba que me había visto en los videos”. 

Es que de un tiempo a esta parte Ignacio se convirtió en una personalidad en las redes sociales. “Hola amigos”, dice vestido con una remera de Iron Maiden, con la que recibe a los miles de espectadores de los videos que suben a las redes; allí es donde muestran cómo capturan a las serpientes y su posterior liberación. La nueva estrella del canal es Yara, que con cinco años le pone su voz a los videos que los seguidores mandan con especies que encuentran y aporta datos sobre los animales. Su favorita es la falsa coral de rombos. “Cuando estoy atendiendo consultas, ella siempre está al lado mío y está aprendiendo a identificar algunas especies. Entonces le pregunto si sabe cuál es, cuando le acierta le pregunto qué sabe sobre ella y son datos cortos pero interesantes”, explica Irasema, que es la encargada de responder a todas las consultas y mensajes que llegan por día. “Puedo estar desde que me despierto hasta que amanece el otro día contestando mensajes y no termino, porque son muchas consultas y te demanda mucha atención”. 

“Cuando vino la primera cuarentena la atención de todos quedó en Internet, y si bien ya veníamos desde 2012 con la página casi todo lo que compartíamos era fauna exótica y los animales del criadero, que le interesa a un grupo muy reducido. Cuando ven reptiles te quieren preguntar por especies de acá, entonces junto con los rescates y las consultas complementamos la información y fue cuando las redes empezaron a tomar fuerza”, comenta Irasema. 

¿Qué hacer si encontrás una serpiente?
“Lo que estamos haciendo es reconocer a las serpientes que se meten en las casas de todo Uruguay, entonces según la especie podemos dar indicaciones”.
Cuando es una crucera -que ha pasado- le recomendamos a la gente que la toque con una escoba manteniendo distancia y con la puerta abierta, mostrándole la salida. Si la encontramos en un espacio público tenemos que mantener distancia, a un par de metros de distancia de cualquier serpiente uruguaya estamos seguros. Si la encontramos en un monte alcanza con esquivarla. Manteniendo distancia vamos a estar seguros. La ventaja que tenemos en Uruguay es que no tenemos serpientes territoriales, en Uruguay ninguna serpiente nos va a venir a morder. 

"A Nacho llegó un punto este verano en el que a donde iba lo reconocían. Ahora hay que ver como se maneja eso, porque los videos se viralizan y no te das cuenta hasta que ves que la gente te empieza a conocer. A él le pasa y a Yara también. Es muy llamativo que sea una niña la que está yendo y hablando del animal con él en la mano", dice su madre, y cuenta que hasta sus amigos del jardín miran los videos.

Yara con una pitón bola albina

En Alternatus, todos los animales rescatados vuelven a la naturaleza. "Tienen que darse bastantes condiciones: lugares alejados de la ciudad, que no haya ganadería ni agricultura, porque no podés sacarle un problema a alguien y dárselo a otro", explican e indican que deben caminar en los montes hasta encontrar un ambiente serrano alejado de las casas.

"Hay dos cosas que pasan acá: la matanza indiscriminada porque es una serpiente, o se parece y hay que matarla, y la deforestación, la urbanización y los monocultivos. Eso hace que nos quedemos sin lugares donde soltar los bichos, y que los encuentros con serpientes sean más habituales", advierte Ignacio. Señala además que cada año hacen más rescates. "Es multifactorial; se hace más conocido el servicio, hay más conciencia ambiental, tenés encuentros que se ven propiciados por la fragmentación y tala de montes", enumera. 

Ellos empezaron en chancletas, con una bolsa de nylon, un tupper y el gancho cruzado en el manillar de la moto. Casi diez años más tarde, han contribuido a un cambio cultural, a llenar un espacio de conocimiento y a rescatar animales de todo tipo. "Realmente más que esto no se puede aspirar", termina Ignacio.

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